sábado, 13 de julio de 2024

GALERÍA DE LAS COLECCIONES NACIONALES


Galería de las Colecciones Reales, a la derecha en primera línea, delante de la catedral de la Almudena. Madrid.

Transcurrido un año desde la apertura de la Galería de las Colecciones Reales y reposado el efecto causado por la novedad y las primeras visitas es el momento de comentar su planteamiento, su edificio y su contenido.

El edificio

Lo primero que llama la atención de la Galería de las Colecciones Reales, es el propio edificio contenedor que ha sido galardonado con varios premios de arquitectura. Su aspecto exterior cumple sobradamente los dos objetivos que al parecer guiaron el proyecto de sus arquitectos, Emilio Tuñón Álvarez (1959) y Luis Moreno Mansilla (1959-2012), que se propusieron que el edificio formara parte integral del paisaje de la cornisa poniente de Madrid y no estorbara el carácter monumental del conjunto arquitectónico formado por el Palacio real y la catedral de la Almudena. 
Arquitectos Mansilla y Tuñón (Arquitectura)

Efectivamente, el edificio a pesar de su gran volumen solo puede verse desde el otro lado del rio, pues está excavado en la roca y actúa como una pantalla en la cornisa de la ciudad que se abre a los jardines del Campo del Moro sin apenas alterar el entorno que le rodea ya que es invisible tanto desde la calle de Bailén como desde la explanada que separa la Catedral y Palacio real. 

El efecto de la profundidad de la excavación se evidencia desde el momento en que se efectúa la entrada al edificio que se realiza a nivel de la planta 0 y a partir de ella se inicia el descenso a las otras tres plantas que lo integran a las que se accede a través de unas interminables rampas por las que pocas personas descienden y menos aun realizan el trayecto inverso, a pesar de que su monumentalidad invita a visitarlas. Se informa que el edificio tiene 145 metros de largo, una altura superior a seis pisos y un volumen de 40.000 metros cuadrados de los que 8.000, incluyendo las rampas, son de uso público que se reparten en tres grandes salas expositivas: la A, de los Austrias (1516-1700), la B, de los Borbones (1700-1808, 1813-1868, 1874-1931 y desde 1975 hasta hoy) y la de las Exposiciones temporales. 

Vista de las rampas de acceso a las salas de exposición

Una vez en el interior y a la vista de las diferentes salas, la primera impresión sorprende y entendemos el porqué se ha decidido sustituir el nombre de 'Museo' por el de 'Galería', aunque resulta un nombre poco acorde con las enormes dimensiones del espacio expositivo que más bien recuerda a un gran almacén o a una fenomenal almoneda; en algún sitio lo hemos visto calificado como 'apabullante contenedor de arte' quizás la definición más adecuada. El llamarlo 'Galería', dicen las personas responsables, se justifica por la vocación de no permanencia de las piezas expuestas que están adscritas a otros sitios reales y de las que se anuncia un cierto carácter rotatorio. De las 170.000 piezas artísticas que al parecer componen el Patrimonio Nacional se exponen unas 650 con la posibilidad de ser parcialmente sustituidas en algún momento posterior. "El concepto galería apunta a lo que podría ser una gran sala de exposiciones permanentes de la propia institución", argumenta la directora de las Colecciones, Leticia Ruiz. De hecho alguna de las obras que iniciaron la andadura han debido retornar a su ubicación habitual. Seria de interés poder acceder a una información puntual sobre entradas y salidas de obras de la exposición.

        “Queremos que sea una galería de verdad y que un tercio de las piezas roten, porque las galerías se caracterizan por eso, porque las obras expuestas cambian, y aunque aquí habrá una parte de ellas estables, el público se encontrará con obras que estaban en otros sitios, o que estaban en los almacenes, o en lugares religiosos, de clausura, y que irán y vendrán”, decía en una entrevista la ex-vicepresidenta económica Nadia Calviño, que también debe ser experta en museología. (El País Semanal 4.6.2023).

Otra de las misiones que se han autoimpuesto en Patrimonio Nacional, según su responsable Ana de la Cueva, es mostrar con claridad que las Colecciones Reales españolas son de todos los españoles, es decir, tienen carácter 'nacional', pues “a diferencia del Reino Unido o Francia, en España se hizo un proceso por el que todas estas colecciones se convirtieron en públicas". El primer paso en esa misión didáctica parece que tendría que ser eliminar el calificativo de "reales" para esas colecciones que no lo son desde 1868.

La configuración del espacio

Si los arquitectos que han diseñado el edificio han tenido que superar importantes retos y dificultades, no han sido menores los padecidos para definir las líneas fundamentales de la museografía de la galería y la estructuración de las salas de exposición de la colección 'estable'. Esta tarea estuvo a cargo del arquitecto Manuel Blanco (La Habana, 1955) y su colaborador, también arquitecto, Héctor Navarro (1986) con el soporte técnico de la empresa Empty, S.L. 
Arquitectos Navarro y Blanco (Museografía)

Las salas se han dividido longitudinalmente en dos, mediante una línea de paneles fijos-discontinuos formando una especie de barrera permeable en algunos tramos, estableciendo un ámbito de ida y otro de vuelta a través de los que se desarrolla el recorrido histórico del periodo monárquico correspondiente. Esta división de cada sala parece producto de la necesidad de poner orden a la colección, pues la amplitud del espacio, tanto en sentido horizontal como vertical, ha debido plantear muchas dificultades para conseguir una disposición proporcionada y armónica de los elementos expositivos. 

Vista de una de las salas en la que podemos ver la línea formada por paneles consecutivos que divide el espacio de forma longitudinal formando una sala de ida y otra de vuelta.

La dimensión y estructura de los espacios ha debido condicionar la selección de las obras a exponer tratando de evitar que parezcan minúsculas en la amplitud que las rodea. Quizás por esa razón están presentes, sobre todo al principio y final de las salas, artefactos expositivos de gran envergadura, como las columnas salomónicas de la Iglesia del Hospital de Monserrat que miden 5,65 m de altura, la Carroza Negra de Mariana de Austria, la Fuente del águila -más propia de la intemperie que del interior- o el Sofá de Isabel II, difíciles de ver en cualquier otro tipo de museo. La presencia de un gran número de tapices de gran tamaño, una de las especialidades de la galería, también parece contribuir a la cobertura de amplias superficies y a la compartimentación de espacios.

La fuente del águila (Sormano) y el Sofá de borne de Isabel I (Ladvocat)

Vista de una de las salas en las que se muestran grandes elementos: columnas salomónicas, tapices, carroza, caballo y caballero armados...
 
La presencia de paneles repartidos en todo el espacio expositivo, que sirven de soporte a las obras, además de servir de pantallas que permiten la distribución de la gran superficie disponible tienen otra función no menos importante que es la de subsanar una de las principales carencias que presenta el interior del edificio: la ausencia de lienzos de pared que hubieran debido permitir la colocación de la mayor parte de las obras, en especial las textiles y las de carácter pictórico. Las paredes, efectivamente, no existen como tales, están formadas por una sucesión de vanos profundos entre estrechos tramos de muro que crean un efecto de columnata, que vista desde el exterior ofrecen un efecto estético impresionante pero su traslado al interior hace de las paredes superficies impracticables que no pueden servir de soporte a las obras que pensaban acoger. Ello obliga a incorporar una serie de superficies adicionales y paneles que puedan ser utilizados como expositores. 

Vista parcial de la Sala dedicada a los Borbones

Pero la principal disfuncionalidad de ese tipo de muro columnario tiene que ver con la iluminación de los recintos, ya que los vanos mencionados realmente son enormes ventanas que podrían haber dado luz al espacio, pero al estar cubiertas con planchas de madera de una sola pieza no permiten modular la entrada de luz ya que están configuradas para estar totalmente abiertas o totalmente cerradas lo que solamente podría producir efectos de luminosidad excesiva o de oscuridad total. Esta última es la solución por la que se ha optado teniendo como resultado la necesidad de iluminación artificial exclusiva, para mi gusto claramente insuficiente, pues la conjunción de luz vertical con la abundancia de paneles expositivos llena los espacios de luces y sombras.

Vista parcial de la Sala A de la Galería, 

Las obras expuestas 

El interés del conjunto de obras de arte expuestas es innegable aunque, como hemos comentado, en buena parte su presencia parece condicionada por el espacio al que han debido amoldarse. Es por ello que abundan los tapices que como hemos comentado cubren grandes superficies y es una de las especialidades artísticas de Patrimonio Nacional. 

También la pintura ocupa un lugar importante en la Galería en la que podemos admirar muchas obras del mayor interés, pero solo algunas de gran tamaño como el famoso Caballo sin jinete de Velázquez, los retratos de Isabel Farnesio y Felipe V a caballo de Van Loo o el retrato de Juan José de Austria a caballo de Ribera, se adaptan de forma óptima al espacio que las rodea

Obras de grandes artistas como la Salomé de Caravaggioel Cristo de Tiziano, los pasteles de Tiépolo, la Sagrada Familia de Lavinia Fontana, los retratos de los Austrias de  Rubens, Pantoja o Carreño, los de los Borbones de Rigaud, Meléndez o Van Loo;  el políptico de Isabel la Católica con sus quince tablitas, de Juan de Flandes, las escenas de la vida de Cristo de Mengs, los cartones y retratos de Goya, el San Cristóbal de Patiniry tantos otros, Ribera, Houasse, Watteau, etc. a pesar de su importancia no parecen capaces de captar la atención del visitante como debieran. 

Además de las artes mayores, existe una amplia e interesante presencia de una gran variedad de elementos de artes decorativas que aportan curiosidad e información histórico-artística sobre el estilo de vida de las casas reales a lo largo del tiempo. 
Reloj de sobremesa John Ellicott H.1757

En cuanto a la escultura, no es lo más sobresaliente de la Galería, diversas obras en bronce o mármol de pequeño tamaño de factura francesa o italiana, un Felipe II tullido y deteriorado que a pesar de ser de Pompeo Leoni aquí parece fuera de lugar. A destacar la obra que se ha convertido en gran estrella de la exposición, El arcángel san Miguel venciendo al demonio, una de las más bellas realizaciones de La Roldana, que debería disponerse de forma que pudiera rodearse completamente por los visitantes facilitando una visión más integral de la misma, su hermosa capa, sus inscripciones y sus curiosos detalles; también podría repensarse su iluminación ya que aporta el mayor protagonismo al diablo con el torrente de luz que le cubre, mientras la preciosa cara del arcángel, que parece ser la de la escultora, queda en sombra. 

Taller de Luisa Roldán y los hermanos Luis y Tomás de los Arcos. 
El arcángel san Miguel venciendo al demonio (1692) 

Un cambio curioso se ha producido en el proceso de restauración realizado en los talleres del Palacio Real por la restauradora de Patrimonio Nacional Ana Loureiro que afecta al tamaño de los cuernos del diablo.
Detalle de la cabeza del diablo antes y después de la restauración.

    "Las radiografías mostraron que los cuernos del demonio no eran originales, así que los quité y los reconstruí, basándome en fotografías antiguas, para devolver a la pieza el aspecto que tenía en 1692, cuando la escultora la entregó”, explica la restauradora. (Cabe preguntarse quién pudo tener la ocurrencia de alargar los cuernos del pobre diablo.) 

Para terminar y aunque se trate de un 'asunto cerrado' considero que debería volver a estudiarse la posibilidad de incorporar a la Galería algunas de las obras que Patrimonio Nacional tiene depositadas en el Museo del Prado, en especial las de El Bosco: El jardín de las delicias y La mesa de los siete pecados capitales, serían un importante foco de atracción, elevarían el nivel de las colecciones y además podrían exponerse con carácter permanente aportando mayor estabilidad a la Galería. 
El Bosco. Detalle del panel central del Tríptico del Jardín de las delicias
Patrimonio Nacional en depósito en el Museo del Prado

Transcurrido un año desde su apertura se han empezado a producir cambios en base al anunciado sistema rotatorio de parte de las colecciones, parece que se ha retirado alguna pieza, también se ha informado de la adquisición de algunas nuevas y se ha puesto en marcha el programa de “La obra invitada”, empezando con un magnífico Retrato de Felipe II por Antonio Moro del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Todo ello indica una decidida actitud de mantener viva la institución y quizás sea este uno de sus aspectos más interesantes, siempre que vaya acompañado de una puntual información.  La actual página web de la galería puede ser el medio para informar sobre los cambios que se vayan produciendo; en la actualidad la página muestra la información de alrededor de cien piezas de las 650 que se dicen expuestas. Es un camino iniciado que esperamos se vaya completando y actualizando con la información del conjunto de la colección tanto de la que tenga carácter estable como de la que se exponga en cada momento.

En resumen considero que hay que felicitarse por la existencia de este nuevo espacio expositivo -se llame como se llame- que nos da la oportunidad de poder admirar las obras que han ido conformando el patrimonio histórico y artístico nacional, todo ello en un edificio que por su importancia e interés arquitectónico ejerce una potente influencia -no siempre positiva- en el planteamiento museográfico de la colección.

sábado, 11 de mayo de 2024

SUBLEYRAS - AUTO-BIOGRAFIA PICTÓRICA

Pierre Subleyras, Detalle de El artista en su estudio. Recto, 1746-1749
Akademie der bildenden Künste, Vienna

Pierre Hubert Subleyras
Saint Gilles-du-Gard, 1699 - Roma, 1749 ) 

La relación de Pierre Subleyras con el mundo de la pintura comienza en su niñez pues era hijo de Mathieu Subleyras, un pintor vidriero establecido en la Place aux Herbes en Uzès, quien fue además su primer maestro. A pesar de haber nacido en Saint Gilles-du-Gard a donde su padre debió trasladarse por motivos de trabajo, Pierre siempre se reconoció de Uzès y firmaba en sus obras 'Subleyras uticense' en recuerdo del lugar donde pasó su infancia. A los quince años (1714) fue enviado a Toulouse donde entró en el taller del pintor de mayor reconocimiento de la región: Antoine Rivalz, director-fundador de l'Ecole des Beaux-Arts de Toulouse, con quien aprendió y fue su colaborador haciendo los bocetos para los frescos decorativos que le encargaban al maestro. En esa situación estuvo hasta los veinticinco años, momento en que decide dar el salto a París (1724) llevando bajo el brazo sus diseños originales. Años después el hijo de Rivalz, Pierre, conocido como “Chevalier Rivalz” será su discípulo en Roma durante más de una década.

En 1727, Subleyras obtiene el Prix de Rome de Pintura de la Real Academia francesa con la obra La serpiente de metal, gracias al cual pudo completar sus estudios como pensionado en la Academia de Francia en Roma.

P. Subleyras. La Serpiente de Metal, 1727, Musée Beaux Arts. Nimes

Subleyras se incorpora en 1728 a la Academia en Roma, que estaba dirigida por el pintor Nicolás Vleughels, junto con su colega el pintor de Lyon Louis-Gabriel Blanchet (1705–1772) que había obtenido el segundo puesto del concurso. Tambien les acompaña en esa ocasión el pintor Pierre-Charles Trémollières (1703-1739), ganador el segundo premio de la Academia gala en el concurso del año anterior. 

Su pensión inicial, que era para tres años, fue ampliada gracias a sus buenas relaciones por lo que permaneció siete años y medio perfeccionando sus estudios con todos los gastos pagados, teniendo modelos a su disposición y ejecutando sus primeros encargos. Al final de ese largo periodo formativo decidió instalarse de forma definitiva en la ciudad eterna pues el clima era favorable a su delicada salud. Para trabajar alquila un estudio en la parroquia de San Salvatore ai Monti con su amigo Blanchet (1705–1772) con quien había compartido pensionado desde su llegada. Ambos pintores se afincaron en Roma y nunca volvieron a Francia. 

En 1739 Subleyras se casa con Maria Felice Tibaldi, (1707-1770), una de las ocho hijas del famoso violinista de Módena Gian Battista Tibaldi de la escuela de Corelli; ella era una pintora reconocida especializada en miniaturas. Se da la circunstancia de que ese mismo año fallece en París su colega Trémolières que se había casado tres años antes con otra de las hermanas Tibaldi, llamada Isabella (1712-1773). Subleyras, de cuarenta años y Maria Felice, de treinta y uno, tuvieron varios hijos. 

P. Subleyras. Retrato de M. Felice Tibaldi, c.1738. Kursk gallery
Marco BenefialRetrato de Pierre Subleyras, c.1735 Turín, Col. privada.

Al principio Subleyras no contaba con el apoyo ni la simpatía de Vleughels, el director de la Academia, quien no le consideraba preparado para realizar la difícil pintura de historia: «Son fort sera le portrait. Il fera bien de s'y appliquer, l'histoire est trop difficile», pero las buenas maneras del pintor y las relaciones que estableció con personajes de la nobleza y de la iglesia hicieron que el director se viera forzado a cambiar positivamente su opinión. 

Antes de iniciarse en la pintura religiosa, siguiendo los dictados del propio Vleughels, realiza una serie de pinturas basadas en cuentos y fábulas de Lafontaine como El Halcón, o la Cortesana amorosa, obras en las que, aunque fueron bien valoradas, no parece encontrar Subleyras el estilo que luego le hará famoso.
P. Subleyras. El halcón (Fábula de La Fontaine) Mº del Louvre

El embajador de Francia, Duque de Saint Agnan que desde su llegada a Roma fue su protector y facilitó la prolongación de su estancia en la Académie, le hace un importante encargo para conmemorar la imposición del Cordón del Espíritu Santo al príncipe Vaini, obra con la que obtuvo un gran éxito. 
P. SubleyrasEl Duque de Saint Agnan, embajador de Francia, entregando la Orden del Espíritu Santo 
al Príncipe Vaini. 1737. Museo de la Legión d'Honneur. París,

También realiza en este tiempo para el refectorio del convento de canónigos lateranenses de Santa Maria Nuova de Asti en el Piamonte una obra de gran tamaño, 2,15 × 6,79 mts., Cristo en Casa de Simón, (1737) que va a consolidar su reputación. 

P. Subleyras, Cristo en casa de Simón. Firmado: Subleyras uticiensis1734-7 Museo del Louvre

La obra del convento fue requisada a los monjes por los ejércitos napoleónicos y en la actualidad se conserva en el Museo del Louvre donde también existe un boceto autógrafo de Subleyras, que probablemente perteneció al pintor Charles Natoire, que fue director de la Academia Francesa en Roma, a cuya muerte fue enviado a Paris y que se diferencia del original por el cambio de posición del criado arrodillado de espaldas en primer término, que se vuelve mirando al espectador. También hizo una copia que se encuentra en la Gemäldegalerie de Dresde para el príncipe heredero Federico Cristián de Sajonia, a quien también retrató con ocasión de su viaje a Italia en 1738 .

Un estudio parcial de esta obra fue su regalo de recepción a la Academia de S. Luca cuando fue admitido en 1740. Del boceto, que presenta al servidor que se encuentra arrodillado de espaldas en primer término, suele decirse que es una obra tan acabada como el original. 
P. Subleyras. Cristo en casa del Fariseo. Galería Palazzo Carpegna (Academia de San Luca) 1740 

La segunda versión de la pintura que hemos comentado, en la que el criado que está en el centro en primer término mira al espectador, fue copiada en miniatura sobre pergamino por su esposa, Maria Felice Tibaldi, causando gran asombro por su perfección. El Papa Benedicto XIV la compró en 1752 por mil escudos y en la actualidad se conserva en la Pinacoteca Capitolina de Roma.
M. Felice Tibaldi, Magdalena a los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo, 27,2 × 63,8 cm.
Museos del Capitolio. Roma.

Subleyras fue recibido entre los Arcades de Roma con el nombre de Protógenes; al igual que su mujer, Felice Tibaldi, que se incorpora dos años después con el nombre de Asteria Aretusa, el mismo año que entró como académica en la de San Luca.

En Toulouse Subleyras se había ganado buena fama de retratista, pero es en Roma donde encuentra modelos más famosos, cardenales, príncipes y princesas romanos y el propio PapaEn 1740, Subleyras entra en contacto con el Secretario de Estado del papa, el cardenal mantuano Silvio Valentí Gonzaga, quien lo recomendó a Benedicto XIV, cuyo retrato oficial pintó al año siguiente, del que hizo al menos cinco versiones. Esta relación con el pontífice le valió en 1743 el encargo de realizar la Misa de San Basilio, para la Basílica de San Pedro. Poco después de iniciarla los médicos le aconsejaron un cambio de aires a causa de su delicada salud, por lo que hizo un viaje a Nápoles donde estuvo siete meses tras los cuales volvió a Roma y concluyó la pintura. La Misa de San Basilio, una de las obras que más fama le ha dado, fue reproducida en mosaico pues la humedad de la basílica de San Pedro no permitía su conservación, por lo que el original, junto con otras importantes obras, fue trasladado a la basílica de Santa María de los Ángeles y de los Mártires de Roma, donde se encuentra en la actualidad. La obra fue aclamada tras su presentación pública en 1748 aunque el pintor apenas pudo disfrutar el éxito obtenido pues tras largos sufrimientos la muerte le llegó en Roma al año siguiente.

P. Subleyras Modello para La Misa de San Basilio (137 x 79 cm) 1746. The Met. N.York 
P. Subleyras Retrato de Benedicto XIV.  (1741) Musée Condé - Chantilly y
Retrato del Cardenal Silvio Valenti Gonzaga, circa 1745 Museos Capitolinos. Roma

Sus restos fueron llevados a la Iglesia de Sant'Andrea delle Fratte, acompañado por la Academia de San Luca, la de Francia y por la Arcadia. Dejó una ajustada herencia, viuda y cuatro niños aun pequeños.

El Taller del Artista - Autobiografía pictórica

En 1746, Pierre Subleyras, que vivió con continuos problemas de salud, ante su agravamiento decide volver a Nápoles en un último intento de mejora, pero poco antes emprende una obra retrospectiva con la intención de realizar un recorrido por su vida y por su arte. A la vuelta de Nápoles, consciente de su final, continúa con la obra empezada que puede ser considerada como sus Memorias o su autobiografía pictórica que titula 'Taller del Artista' o 'El artista en su estudio'. La obra actualmente se encuentra en la Academia de Bellas Artes de Viena, donde es considerada su legado artístico y sin duda una de sus obras más interesantes.
Pierre Subleyras, El artista en su estudio. Recto, 1746-1749. 
Óleo sobre lienzo, 126,5 x 99 cm. Akademie der bildenden Künste, Vienna

La representación de su Estudio o Atelier considerado por muchos especialistas su obra maestra merece ser visto con detenimiento. El análisis del conjunto de la obra y el estudio de sus detalles, permite ir reconstruyendo su trayectoria artística y personal a través de las obras y objetos que aparecen en ella.

Uno de los aspectos más singulares es que representa el paso del tiempo a través de la incorporación de su propia imagen en cuatro momentos de su vida; la primera, cronológicamente hablando, está representada por el niño que vemos de espaldas trajinando sobre una mesa cubierta por un tapete verde, en recuerdo de su primer aprendizaje junto a su padre en el taller de  Uzès; a su lado también de espaldas, vemos a un joven Subleyras sentado frente al caballete reflejando la época de su aprendizaje en la Academia francesa, mientras pinta, apoyado en un tiento, una figura femenina de perfil.  Aparece tocado con el clásico tricornio y el peinado en coleta de los alumnos de las academias de la época (recuérdese el grupo de alumnos de la Academia de Dibujo de Michel Ange Houasse del Palacio Real de Madrid),

En la parte inferior a la izquierda del lienzo aparece retratado dos veces más, esta vez de frente. Subleyras se autorretrata mirando al espectador en el momento presente, sentado en un asiento de poca altura sosteniendo su propio retrato con un aspecto más juvenil, probablemente queriendo representar la época de su llegada a Roma y que nos recuerda al retrato que entonces le hizo su colega Marco Benefial. Al fondo en la penumbra, el retrato de un hombre de edad que podría ser su propio padre, Mathieu Subleyras, lo que completaría el círculo biográfico del artista. Con su presencia parece querer mostrar al espectador no solo su visión del espacio sino los diferentes momentos en los que hubo desarrollado su trabajo y su vida.
P. Subleyras, Detalle del Autorretrato en 'El artista en su estudio'. Recto, 1746-1749
Retrato de Subleyras por M. Benefial y 
Autorretrato que Subleyras sostiene en sus manos en 'El artista en su estudio'

Las pinturas en el taller
Todas las pinturas que muestra en su taller son de su propia creación y la mayor parte de ellas se encuentran localizadas en distintos museos destacando algunas de las que más fama le dieron. 

Podemos ver de izquierda a derecha: El Martirio de San Pedro del Louvre, (6) Hércules liberando a Prometeo (7) de h.1730;  el Duque de Saint Agnan, entregando la Orden del Espíritu Santo al Príncipe Vaini (8); el Retrato del papa Benedicto XIV (9) del que realizó al menos cinco variantes que se encuentran en distintos museos como el Condé o la Galleria Estense; o su obra más emblemática la Misa de San Basilio (10) de la Basílica de Santa Mª de los Ángeles y los Mártires en Roma; todo ello junto a una serie de pequeños retratos masculinos y femeninos que abundan en las paredes y sobre los muebles.
'El artista en su estudio' (Objetos y pinturas numerados)
Las esculturas
Las reproducciones escultóricas que se encuentran dispersas por el estudio son figuras a escala de las obras que formaron parte de su aprendizaje académico, tales como el jabalí conocido como "Il porcelino” (1) famoso por su naturalismo; sobre una pequeña repisa en la pared de la derecha El rapto de la sabina de Giambologna (2) de la Loggia dei Lanzi en Florencia; un dibujo enmarcado en la pared reproduce la escultura de Los luchadores (3). copia romana de una escultura griega helenística del siglo III a. C., que formaba parte del aprendizaje de las Academias de Bellas Artes. (En España hay varias copias de calidad como la realizada en serpentina del S.XVIII donada por Federico de Madrazo al Museo del Prado; también fue uno de los primeros vaciados que Mengs hizo que le enviaran de Roma que más tarde formaron parte del material pedagógico  de la Academia de San Fernando); o el Hércules Farnese (5), que aparece en primer término, copia obligada en todas las Academias de Bellas Artes.
Il porcellino y Los luchadores de la Galería Uffizi
   
El Rapto de la sabina de Giambologna y el Hércules Farnese 
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La sorpresa del 'Estudio del pintor'

Además de realizar el recorrido por los hitos que habían constituido el recorrido artístico de su vida, la pintura guardaba una sorpresa en su interior que permaneció durante muchos años oculta en su parte trasera. Se trata un lienzo con otro Autorretrato muy diferente y singular que se descubrió por sorpresa cuando se quitó el antiguo revestimiento de lona en el proceso de limpieza y reentelado que el Museo de Viena realizó en 1968, completando el legado que el artista dejó a la posteridad. 

Se trata de un autorretrato del pintor de cuerpo entero que ocupa toda la superficie de la tela, sentado sobre una silla de madera torneada, en el que se muestra al público de medio lado, de forma natural, como alguien que se vuelve hacia quien le observa o le hace una pregunta. La obra, que quedó inacabada, muestra al pintor con orgullo de su oficio vestido con la clásica prenda de abrigo marrón con amplios faldones, adornada con grandes botones de latón que hacen juego con otros menores que adornan el final del pantalón por debajo de la rodilla; tocado con el clásico sombrero de tres picos o tricornio, sentado frente a un caballete verde en el que se apoya una de sus obras que presenta a un hombre con turbante, El elemento más sorprendente viene dado por su actitud sujetando el crayón atravesado entre los labios cerrados, pues tiene las manos ocupadas con unos dibujos o bocetos que parece estar revisando.

La presencia de un crayón o porta-lápiz en retratos de artista fue muy frecuente durante los siglos XVII y XVIII, especialmente en los de cabeza y hombros o de medio cuerpo porque era una manera de indicar el oficio en poco espacio, aunque también a menudo se utilizaban para ese fin pinceles y paleta. El caso de Subleyras puede ser considerado singular, pues la presencia del crayón no era necesaria para indicar su actividad a la vista del conjunto de elementos de pintura reproducidos en la obra, por lo que más bien parece haber querido mostrar un aspecto informal, pensando más en sus personas cercanas que en su exposición al público. Quizás sea esa apariencia de intimidad la que explique el hecho de el autorretrato hubiera sido 'escondido', situación en la que se mantuvo durante tantos años.

Se trata de un autorretrato sincero que no parece buscar el adorno sino más bien una manera de presentarse con humor, tal como era, como si se tratase de una instantánea tomada por sorpresa con un punto de ironía; temperamento que coincide con la descripción que de él hace Jacques-Antoine de Lironcourt en una carta al duque de Nivernais, (10 de agosto de 1748, BNF): "Subleyras tenía un carácter amable, tranquilo y alegre por naturaleza...". 
Pierre Subleyras, "Autorretrato al caballete". c.1749 
Reverso de "El artista en su estudio" Akademie der bildenden Künste, Vienna

¿Casualidad, coincidencia?
En todo caso no se puede dudar de que estamos ante una obra meditada y diseñada para producir esa impresión de momento fugaz que pretende. A pesar de su singularidad he buscado otros ejemplos que pudieran reflejar esta misma actitud y solamente he encontrado un ejemplo en el Museo del Prado donde se conserva un dibujo procedente de la Colección de Valentín Carderera, con características de autorretrato, que podría guardar relación con el de Pierre Subleyras, lo que nos lleva a pensar en la posibilidad de que pudiera tratarse de un boceto o estudio previo del rostro del pintor para su autorretrato. Puede tratarse de una casualidad o una mera coincidencia, pero la existencia de un retrato que muestra el rostro de un artista con el singular gesto que supone la presencia del crayón atravesado en su boca, hace pensar en la posible relación entre ambas obras. 
Anónimo. Autorretrato de un dibujante. Lápiz negro sobre papel verjurado
Último cuarto del siglo XVIII. MNP [D009569]

Por otra parte, si nos fijamos en la técnica del dibujo podemos observar que existen coincidencias notables entre la que puede observarse en el retrato del Prado con la utilizada por Subleyras en sus bocetos donde vemos con frecuencia la presencia del lápiz negro, con sombreados a base de trazos con el mismo lápiz en diferentes direcciones y toques para realzar a base de tiza blanca. 
Pierre Subleyras. Hombre arrodillado, tonelero*. Museum Kunstpalast Düsseldorf

*El dibujo pertenece a una colección formada por Lambert Krahe que fue discípulo de Subleyras  en Roma, que volvió a su tierra con más de 10.000 dibujos de los principales pintores de los siglos XV al XVIII y que hoy constituye una de las colecciones de dibujos barrocos más importantes del mundo en el Museo Kunstpalast de Düsseldorf.

No es la primera vez que en este blog comentamos uno de los dibujos que en su día formaron parte de la colección del artista polifacético Valentín Carderera y Solano, (1796 - 1880) de quien el Museo del Prado conserva una magnífica colección de sus grabados y dibujos cuyo estudio resulta siempre interesante y lleno de sorpresas.

El autorretrato 'oculto' de Subleyras (1749) también nos recuerda al de Goya (1790) de la Colección Lehman de Nueva York. 
Goya, perteneciente a la siguiente generación, coincidió en Roma con discípulos de Subleyras,  Benefial o Maratti y sin duda pudo conocer y admirar sus obras. 

viernes, 23 de febrero de 2024

JOSÉ MORILLO - PARÍS 1880 - UNA OBRA INCAUTADA EN BUSCA DE SU DUEÑO

La historia de la pintura española de la segunda mitad del siglo XIX está plagada de nombres de cientos de pintores, pero también de pintoras, de estudios y talleres, de pensiones, de viajes, de exposiciones y premios, de triunfos y fracasos y de relaciones de amistad, de amor, de compañerismo, de competición, de rivalidad... entre artistas jóvenes y con otros ya consagrados. Son frecuentes las relaciones de pupilaje entre maestro y discípulo, que establecen lazos artísticos, personales, vitales e inquebrantables. Esa estrecha relación de admiración y amistad es la que hubo entre el pintor gaditano José Morillo y Ferradas con su maestro el valenciano Francisco Domingo Marqués, recordada muchos años después por el hijo de este, Roberto Domingo Fallola, como veremos más adelante.

Un curioso expediente del último cuarto del siglo XIX que relaciona a estos dos pintores en el París de la época me llegó accidentalmente en el curso de una investigación en el Archivo de Protocolos de la Comunidad de Madrid donde, como sucede a menudo, buscando una cosa se encuentra otra. También he podido conocer recientemente una magnífica fotografía de profesor y discípulo del Museo de Cádiz y finalmente he podido identificar a Elvira Fallola, la mujer de Domingo, en el Retrato de Señora del Museo del Prado pintado por Morillo en tributo a su maestro. Pero antes de entrar en estas historias situadas en el París de 1880, echaremos una ojeada a las trayectorias de ambos pintores. 

José Morillo y Ferradas (1853 - 1920)

 
  Jose Morillo, Autorretrato. 1904 Museo de Cádiz, en depósito en el Museo de Vejer.

José Morillo nació en Vejer de la Frontera en el seno de una familia acomodada, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz desde 1871 a 1877, años en los que aprovechó la docencia de su maestro Ramón Rodríguez Barcaza de quien recibía clases de Colorido y composición y que tuvo especial importancia en la vida profesional y personal de Morillo. Tras la correspondiente oposición le fue concedida en 1877 la pensión de la Diputación Provincial de Cádiz que había quedado liberada por la renuncia de Germán Álvarez Algeciras (Acta de la Academia de Cádiz 24.7.1876), lo que le permitió continuar sus estudios de pintura en el extranjero.
Retrato del pintor Ramón Rodriguez Barcaza 
Realizado en París (1869) por  J. Cecilio Montes y Sanoja

Siguiendo los pasos y el consejo de su maestro Rodriguez Barcaza que conocía la vida artística parisina por haberla vivido y haber asistido durante su pensionado al taller de Cogniet, José Morillo también eligió continuar sus estudios en la ciudad del Sena, asistiendo al estudio de Léon Bonnat, y tuvo además una especial relación con el maestro valenciano Francisco Domingo Marqués, instalado en París desde 1875, de quien el gaditano recibió una gran influencia, definiendo el estilo que caracterizaría posteriormente su pintura. 

A su regreso de París en 1885 Morillo fue nombrado profesor de Colorido y Composición en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz y al año siguiente se convirtió en el conservador del Museo gaditano, uno de los museos provinciales más antiguos de España, abierto desde 1852 del que su suegro era director. Académico correspondiente de la de San Fernando desde 1892, fue nombrado académico de la de Bellas Artes de Cádiz en 1897 en cuya Escuela se convirtió en el pintor y docente más destacado y apreciado, contando entre sus discípulos Federico Godoy Castro (1869-1939) y Felipe Abárzuza (1871-1948)ambos con interesantes obras en el Museo del Prado, quienes completaron sus estudios en Madrid asistiendo al estudio de Sorolla por consejo del propio Morillo.
Federico Godoy, (Det. fotografía 1890) y Felipe Abárzuza, retratado por Sorolla en 1908 MS (Madrid)

Morillo no solía concurrir a exposiciones nacionales, pero se presentó ocasionalmente a los concursos organizados por la Academia de Cádiz. En el de 1894 alcanzó el primer premio con una de sus obras más conocidas, que representa la visita de Julio Cesar al templo de Hércules en Cádiz. Se trata de una pintura historicista cuya temática, ligada a la historia local, era exigida en las bases el concurso gaditano en un momento en que en el ámbito nacional este estilo estaba siendo desplazado por una pintura de género de tipo costumbrista y social. Este sería el último de los concursos celebrados en Cádiz dedicados a conmemorar y enaltecer los hechos y valores gaditanos.

José Morillo y Ferradas, Julio Cesar ante la estatua de Alejandro en el templo de Hércules en Cádiz. 1894, Museo de Cádiz

Una vez asentado en Cádiz, Morillo se casó con Carmen, hija de su maestro Rodriguez Barcaza; ella padeció una enfermedad mental que el pintor atendió con total dedicación lo que le acarreó cierta fama de taciturno y retraído. Tuvo su vivienda y estudio en la Alameda gaditana, frente al mar de la bahía, donde falleció el 3 de enero de 1920 a los 67 años. 

Francisco Domingo Marqués (1842 - 1920)

Francisco Domingo Marqués Autorretrato 1883. RABASF 

Nacido en Valencia en un hogar humilde, inició su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos y tuvo como maestros a Rafael Montesinos, paisajista valenciano especializado en miniatura quien le contagió su admiración por Ribera, y a Plácido Francés. En el curso 1863-1864  se traslada a Madrid con el objetivo de continuar sus estudios en la Real Academia de San Fernando de Madrid, y en 1868 obtiene la pensión para Roma gracias, en parte, a la tercera medalla conseguida en la Exposición Nacional de 1866 por el cuadro Un lance en el siglo XVII

En Roma acudió al taller de Eduardo Rosales y se relacionó con Mariano Fortuny, que tanta importancia tuvo, como para tantos otros, en el desarrollo de su pintura posterior. De él hizo un retrato póstumo hacia 1884. Tuvo ocasión de conocer la pintura de género y el casacón con los que Fortuny alcanzó fama y fortuna, lo que le hizo orientar su evolución hacia ese estilo. Después de poco más de un año contrajo unas fiebres palúdicas que le hicieron abandonar Italia y regresar a Valencia donde montó un estudio, la gallera, que pronto se convirtió en el centro de la vida artística valenciana. También daba clase en la Escuela de Pintura de la Academia de San Carlos, a la que acudían los hermanos Benlliure, renunciando a su salario como docente a cambio de mantener su asignación como pensionado. Su fama se consolida tras la Exposición Nacional de 1871 en la que participó con El último día de Sagunto y sobre todo con su Santa Clara con la que consiguió una Primera medalla y fue muy alabada por la crítica española.

Después de un año en Valencia la Diputación le retiró la pensión por no volver a Roma y entonces decide instalarse en Madrid con su hermano Agustín. Allí conocerá a la que dos años después (1874) se convertirá en su esposa, Elvira Fallola de Montellano, de familia acomodada italiana afincada en España. Los garibaldinos hermanos Fallola, eran dueños de varios establecimientos hoteleros, destacando el famoso Hotel París de la Puerta del Sol madrileña (actual edificio Apple). Su suegro, José Fallola, era además un entusiasta coleccionista de Arte cuya huella en forma de legado se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional y en otros museos. 
La Puerta del Sol, al fondo el Hotel París (h. 1870). Fotografía de J. Laurent  
FPH VN-02871 Archivo Ruiz Vernacci

Durante el tiempo que está en la capital Domingo llevó a cabo la decoración al fresco de los palacios los duques de Fernán Núñez y de Bailén, pero en 1875, con treinta y tres años, decide trasladarse a París, donde imperaba el estilo de Meissonier y donde había triunfado Fortuny. Buen conocedor del fortunysmo, allí comenzó a pintar cuadros de estilo colorista y minucioso abandonando el realismo de sus obras premiadas hasta entonces en favor de una pintura de género, como "La Merienda" (1899) o “Un alto en la montería” (1901). Se trata de un tipo de pintura efectista siguiendo las demandas de sus marchantes, Haro, Goupil o el catalán José Artal, quienes vendían ventajosamente todo lo que sus pinceles producían. No presentaba obras en las exposiciones pues tenía tal demanda que vendía sus obras antes de pintarlas. 
Francisco Domingo, "La merienda" (1899) y "Un alto en la montería" (1901)

Francisco Domingo vuelve a España en 1914 al inicio de la Primera Guerra, rodeado de prestigio, con la aureola de gran maestro en buena parte difundida por Sorolla quien, según José Francés, "puso todo su empeño en que el regreso de quien consideró siempre como su maestro no pasase inadvertido". Sorolla sentía gran admiración por su maestro, a quien recuerda en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en el año de su retorno: «Domingo fue el faro que iluminó la juventud de mi tiempo no sólo en Valencia, sino en toda España. Reunía todas las cualidades del artista soñado.../...¡Tanto amé al hombre, cuanto admiré al artista!». Domingo ingresó en la Academia en 1917. Falleció en Madrid en julio de 1920.

JOSÉ MORILLO EN PARÍS - 1880 
  
Arriba: Dedico esta fotografía a mi amigo Luis Siravegne tan amante de Cádiz por figurar en ella el famoso pintor gaditano D. José Morillo, discípulo más aventajado de mi padre. 
Firmado: Roberto Domingo. Madrid 1946 
Abajo: "Francisco Domingo Marqués en París, con su señora y su discípulo Morillo". 
H.1880 Museo de Cádiz. Legado Siravegne.*

*Los hermanos Luis y Félix Siravegne tenían un conocido negocio de Antigüedades y Objetos de Arte en el nº 19 de la Calle del Prado de Madrid, junto al Ateneo. En 1935 Luis dona al Museo de Cádiz un conjunto de dibujos, gouaches y fotografías que habían recibido de Roberto Domingo Fallola, hijo del pintor.

De alrededor de 1880 es la magnífica fotografía anterior que conserva el Museo de Cádiz, en la que podemos ver a José Morillo en el ámbito doméstico y familiar del matrimonio Domingo- Fallola mostrando una relación de confianza más allá de la profesional que podría haberse establecido entre maestro y discípulo. El comentario sobre Morillo como el "discípulo más aventajado de mi padre" que hace Roberto Domingo -que en la fecha de la fotografía no había nacido-, tuvo que habérselo oído a su padre, lo que contribuye a esta sensación de familiaridad que debió existir entre ambos pintores. En todo caso, sabemos que la casa de Domingo en París fue punto de encuentro de pintores españoles que visitaban la ciudad, especialmente sus paisanos Mariano Benlliure y Joaquín Sorolla con quienes mantuvo siempre una estrecha amistad.

El expediente de enfermedad de MORILLO

 José Morillo tomado de la fotografía de grupo del legado Siravegne del Museo de Cádiz. H.1880

Como hemos comentado José Morillo una vez conseguida la pensión de doce mil reales anuales que le permitió residir en París alrededor de siete años, mantuvo siempre relación con el maestro valenciano Francisco Domingo, de quien el gaditano siempre se considerará deudor ya que gracias a él pudo definir su propio estilo de pintura. 

Un expediente del Archivo de Protocolos de la Comunidad de Madrid del año 1880 promovido por José Morillo ante el Consulado español en París, le sirve al pintor para certificar su estado de enfermedad y la necesidad de mantener en la ciudad del Sena el tratamiento iniciado por facultativos franceses. Ignoramos qué esperaba obtener el pintor con la presentación de tal certificación con tan numerosos testimonios, si era para justificar una prórroga para el regreso a Cádiz o simplemente dar a conocer a la Diputación benefactora la situación de falta de salud en que se encontraba por lo que eventualmente no podría cumplir sus obligaciones de pensionado. La razón, en todo caso, debía ser importante si nos atenemos a la naturaleza y amplitud del expediente presentado. Lo interesante, además de adentrarnos en el burocrático mundo de la Administración Pública de la época, es que nos permite conocer las relaciones que Morillo había establecido en París con amigos o colegas que se prestaron a ser testigos fidedignos de su situación, entre los que curiosamente se encontraban personas ligadas al ámbito filipino.

Los firmantes 

 Interesado: José Morillo y Ferradas, de 27 años, pintor pensionado por la Diputación de Cádiz para continuar estudios en París.

 Cónsul de España en París: Teodoro Ponte de la Hoz. (Vicecónsul en Comisión), además de jefe de Administración de Hacienda en París, era pintor paisajista y académico de la RABASF desde 1859 cuando ocupaba el negociado de Bellas Artes del Ministerio de Fomento.

-  Secretario del Consulado: José Trigueros y Leli 

Promotor Fiscal: Doctor Joaquín Pardo de Tavera, (1829-1884) de origen español, era juez de la Corte Suprema de Manila, fue uno de los detenidos tras el Motín de Cavite (1872) por ser miembro del Comité de Reformadores. Destituido de su cargo y enviado al exilio a las islas Marianas después de dos años consiguió el perdón real y se estableció en París donde residió hasta su muerte en 1884. Joaquín estaba casado al igual que su hermano Félix, con Gertrudis, una de las hermanas Gorricho. Félix, que había fallecido en 1863 en el terremoto de Manila, que era el padre Paz Pardo de Tavera esposa del pintor Juan Luna. La familia de Paz, con su madre, Juliana Gorricho, y sus dos hermanos Trinidad y Félix, también se instalaron en París bajo la tutela de su tío.

Testigo 1: Francisco Domingo y Marqués, artista pintor, natural de Valencia, de treinta y seis años, casado, residente en París desde 1875.

-  Testigo 2: Rafael Enríquez y Villanueva, (1850-1937) pintor, soltero de treinta años, natural de Nueva Cáceres (Filipinas) hijo de emigrantes españoles, su padre Antonio Enríquez y Sequera era descendiente de Colón. Realizó sus primeros estudios artísticos en la Academia de Dibujo y Pintura  de Manila. Entre 1869 y 1872 estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid y tras obtener su licenciatura se inscribió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando obteniendo pensión para continuar sus estudios artísticos en 1874. En 1879 se trasladó a Paris, estableciéndose allí durante 8 años, en que se especializó en pintar retratos. Su obra más famosa, La Muerte de Don Simón de Anda, se expuso en la Exposición General de Filipinas de 1887. Se casó con Elvira Chacón y Enríquez, hija del Marqués de Zela. Rafael fue el primer director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Filipinas (1909).

Testigo 3:  Carlos José Lemoine, Natural de Cádiz. Comerciante, residente en Paris.

Los documentos
El expediente se inicia con una solicitud del pintor para que le sea expedido un certificado con la información que resulte de los documentos y testigos presentados:
Solicitud inicial de José Morillo y Ferradas. París, 3 de abril de 1880

JOSÉ Mª MORILLO FERRADAS, natural de Bejer, artista pintor, pensionado por la Diputación Provincial de Cádiz, residente en esta capital, ante V.I. como mejor prueba en derecho comparezco y digo: que, encontrándome, por desgracia, enfermo según les compruebo con el certificado que presento suscrito por el médico que me asiste y conviniendo a mis intereses justificar en España mi estado de salud, de modo que no deje ningún género de duda, ofrezco información de testigos a fin de acreditar este extremo y en su virtud.
A V.I. SUPLICO: se sirva tener por presentado este escrito con el documento que lo acompaña y aceptar dicha información para que probado que quede lo que me propongo, tenga a bien ordenar V.I. me sea expedido certificado de lo que de ella resulta, pues así procede en justicia que pido en París, tres de abril de mil ochocientos ochenta.
José Mª Morillo (Firma)

Presentada en este día doy cuenta a V.I. París tres de Abril de mil ochocientos ochenta.
(Firma) El secretario
Al expediente se adjuntan tres informes médicos:

1: Dr. Charles Belot, doctor en Medicina y Cirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Madrid, Universidad de Leipzig y Facultad de París, quien declara haber examinado detenidamente al pintor que padece de una irritación crónica de faringe complicada de una anemia general, cuyo estado requiere de una esmerada asistencia y tratamiento especial local para impedir que el mal progrese y se haga incurable.

2: Dr. Sinel, docteur en medicine de la Faculté de París, quien declara que Monsieur Joseph Morello a été atteint d'une angine granuleur grave del 10 de diciembre de 1878 a 5 de enero de 1879, que les changements de saisons determinent une dispositión a recidive intermittente qui l'empeche de pouvoir se livrer à des occupations de nature suivie et continue.

3: Dr. Martín quien declara haber atendido durante el mes de marzo de 1878 a Monsieur Morillo pour une angine schumatismale [sic] qui a duré environ une huitième de jours.

A continuación diversas Providencias y Diligencias de tramitación, que no se reproducen por reiterativas, firmadas por los distintos intervinientes en el proceso, destinadas a poner en conocimiento del interesado y del promotor fiscal los diferentes testimonios según iban siendo incorporados al expediente.

Finalmente figuran las Declaraciones de los testigos:

Francisco Domingo y Marqués, declaró que conocía a Morillo «a quien viene tratando hace algunos años y sabe y le consta que padece hace tiempo de una afección a la garganta que le obliga a seguir tratamiento en esta capital; que lo dicho es la verdad bajo el juramento que tiene prestado...». 

Rafael Enríquez y Villanueva, declara que "puede asegurar que Morillo sigue en esta capital un tratamiento especial para impedir que progrese la afección a la garganta que viene sufriendo hace algún tiempo."

Carlos José Lemoine, declaró conocer a Morillo desde hacía muchos años y "le consta que padece una afección a la garganta que le obligaba a continuar en París un tratamiento especial."

El expediente finaliza con la aprobación de todas las diligencias y testimonios y la firma por todas las partes, certificando el Secretario que "queda protocolizada la información de testigos practicada en el Registro de Documentos Públicos del Consulado". Firmado en París a siete de abril de mil ochocientos ochenta, por el Secretario «José Trigueros Leli»

La relación de amistad que hemos comentado entre maestro y discípulo se constata además por la presencia de José Morillo como testigo del nacimiento de su hijo Juan Roberto Domingo Fallola en París el 12 de enero de 1883 y como tal firma l'Acte de naissance (Paris-archives-V4E_06063_0018) junto a su compañero y amigo Rafael Enriquez y Villanueva que, como hemos visto, figura también en su propia declaración.


La huella de la estancia de Morillo en París

Suponemos que el expediente enviado a la Diputación de Cádiz surtiría los efectos esperados por el pintor en orden a pausar o dilatar su pensionado. Morillo, que llegó a París a principios de 1878, permaneció allí alrededor de siete años, en lugar de los cinco que estaban establecidos reglamentariamente para la pensión, hasta su vuelta a Cádiz en 1885. Lo que si conocemos es que en la misma época del expediente el discípulo está trabajando en una obra que sin duda pretende ser un tributo a su maestro. Se trata del Retrato de Elvira Fallola de Montellano, la mujer de Domingo, que es una de las obras más bellas del artista gaditano.

Retrato de Elvira Fallola, hacia 1880  MNP[P006567] 
Depositado en el MBA de Granada
Firmado: «J. Morillo/Paris», en el ángulo inferior derecho.

La obra, un óleo sobre tabla de pequeñas dimensiones, 48 x 39 cm, que el Museo del Prado tiene depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada, representa a la mujer de Domingo,  Elvira Fallola de Montellano, sentada sobre un mullido sillón de color rojo oscuro sobre el que destaca una falda de terciopelo negro con un elegante sobrevestido de raso en tonos grises y negros, con guantes largos de color ocre amarillento, sosteniendo un abanico de largas varillas. Peinada con un moño alto que le da un aspecto distinguido no lleva más joya que un broche que resalta sobre el cuello oscuro del vestido algo levantado. 

La similitud con las imágenes que se conocen de ella y en concreto con el busto algo abocetado que realiza el propio Domingo Marqués, además de las circunstancias y el momento de su realización hacen que la identificación de la retratada sea segura.

Francisco Domingo Marqués. Retrato de mi mujer. 1879.

De acuerdo con la información que proporciona A. Colorado, en el estudio sobre "Las obras incautadas durante la guerra civil y la posguerra en los fondos del Museo del Prado", el Retrato de señora procede de la incautación realizada en 1936 por la Caja General de Reparaciones, de donde pasó a la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico. De allí fue enviada al Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional que en 1941 la deposita en el Museo de Arte Moderno. 

La adscripción de la obra continúa en dicha institución hasta el año 1971 en que se asigna al Museo de Arte Contemporáneo y de ahí  al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (a pesar de tratarse de una obra del Siglo XIX que debería haberse asignado al Museo del Prado). Esta situación no se corrige hasta 2016, en que la obra pasa al Prado en el marco de la Reordenación de las Colecciones estables entre los Museos del Prado y Reina Sofía por tratarse de un artista nacido antes de 1881. 

Con independencia de sus cambios de adscripción, la obra ha estado depositada en el Museo de Bellas Artes de Granada desde 1958 (O.M. 16 mayo) de acuerdo con la información contenida en "El Prado disperso" Cuadros depositados en Granada. II.

¿A quién podía pertenecer esta obra antes de su incautación?

En una etiqueta al dorso de la tabla se lee la siguiente inscripción: "Caja General de Reparaciones. Objeto: Retrato de Sra, pintado en tabla R. Morillo (París); Perteneciente a Esparter 2; Ref. 639; Valorado en 500 ptas”.

La mención  a 'Esparter, 2' alude indudablemente al nombre de la madrileña calle Espalter, 2. Dicha dirección figura en el Recibo 500 del Museo de Arte Moderno, del expediente de devolución de la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Nacional (SDPAN) nº 753, lo que parece haber llevado a los investigadores a relacionar la obra de Morillo con el titular que aparece en dicho domicilio: Ramón Flores Mendeville a quien pertenecían las tres obras que se identifican en la relación aunque se añade entre paréntesis una referencia al Casino de Madrid.  
Expediente de devolución nº 753 de las obras depositadas en el Museo de Arte Moderno

Las obras de dicha relación fueron reclamadas y devueltas al finalizar la guerra. Existe constancia de la  devolución solicitada por parte de la viuda de Ramón Flores Mendeville, fallecido en 1937, Mª Luisa Pérez Caballero (1903-1995), y de su  autorización al oficial de correos Manuel Valle para retirar en su nombre las obras relacionadas en el mencionado expediente 753 que habían sido objeto de incautación, no de robo, como recoge la nota. 

IPCE. Archivo de Guerra. Servicio de Recuperación Artística. Expediente de devolución 753

El hecho de que sea esta la única relación de obras que reclaman en la que no figura referencia alguna al Retrato de Señora de Morillo Ferradas nos lleva a poner en duda esa posible asignación, aunque veremos que existen algunas otras coincidencias que resultan interesantes.

La mención a la obra de Morillo que estamos comentando sí podemos verla en la relación manual del Ministerio de Hacienda que se incorpora en el informe sobre Las obras incautadas durante la guerra civil... de A. Colorado, mencionado anteriormente, donde figura que las pinturas también proceden de la dirección de Espalter, 2.  En la relación aparecen dieciocho obras de diversa consideración entre las que se encuentra el "Retrato de Sra. pintado en tabla" por Murillo (sic) París, valorado en 500 pts. La relación incluye una segunda obra de Morillo, "Retrato de un niño con un perro" tasada en 400 pts., apareciendo en este caso como autor el nombre correcto de José Morillo y la fecha 1887". 
Arch. MH (Ministerio de Hacienda), Madrid: Libro “Almacén. Relación de cuadros de distinta procedencia. Distintos pintores y escuelas. Caja General de Reparaciones, Ministerio de Hacienda”, Exp. 25595. (Subrayados en rojo los dos cuadros de Morillo)

Creemos que el segundo cuadro de Morillo que aparece en la relación: "Retrato de un niño con un perro" es el que perteneció al bailarín, coreógrafo y director estadounidense Tony Charmoli (1921-2020) hasta su muerte, momento en que fue vendido en Los Ángeles por Abell Auction Co. por 1.700$.
Jose Morillo Retrato de un niño con un perro. Firmado y fechado en 1887 y
Fotografía de su propietario con la obra en 2009 antes de su venta. 

En el conjunto de obras que aparece en la relación de "Espalter, 2" figuran, quizás por coincidencia, obras de la pintora María Mendeville de Flores, madre de Ramón Flores Mendeville, titular de las obras mencionadas en el expediente 753 de Espalter, 2 (Casino de Madrid) anteriormente comentado.

Las obras de la pintora, que aparecen subrayadas en azul son: Retrato de Sra. con flores en la cabeza (M. de Mendeville), Retrato de mujer con mantón de Manila (M[aría] M[endeville] de Flores), además de un Retrato de Sra. sentada en un sillón con una careta en la mano (Época Madrazo) que aunque no se menciona a la autora coincide con una de las obras más conocidas de María Mendeville titulada "La vuelta del baile", premiada en el Salón de París de 1882 y presentada a la Exposición de Bellas Artes de Cádiz del mismo año.
María Mendeville de Flores. La vuelta del baile, 1882

Sabemos que la pintora María Mendeville, de nacionalidad uruguaya, se forma en París en el estudio del pintor francés Charles J. Chaplin (1825-1891) y también con el gaditano Ramón Rodriguez Barcaza, maestro y suegro de Morillo, lo que resulta otra curiosa coincidencia. Tambien conocemos que la pintora se instala en Cádiz donde en 1887 es nombrada académica supernumeraria de la Academia de Bellas Artes gaditana. 
Registro de Académicos RABAC desde 1875

Así pues, tanto la dirección de la calle Espalter como otras circunstancias de carácter personal podrían relacionar a Ramón Flores Mendeville con las posibles obras incautadas pero quedan cabos sueltos como la referencia al Casino de Madrid, o la falta de reclamación de las obras de la lista manual del Ministerio de Hacienda que permiten poner en duda dicha relación .

Otras posibilidades se abren en relación con otros moradores que en la época habitaban en la dirección de Espalter, 2, que conviene apuntar para que puedan ser tenidas en cuenta por los investigadores.

El 10 de abril de 1930 en el periódico La Voz se publica una entrevista al Marqués de Alhucemas en la que dicen ser su nueva casa: "Espalter, 2: Ya no vive D. Manuel en la cuesta de Santo Domingo, tan frecuentada por los reporteros políticos. El marqués de Alhucemas se ha trasladado a una nueva calle madrileña, aun casi sin urbanizar. Saltando barrizales llegamos a una casa de moderna construcción...". 

El artículo hace referencia al anciano político Manuel García Prieto, (1859-1938) Marqués de Alhucemas, que en esa época traslada su domicilio al nº 2 de la que se dice 'nueva calle' de  Espalter, a pesar de que ese nombre figura en el callejero desde 1887. Sabemos que la hija de García Prieto, María Victoria se casa en 1920 con el periodista, político y escritor Carlos Albert Despujol,  (1890–1962) que desde 1924 dirigió la Revista de Crédito de Madrid, que según figura en su cabecera, tenía sus oficinas en el mismo edificio de la calle Espalter nº 2. Se trataba de una publicación quincenal de economía que dejó de publicarse al estallar la guerra civil. 
Portada de la Revista de Crédito del 15 de mayo de 1933, BNE

Así pues cabría la posibilidad de ampliar la línea investigación iniciada en el sentido de que las obras incautadas que aparecen en la relación de Hacienda referidas a Espalter, 2, entre las que se encuentra el Retrato de Elvira Fallola realizado por José Morillo Ferradas, pudieran haber pertenecido al político Manuel García Prieto o a sus descendientes.

Un último apunte relacionado únicamente con la propiedad de la finca del número 2 de la calle Espalter, es que al parecer ninguno de sus moradores lo ha sido o lo es en calidad de propietario, dado que el edificio desde su construcción perteneció a la familia del empresario judío alemán Otto Bemberg, nacionalizado francés y afincado en Argentina en el último tercio del siglo XIX y ha continuado en su línea hereditaria hasta hoy en que figura gestionado por la empresa Propiedades Millerty SL. 
Imagen actual edificio del nº 2 de la c/ Espalter
Detalle de la entrada con la fecha de construcción, 1929