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miércoles, 1 de marzo de 2017

HOMENAJE A TOLEDO EN LA EXPOSICIÓN DE COSSÍO

EL ARTE DE SABER VER
MANUEL B. COSSÍO
LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA Y
 EL GRECO

Con este largo título se presenta la exposición organizada por Acción Cultural Española y la Fundación Francisco Giner de los Ríos (Institución Libre de Enseñanza) desde el 30 de noviembre de 2016 hasta el 23 de abril de 2017, en la sede de la Fundación, en el número 14 del madrileño Paseo de Martinez Campos, para trasladarse posteriormente a Toledo.

J. Sorolla. Manuel B. Cossío 1908 Detalle. Colección particular

La interesante visita nos muestra sin embargo que hay una protagonista que no se menciona en el título aunque hay que sobrentenderla: la ciudad de TOLEDO. Su amplia presencia resulta, para quienes amamos esa ciudad, uno de los principales alicientes para visitar la exposición.

         "...Muchos son los que pasan por ella [la ciudad de Toledo] sin haber visto al Greco, y muchos más aún — puede bien decirse que la mayoría — los que lo han mirado y no lo han visto; porque, para ver, hay que saber hacerlo…

El Greco, Manuel B. Cossío

Vista de Toledo el día de la Romería del valle. H.1910. Det. fotografía Rodriguez. AHP Toledo

Las fotografías

La exposición ofrece la oportunidad de ver una serie de fotografías de Cossío que tienen Toledo como fondo, mostrando la estrecha relación que tuvo con la ciudad.

Recorriendo el entorno toledano en 1925, al fondo el río Tajo a su entrada en Toledo. Fund. O.y G. y G.M.

1900. En el patio de la mezquita del Cristo de la Luz, desde el que podemos ver al fondo a la derecha las almenas de la Puerta del Sol

1926. Con Isabel Uña Sarthou y sus hijos, con la vista de Toledo  al fondo.

En el puente de Alcántara en una excursión a Toledo con el matrimonio Einstein, los hermanos Kocherthaler, Ortega y Gasset y María Luisa Caturla, el 6 de marzo de 1923.

Las pinturas

Carlos de Haes. Una calle de Toledo, h.1865 MNP

Joaquín Sorolla. Toledo desde los cigarrales. 

De Joaquín Sorolla y Bastida se exponen diversas obras: pinturas, dibujos, incluyendo el retrato de Benigno de la Vega Inclán del Museo del Romanticismo. Entre las pinturas, este Toledo desde los cigarrales, pintado en 1912 de la Fundación Museo Sorolla.

Ignacio Zuloaga. Vista de Toledo

De Ignacio Zuloaga, gran enamorado del Greco y de Toledo se expone esta Vista de Toledo de 1932 procedente del Museo Zuloaga en Pedraza. 

Vista de Toledo, hacia 1900-1905 MNP. 

A pesar de su origen turolense se conoce a Ricardo Arredondo Calmache como "el Pintor de Toledo" ya que recrea con frecuencia la ciudad, sus monumentos y paisajes. Fue alumno de Matías Moreno y como él partícipe de la política toledana, llegando a ser elegido concejal de su ayuntamiento. 

Cecilio Pizarro. Claustro de San Juan de los Reyes

El pintor romántico toledano Cecilio Pizarro Librado (1818-1886) no podía faltar a esta cita con una de sus visiones del monasterio de San Juan de  los Reyes, con la acuarela "Recuerdos de Toledo, claustro de San Juan de los Reyes" (Museo del Prado, en depósito en el Ayuntamiento de Porriño, Pontevedra). Pizarro nos trasmite en estas obras no sólo la monumentalidad de la arquitectura gótica, sino una visión poética del edificio medieval. 


La arquitectura
Ricardo Arredondo. Claustro de San Juan de los Reyes

Otra visión del Claustro de San Juan de los Reyes en Toledo (h.1885) es la que se expone del pintor Ricardo Arredondo, realizada justo antes de su restauración acordada en el marco de la construcción de la Escuela de Artes e Industrias Artísticas. 

Ambas obras, la de la restauración del monasterio y la obra nueva, se encargan al polifacético y controvertido arquitecto, Arturo Mélida Alinari que dedicó más de veinte años a reconstruir el claustro e iglesia de este monumento toledano, hecho que marcó toda su actividad artística posterior.

Escuela de Artes e Industrias Artísticas de Toledo. En construcción

También podemos ver en la exposición la imagen de la Escuela de Artes e Industrias Artísticas de Toledo, hacia 1882, que se construyó en el solar de lo que fue el segundo claustro de San Juan de los Reyes. La construcción evidencia su estilo ecléctico en el que se mezclan el mudéjar toledano con el gótico hispano-flamenco. 

Arturo Mélida incorporó a la Escuela elementos decorativos, escudos, figuras y otros detalles ornamentales alusivos al convento, aunque muchos de ellos fueron eliminados en la ampliación que se llevó a cabo a mediados del siglo XX. 

"Ver Toledo y en Toledo al Greco"

Maurice Fromkés. Retrato de M.B.Cossío (Det.)

Finalmente comentar el apartado de la exposición dedicado a la relación de Cossío con el pintor cretense que se abre con su retrato pintado por el pintor lituano Maurice Fromkés (1832-1931), que incorpora de fondo la imagen grequiana de un san Francisco. 

Del autor del retrato solo sabemos que se afincó en España y participó en diversas exposiciones, y que el retrato forma parte de un grupo de 14 obras, en su mayor parte retratos de intelectuales y artistas del XIX: Altamira, Unamuno, Joaquín Mir..., que se han incorporado al Museo del Prado con motivo de la reasignación definitiva de efectivos acordada con el Museo Centro de Arte Reina Sofía. (De acuerdo con la información publicada, el movimiento de obras entre ambas instituciones ha supuesto la salida de 31 obras del Prado y la entrada de 236, procedentes del Reina Sofía.)

Portada del nº10 de la colección El Arte en España dedicado al Greco de Cossio, (1908) y del nº 3 de la misma colección dedicado a la Casa del Greco

Ilustra la relación Cossío-El Greco en la exposición la presencia de un gran número de obras publicadas, catálogos, cartas, y toda clase de documentos relacionados que han ido conformando el conocimiento de este pintor, empezando con el primer volumen publicado por Cossio en 1908, que siguiendo la corriente iniciada por otros especialistas, Justi, Sampere o Tormo, que habían tratado aspectos concretos de la obra del pintor toledano, constituyó el primer estudio integral estableciendo un catálogo razonado de sus obras.

Primera página de la carta (4.12.1907) del marqués de la Vega Inclán a Cossío, donde le felicita por el libro de El Greco y le comunica que gracias a su lectura ha decidido salvar la Casa del Greco.

La exposición nos da la oportunidad de ver obras de El Greco, que justificarían por sí solas la visita, ya que se trata de obras singulares que no suelen verse en los circuitos habituales del Greco.


El Greco, El entierro de Cristo, h.1571 Colección LL-A

El Greco, Alegoría de la Orden Camaldulense, h.1613 Inst. Valencia de D.Juan

El Greco, Estigmatización de San Francisco Col.Abelló

Para terminar, la copia parcial -sin gloria- del Entierro del Señor de Orgaz, procedente del Museo del Prado. La obra fue considerada inicialmente como una copia realizada por El Greco para la casa profesa de los jesuitas, donde comenta Palomino que la vio en 1724. Fue precisamente Cossío quien en 1908 rechazó dicha autoría, apuntando la posibilidad de que hubiera sido su hijo, Jorge Manuel Theotocópuli, quien la realizara, aunque "con retoques de El Greco" pues apreció en ella "buenas pinceladas".

Anónimo. El entierro del señor de Orgaz (copia del Greco) hacia 1625 MNP

Un siglo después de esa atribución al hijo del Greco, el Museo del Prado decide situarla en el limbo del anonimato, pues de acuerdo con la información de Leticia Ruiz en El Greco en el Museo Nacional del Prado, Catálogo razonado. 2007, ahora consideran que es obra de un artista desconocido, "habilidoso", que "conoce bien toda la producción de El Greco...", características que perfectamente encajarían en la persona de Jorge Manuel Theotocópuli, como apuntó Cossío.

Detalle del Monumento al Greco en el Paseo del Tránsito en Toledo, realizado por el valenciano José Capuz en 1914

 ACTUALIZACIÓN JULIO 2017 

"El arte de saber ver. Manuel B. Cossío, la Institución Libre de Enseñanza y el Greco" estará abierta en el Museo de Santa Cruz de Toledo del 24 de Julio al 19 de Noviembre de 2017.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

GIULIO CLOVIO EN LA EXPOSICIÓN DEL GRECO DE TREVISO

Desde el 24 de octubre se encuentra abierta la Exposición EL GRECO EN ITALIA, Metamorfosis de un genio, preparada por el historiador del Arte Lionello Puppi, profesor en las Universidades de Padua y Ca’Foscari de Venecia, que viene a ser el colofón de las celebraciones que con motivo del cuarto centenario de la muerte del pintor griego se han venido realizando en España y otros países europeos durante el año 2014.

La muestra, que tiene lugar  en la Casa dei Carraresi en Treviso (Italia), se ocupa  del periodo en el que el artista vive en Italia, entre 1567 y 1576 en el que, según su comisario, se produce la metamorfosis entre el pintor ortodoxo de iconos que llega a Venecia y el genio que parte de Roma una década después para desarrollar su nueva visión del arte en Toledo.

Entre las novedades presentadas en la exposición se encuentra un Retrato de caballero hasta ahora desconocido, considerado Giulio Clovio, que se atribuye a El Greco, perteneciente a la colección privada Schorr de Londres, al que dedicamos esta entrada.
Retrato de Giulio Clovio. Atribuido a El Greco. Datado en 1571 

SOBRE EL PERSONAJE

Juraj Julije Klovic (Croacia 1498-Roma 1578), más conocido por su nombre italianizado Giorgio Giulio Clovio, fue un pintor miniaturista, maestro indiscutible en su género "la pittura delle cose picolle" (la pintura de las cosas pequeñas). Considerado por sus contemporáneos a la altura de los grandes maestros del momento como Miguel Ángel, Rafael o Tiziano, y se le reconoce como "pictor nulli secundus", es decir, un pintor que no es segundo de nadie.

Según uno de sus principales biógrafos, John W. Bradley, existen sobrados testimonios de que era el más famoso pintor de miniaturas de su tiempo, su arte traspasó las fronteras y fue requerido en toda Europa. Según Vasari, que incluyó su biografía en la edición de 1568 de sus Vidas, "No ha habido nunca, ni tal vez habrá en muchos siglos, un miniador o pintor de cosas pequeñas, si así queremos llamarle, más extraordinario ni más excelente que don Giulio Clovio, pues éste ha superado en mucho a cuantos se han ejercitado en hacer esta clase de pinturas". Entre sus admiradores se cuentan los principales personajes de la época tanto del ámbito civil como religioso. Se dice que cuando alguien quería ser recibido por el emperador Carlos V se aseguraba su atención si llevaba como presente un dibujo de Clovio.

(En este blog dedicamos hace tiempo dos entradas a la vida y obras de este pintor y a su relación con Sofonisba Anguissola que pueden consultarse en los siguientes enlaces:  Clovio 1 y Clovio 2)

LA IMAGEN DE DE GIULIO CLOVIO

Las imágenes que conocíamos hasta ahora de este personaje, provenían tanto de sus propios autorretratos, de grabados de la época o posteriores y de retratos realizados por otros pintores, fundamentalmente dos, Sofonisba Anguissola y Doménikos Theotokopoulos, el Greco que repasamos a continuación.

El autorretrato del Kunsthistoriches Museum, Viena
Es una miniatura (10,7 x 9,7 cm.) que nos presenta al pintor, joven, vestido con ropa oscura cubierto con una especie de capa de color pardo que sujeta con su mano derecha y tocado con un gorro, también oscuro, con un ala pequeña que desciende en la parte frontal y se levanta en los laterales. El personaje de treinta años, luce una barba poco poblada y aparece acompañado de un pequeño perro que mira, igual que su amo, fijamente al espectador. No hay duda de que se trata de un autorretrato por la inscripción que figura en el mismo, en forma circular alrededor de su figura: Iulius Clouius Croatus sui ipsius effigiatur Aº aetat 30 salut: 1528. (Giulio Clovio Croata hizo su propia efigie a la edad de 30 años. 1528).
Autorretrato con 30 años - Kunsthistoriches Museum, Viena


El autorretrato de la Galería de los Uffizi, Florencia 

Entre esta obra y la anterior media una vida ya que está datada en 1570 cuando Clovio tiene unos 72 años. También en este caso se trata de una miniatura de 11,5 cm. de diámetro, que ha sido considerada tradicionalmente como un autorretrato del pintor fundamentalmente por la inscripción que aparece en su base: "D.GIULIO CLOVIO MINIATORE" que es tenida por su firma. Cabe la duda de que tal inscripción pueda tratarse de la mera identificación del personaje y no de una firma por lo que podría pensarse en una autoría ajena al pintor.

Existe la posibilidad de que este pequeño retrato pudiera coincidir con el que se describe en el Inventario realizado a la muerte del pintor: "Un Materfasio [sic] con l'impronto di Don Giulio e di Sant'Orsola di mano de Soffonisba". (A. Bertolotti, Don Giulio Clovio principe dei miniatori, in "Atti e memoria delle RR. Deputazioni di Storia Patria per le provincie de L'Emilia").
Giulio Clovio Miniatore. Autorretrato c.1570

No sabemos qué puede ser un "materfasio" palabra intraducible con la que se define la obra, que podría referirse a las singulares características del retrato realizado en temple sobre pergamino montado en lámina de cobre, o bien deberse a un error en su transcripción. La obra presenta la imagen de D. Giulio tras el cual vemos una efigie de mujer en segundo plano que podría tratarse de la mencionada Santa Úrsula, lo que podría significar que el pequeño retrato de los Uffizi fuera el que, según el inventario, hubiera sido realizado por Sofonisba Anguissola, aunque quedaría por conciliar la cuestión del momento en que pudo realizarse el retrato.

La imagen de Giulio Clovio de la Academia de San Lucas. 

Aunque no se trata de un autorretrato la siguiente obra tiene características similares en cuanto a sus dimensiones. Se trata de una curiosa imagen que se encuentra en la Academia romana de Bellas Artes de San Lucas. Sabemos que desde esa institución se encargan  este tipo de retratos de artistas italianos que no suelen hacerse del natural sino copiando alguno previo del personaje. La mayoría de  los que se conservan de esta época son anónimos con algunas excepciones como el de Sofonisba Anguissola que sabemos que fue encargado a Bernardo Castello quien lo realizó tomando como modelo un autorretrato muy anterior de la pintora. La imagen de Giulio Clovio recuerda en sus facciones a la presentada actualmente en la exposición de Treviso, lo que podría hacer pensar que la obra presentada en la exposición sería suficientemente conocida. En todo caso la mayoría de los retratos de la Academia tienen unas similares características ya que su función se limita a posibilitar el reconocimiento del personaje.
              Anónimo. Giulio Clovio                     B. Castello. Sofonisba Anguissola 
Academia de San Lucas. Roma

Los grabados

Generalmente utilizados para la ilustración de sus biografías, los grabados con la efigie de Clovio no presentas características especiales   y se suponen basados en retratos o autorretratos del pintor.

Retratos  publicados en la biografía de Bradley (1891), Vlaho Bukovac (1902) y Vasari (1760)

Las dos primeras imágenes se corresponden con las de los dos autorretratos vistos anteriormente y la tercera, realizada por el grabador Francesco Bartolozzi refleja un Clovio más anciano, probablemente basado en el grabado de la edición de 1647, que no se relaciona de forma directa con ningún retrato conocido del miniaturista.

Los retratos de otros pintores de la época

Finalmente llegamos a los retratos de pintores contemporáneos a Giulio Clovio hasta ahora conocidos que son los realizados uno por Sofonisba Anguissola hacia 1556 y otros dos pintados unos quince años después, hacia 1572 por Doménikos Theotokopoulos , El Greco.

SOFONISBA ANGUISSOLA Retrato de Giulio Clovio. c1556. Colección Eugenio Malgeri. Roma. 
Sofonisba Anguissola. Retrato de Giulio Clovio, h.1556. 
Roma. Colección Eugenio Malgeri Zeri

Este retrato de Giulio Clovio sosteniendo una miniatura tradicionalmente considerada como la imagen de su alumna favorita, Levinia Terlinks. Tal identificación se debe a que su nombre aparece en el inventario realizado a su muerte referido a la presencia en el mismo de una miniatura de la pintora realizada por ella misma. Sin embargo en la obra de Sofonisba la miniatura aparece inacabada y el pintor es presentado con un fino pincel en su mano derecha en el momento de estar trabajando en su ejecución, lo que descartaría la posibilidad de identificar esta miniatura con la mencionada en el inventario. Si tenemos en cuenta que Levinia se encuentra trabajando en la corte inglesa desde 1545 como miniaturista de la reina de Inglaterraello nos puede llevar a pensar que entre ella y el maestro solamente existió efectivamente una relación de formación y admiración que culminó con el regalo del retrato de la miniaturista al maestro.

La hipótesis planteada en un reciente estudio de A. Leemans: Tra storia e legenda. Indagini sul network artistico tra Sofonisba Anguissola, Giulio Clovio e Levinia Terlinks, (2014), concluye que la imagen de la miniatura es la de la propia Sofonisba Anguissola, algo plausible a pesar de que no parece encajar en el estilo de la pintora el hecho de retratarse a sí misma de forma no reconocible. Es un hecho que Clovio tuvo otras alumnas dentro y fuera de Italia tal como se deduce de su correspondencia, lo que supondría que cualquiera de ellas podría ser la representada en el óvalo que sostiene Clovio en su mano.

Este magnífico retrato que ha sido  ignorado durante mucho tiempo por los estudiosos de El Greco, ha ido adquiriendo por mérito propio el lugar que le corresponde tanto en relación con la pintura de retrato italiana de la época como por ser el indudable precedente del realizado años después por El Greco. De hecho Nicos Hadjinicolau, especialista de primera línea en la figura del pintor cretense, ha presentado el retrato realizado por la pintora cremonesa en la Exposición "Domenikos Theotokopoulos entre Venecia y Roma" del Museo Benaki de Atenas, en 2014,  poniendo en evidencia la relación entre ambas obras.


EL GRECO. Retrato de Giulio Clovio. c1572. Museo de Capodimonte. Nápoles.

El Greco pinta el retrato de su benefactor Giulio Clovio sentado de perfil, ante una ventana abierta, mirando al espectador y señalando con el índice de su mano derecha su obra más famosa que sujeta con su mano izquierda: el Libro de Horas que el miniaturista realizó para el Cardenal Farnesio, abierto por las páginas 59 verso,  y 60 recto, en las que se distinguen modelos tomados de Miguel Ángel.

Páginas del Libro de Horas Farnese de G.Clovio reproducidas por El Greco

Muchos han sido los especialistas que han relacionado este retrato de Clovio con otros pintores de la época como Tiziano o Pieter Bruegel el Viejo con los que Clovio colaboró en diferentes momentos, aunque la relación se ha establecido no tanto por el personaje o la composición, que nos llevarían directamente al retrato realizado por Sofonisba Anguissola, sino por la presencia de la ventana que vemos al fondo a la derecha a través de la cual se ve un árbol movido por el viento tal como puede verse en alguna de las obras de los maestros citados. De hecho en el Inventario de Clovio figuran varias obras de estos autores y en concreto un dibujo de un paisaje de Pieter Bruegel muestra un árbol que parece recordar estas características.
 P. Bruegel, el Viejo, Paisaje 1552 Biblioteca Ambrosiana

EL GRECO. Expulsión de los mercaderes del templo
La presencia de Giulio Clovio entre los maestros que Doménikos Theokopoulos inserta en la esquina inferior derecha de la versión de su famosa obra La expulsión del templo que se conserva en Minneapolis, refleja la admiración y probablemente el agradecimiento que el griego profesa al miniaturista que ha sido su protector y su maestro durante su estancia en Roma, por lo que le incluye entre los "grandes" de la pintura.
Detalle de los Maestros en la Expulsión del Templo. 1570 Minneapolis Institute of Arts.

Frente al enigma de la identidad del cuarto personaje situado a la derecha, que señalado por la mano de Clovio emerge de la oscuridad, considerado Rafael Sanzio por unos y un autorretrato del Greco por otros, no existe ninguna duda de quienes son los otros tres maestros representados, empezando por la izquierda, Tiziano, Miguel Ángel y Giulio Clovio. 

El modelo para Tiziano lo toma del autorretrato del maestro y el de Clovio reproduce la efigie del Retrato con el Libro de Horas visto anteriormente.

Sorprende la presencia de Miguel Ángel en el grupo de maestros, pues es sabido que El Greco le critica abiertamente en diversas ocasiones en incluso se gana la enemistad del medio artístico romano por su pretensión de borrar y volver a pintar los frescos de la capilla Sixtina "...que si se echase por tierra toda la obra, él podría hacerla con honestidad y decencia y no inferior a ésta en buena ejecución pictórica...". Quizás su inclusión entre los maestros pudiera ser un modo de hacerse perdonar o contrarrestar el rechazo producido por dichas declaraciones.

En todo caso, son muchos los especialistas que opinan que la estética de El Greco estaba profundamente influida por Miguel Ángel  y su coincidencia en la consideración de la primacía de la imaginación sobre la imitación en la creación artística. Todo indica que al Greco no le gusta la obra pictórica de Miguel Ángel aunque sí lo admira como escultor y dibujante. Cuenta Pacheco que en su visita al pintor en Toledo en 1611 éste le comenta que Miguel Ángel “era un buen hombre pero no sabía pintar”.

El Retrato de Treviso

Una vez revisadas las imágenes conocidas del miniaturista volvemos al retrato presentado en la Exposición de Treviso. Sobre la identidad de la persona retratada no parece existir duda alguna de que estamos ante el maestro miniaturista Giulio Clovio por la semejanza de su aspecto y sus facciones con los retratos conocidos del artista.

En cuanto al posible autor de la obra, la cuestión no es tan clara. El retrato de Treviso evidencia que estamos ante un Clovio bastante más joven que el que conoció el Greco e incluso del que trató Sofonisba Anguissola y por tanto claramente alejado tanto de las imágenes que ambos dejaron de él. Incluso es posible percibir el paso del tiempo entre los dos retratos de El Greco, el de la Expulsión que parece haber sido realizado al poco tiempo de su llegada a Roma (h.1570) y el de Clovio con el Libro de Horas, realizado al menos dos años después, hacia el final de su estancia en Roma, a juzgar por el aspecto más anciano del miniaturista.
Comparación entre los dos retratos de Clovio de El Greco

Y es precisamente el aspecto claramente más joven del retrato de Treviso el que hace dudar de la posibilidad de que estemos ante una obra de El Greco ya que tiene que haber sido realizado años antes, cuando el pintor cretense ni siquiera había llegado a Italia. Comparando el nuevo retrato con los otros dos antes comentados vemos como el tiempo es el principal protagonista de sus diferencias.

Comparación del nuevo retrato con el de Sofonisba Anguissola (centro) y el del Greco (derecha)

Si tenemos en cuenta las fechas de los retratos conocidos hasta ahora, realizados en un lapso de tiempo de unos quince años, desde 1556-57 el de Sofonisba a 1572-75 el de el Grecovemos que el de Treviso presenta una imagen de madurez pero no de ancianidad, lo que nos lleva a pensar en una fecha de realización más temprana, anterior incluso al  primero de ellos, por lo que habría que buscar su autoría entre los importantes pintores con los que se relaciona Giulio Clovio hacia la mitad del siglo, momento más probable para su ejecución.

Sabemos que Clovio se relaciona en un momento u otro de su vida con los principales pintores de su entorno, empezando por Giulio Romano que fue su maestro, de quien recibe el consejo de dedicarse a la miniatura y de quien toma el nombre para su uso en Italia, Miguel Ángel, su principal fuente de inspiración, y, en especial Tiziano Vecelio con quien coincide en diversas ocasiones y realizan un intercambio recíproco de modelos para ser incorporados a sus obras. Tiziano utiliza para su famosa Dánae el modelo que le envía Clovio de la favorita de Farnesio y éste a su vez se inspira en composiciones del maestro veneciano para la realización de sus escenas religiosas. (Ver El Greco y Giulio Clovio y la maniera di figure piccole de E. De Laurentis en Actas del Simposio Internacional, El Greco 2014 Museo Thyssen-Bornemisza).

Pues bien existe la relación y también la ocasión ya que en 1545 Tiziano se desplaza a Roma donde es acogido en la corte pontificia para llevar a cabo diversas obras para el cardenal Farnesio y su tío el papa Paulo III. Allí residirá alrededor de un año en el que es seguro que pudo coincidir y retratar al miniaturista que, como sabemos, tenía una estrecha relación con los Farnesio. En 1546, tras la obtención de la ciudadanía romana el pintor vuelve a su casa en Venecia.

El retrato de Giulio Clovio expuesto en Treviso se acerca en su estilo y tratamiento como podemos observar en otros retratos que el gran Tiziano realiza en esos mismos años.
Tiziano: A. Anselmi, 1548 (Thyssen-Bornemisza, Pedralbes); A.P. Granvela, 1548  (Nelson-Atkins M.Kansas); B. Varchi, 1540 (KHM)
Giulio Clovio 1545-50
Tiziano: G. Romano, 1538c (Palazzo Te, Mantua), D. Barbaro 1545c (MNP) Caballero Reloj 1550c (MNP)
En todo caso será interesante realizar una visita a la Exposición de Treviso que permanecerá abierta hasta el mes de abril próximo y comprobar de cerca las características de este interesante retrato.
El Retrato de Clovio en la Exposición de Treviso

Muestra de los colores utilizados por el Greco y Tiziano tomados del folleto de la Exposición.

viernes, 2 de octubre de 2015

JULIÁN ROMERO DE IBARROLA PINTADO POR EL GRECO

El Greco. Julián Romero y su santo patrono. (Det.) H.1590, MNP

Julián Romero Ibarrola, “el de las Hazañas”, nacido hacia 1518 en Torrejoncillo del Rey (antes "de Huete" y antes "del Campo", en la provincia de Cuenca), era hijo de Pedro Ibarrola, hidalgo vizcaíno de Puebla de Aulestia, que se había trasladado a Cuenca donde ejerce como maestro cantero y escultor y donde se casa con Juana Romero, de los hidalgos de su apellido de la provincia de Cuenca.
H.1562, Dibujo atribuido a Jacobsen grabado por Crispiaiene 

Unos datos sobre su vida

Siguiendo a los autores que han escrito sobre él, principalmente Antonio Marichalar, (Julián Romero, 1952) sabemos que Julián fue reclutado muy joven, ya que a la edad de 15 o 16 años partió de Torrejoncillo para embarcar en Nápoles como mozo de atambor de las compañías españolas del emperador Carlos V que en 1535 participan en el asalto de la Goleta y en la toma de Túnez. Al año siguiente pasa con su tercio a Flandes continuando al servicio del emperador en su tercera guerra contra Francia y en el camino de retirada con los suyos, tras la firma de la paz con Francia (Crepy, 1544), recalan en Inglaterra donde cansados, hambrientos y sin recibir pagas deciden ponerse al servicio del Enrique VIII, a las órdenes del maestre de campo Pedro Gamboa Romero.

Pronto se va haciendo un nombre que llega a su máxima gloria en 1546 tras su participación en un duelo en nombre de su maestre de campo. El combate contra otro español, el capitán Antonio Mora, al servicio del rey francés, se celebra con gran expectación en Fontainebleau en presencia de Francisco I y su delfín, saliendo victorioso después de una lucha muy prolongada. El rey inglés le recompensa armándole caballero con derecho a blasón y feudo y le nombra maestre de campo. No obstante en 1551 Sir Julián Romero decide abandonar todo lo conseguido por la situación de enconamiento surgida entre Inglaterra y España a causa de la religión, pues él considera que su lugar solo puede estar al servicio del emperador.

De nuevo en Flandes y gracias al prestigio que le precede, es nombrado capitán del ejército español saltando los empleos de cabo y alférez. Participa en la batalla de San Quintín donde resulta herido en una pierna que le será amputada. Felipe II que le considera hombre de confianza, le concede por sus acciones el hábito de Santiago, en 1558 .

La leyenda que le rodea podría hacer pensar que había recibido el hábito por la pura voluntad del rey sin reunir los requerimientos que se exigían para ello, como se recoge en la obra "Dichos y hechos del señor rey Don Felipe II...", de Baltasar Porreño en la que se habla de la razón de Felipe II para hacer esta concesión: "Hacía mercedes a la sangre vertida antes que a la heredada, y a esta causa por haber derramado tanta Julián Romero, Maese de Campo, natural de Cuenca, le dio el hábito de Santiago, sin información de sus calidades (aunque las tenía). y hacía merced de las encomiendas a los que habían militado". No obstante las pruebas para conseguir el hábito se realizaron y se conservan en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. (Expediente de prueba para la merced del hábito de Santiago al Capitán Julián Romero - AHN, 7213).

En 1563 en una pausa de su vida militar se instala en Madrid donde se casa al año siguiente, en la iglesia de San Ginés, con María Gaytán, hija de un capitán del ejército. Con 45 años Julián Romero no había tenido tiempo material de asentar su vida aunque ya tenía en Flandes al menos dos hijos, una hija llamada Juliana y un hijo, soldado, que morirá en el campo de batalla en 1574. El descanso del guerrero es corto pues en 1565 se encuentra embarcado en la escuadra del virrey de Sicilia que acude en socorro de Malta atacada por los turcos. El enfrentamiento concluye con la victoria y consiguiente expulsión del turco de la isla y su nombramiento como Maestre de Campo del Tercio de Sicilia.
El Sitio de Malta de 1565. Egnazio Danti S. XVI (Museos Vaticanos).

De nuevo se encamina a Flandes en 1567 al mando de su tercio formando parte del ejército que dirige el Duque de Alba, donde Julián destaca por su rigor y disciplina y por la continua preocupación por el bienestar de sus soldados; su fama sigue creciendo no solo entre los suyos sino también en el lado contrario. A pesar de que participa en acciones extremadamente violentas, las crónicas enemigas le tratan con menos dureza que al Duque, quizás distinguiendo entre las acciones que lleva a cabo por orden del de Alba y sus propias inclinaciones de carácter más conciliador, como se puede deducir de los pensamientos que expresa en sus cartas al príncipe de Orange, con quien mantendrá correspondencia a lo largo de su vida por haber estado a su servicio en sus primeros tiempos de soldado.

Terminada la campaña de Flandes, en 1569 Julián vuelve de nuevo a España donde Felipe II le concede la encomienda de Peñausende de la Orden de Santiago. En 1572 tiene que regresar a Flandes donde ha estallado una nueva sublevación. En esta campaña resultará herido de gravedad perdiendo un brazo y un ojo, mientras su prestigio sigue en aumento. Don Fadrique de Toledo escribe a su padre, el duque de Alba, diciendo: “Yo digo a Vuesa Excelencia que mejor soldado que él… no lo ha habido en mi nación”.  En ese tiempo Felipe II le nombra miembro del Consejo de Flandes.

A. Moro, Duque de Alba        A. Moro (Atrib) Luis de Requesens           D. Juan de Austria

Tras la destitución de Alba del gobierno de Flandes el rey confía el cargo a Luis de Requesens, quien se resistió cuanto pudo a asumir el puesto por las enormes dificultades que entrañaba. No se entendió con Julián Romero a quien le encarga comandar una flota que pierde en batalla; él se justifica diciendo que no es marino, sino infante y cuantas flotas le diera tantas perdiera... en una guerra cada vez más dura, en la que las bajas y la falta de pagas van minando la moral de la infantería y en la que se multiplican los motines. Tras la muerte de Requesens llega a Flandes Don Juan de Austria que consigue cerrar un efímero acuerdo de paz que conlleva la retirada de los tercios españoles (que pronto volverán a ser llamados).

Cansado y desanimado, Julián Romero se encuentra en Italia; había recibido el nombramiento de gobernador de Cremona, cargo que en principio no acepta y escribe al rey pidiéndole volver a España, ya que dejarle allí es como enterrarle en vida:

          “Pues ha que sirvo a Vuestra Majestad cuarenta años la Navidad que viene, sin apartarme en todo este tiempo de la guerra y los cargos que me han encomendado y en ello he perdido tres hermanos, un yerno y un brazo y una pierna y un ojo y un oído y ahora últimamente un hijo en el que yo tenía puestos mis ojos y por otra parte ha de nueve años que me casé pensando en poder descansar y después acá no he estado un año entero en mi casa..."

Fracasado el intento de paz de Don Juan de Austria, Julián recibe una nueva orden del rey para dirigir el regreso de las tropas a Flandes. Para ello es nombrado Maestre de Campo General y al frente de la infantería se dispone a acudir en auxilio de don Juan iniciando el último viaje de su vida.

Al mando de seis mil hombres Julián Romero sale de Alessandria al amanecer del día 13 de octubre de 1577. A pesar de su edad, de su cuerpo mutilado y sus muchas cicatrices, va lleno de entusiasmo a cumplir una vez más la misión que se le encomienda, y tras una hora de camino habiendo recorrido cerca dos leguas, a la vista de la villa de Solero, cae fulminado a los pies de su caballo muriendo como había vivido, como un soldado. Tenía 59 años. 

El entierro de Julián Romero

De los asuntos y el sepelio de Julián se ocupa su primera hija Juliana, que residía en Cremona, casada en segundas nupcias con el capitán Villalba, hombre de confianza de Romero en cuyo nombre ocupa el cargo de la castellanía de Cremona. Su cuerpo es trasladado de nuevo a Alessandria y hasta tanto se decide su destino final en España es enterrado en la iglesia de Santiago de la Victoria (San Giacomo della Vittoria).

La iglesia sigue existiendo a pesar de que Marichalar afirma que había sido destruida. Una probable explicación la encontramos en el blog especializado El Camino Español  que informa de que "a principios del XVIII una explosión en un almacén cercano se propagó hasta la iglesia de Santiago, destruyéndola. Y continúa: La rehicieron, pero de la lápida y los restos de nuestro soldado nada quedó".
Iglesia de Santiago de la Victoria en la calle del mismo nombre en Alessandria (Italia)

En la actualidad la iglesia se encuentra cerrada, sin culto, por lo que no es posible comprobar si continúa existiendo la placa que el paleógrafo Aldo di Ricardone recoge en su artículo "Españoles en Alessandria 1541-1698", publicado en 1978, en Estudios genealógicos, heráldicos y nobiliarios..." del Instituto Salazar y Castro, en el XXV aniversario de la revista “Hidalguía",  que contiene la siguiente inscripción sobre Julián Romero:

Placa dedicada a Julián Romero en la Iglesia de San Giacomo della Vittoria de Alessandria (It)
Nota: En 2015 se ha vuelto a reabrir la iglesia al culto, por lo que hemos podido obtener
  la imagen de la auténtica placa que  continúa en el mismo lugar
 (Actualizado, oct. 2017)

La inscripción que realiza Pedro de Toledo (1546-1627), siendo gobernador de Milán, contiene un error en la fecha ya que figura MDXLVII (1547) en lugar de  MDLXXVII (1577), que es la fecha indubitada de su fallecimiento que Marichalar encontró en un documento del archivo de Protocolos de Madrid. Como se puede leer en ella, la placa fue colocada cuarenta años después del fallecimiento de Julián Romero, es decir en 1617,  lo que coincide con el periodo de gobierno milanés de Don Pedro de Toledo de 1614 a 1618 y con el 40º aniversario de la muerte del soldado.

Es probable que el gobernador hubiera podido conocer en su niñez a Julián Romero (aviendole en la mocedad amado i estimado mucho) pero además seguramente habría escuchado las historias que de él se contaban, teniendo en cuenta que Pedro de Toledo era sobrino del Gran Duque de Alba y por tanto primo de su hijo Fadrique, que convivieron con Julián Romero, de quien ambos eran admiradores.

Se dice que su hija legítima, Francisca, intentó infructuosamente trasladar el cuerpo de su padre a Madrid para su enterramiento definitivo en la iglesia de las Trinitarias; aunque no se conocen las gestiones que pudo realizar al efecto es posible que su pretensión chocara con la voluntad de la otra hija, Juliana, que es la que se había ocupado de su enterramiento en Alessandria y que seguramente gozaba de autoridad suficiente para negarse a tal traslado.

Su imagen

Además del grabado que figura al principio, la imagen conocida, real o no, de Julián Romero, se encuentra en el retrato que conserva el Museo del Prado: "Julián Romero y su Santo patrono" obra considerada de El Greco hasta fechas recientes en que aparece atribuida por el Museo a un "seguidor del Greco". 

Para realizar tan importante retirada de autoría, Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española del Renacimiento del Museo, se basa en la opinión del alemán Halldor Soehner (1919-1968), que es el único especialista que ha puesto en duda la autoría de El Greco aventurando la hipótesis de que la obra puede ser copia de otra anterior. La Sra. Ruiz dice apoyarse también en la opinión de Cossío, lo que no deja de extrañar, pues si bien este pionero estudioso de El Greco critica una cierta falta de calidad en la obra que achaca a posibles restauraciones, no plantea duda alguna sobre su autoría y considera que es un retrato "opulento" y lo relaciona "por su analogía con él en riqueza" con el de Niño de Guevara.

Hay que decir que la mayoría de especialistas consideran la obra de la mano de El Greco, en especial Álvarez Lopera que afirma de forma tajante:

           "Las características de la factura [...] han hecho dudar a algunos críticos de su atribución al cretense, pero aunque no quepa excluir alguna participación del taller, no hay duda de que son suyas la concepción y prácticamente toda la ejecución"

Julián Romero y su santo patrono. El Greco H.1590, MNP

La inscripción en la propia obra, a pesar del error de fijar el nacimiento de Julián en Antequera (lo que nos habla de una colocación tardía), no deja lugar a dudas sobre la identidad del personaje, cuyo retrato con toda probabilidad fue encargado al pintor cretense por Francisca Romero Gaytán, hija del retratado, tras la muerte de su padre, lo que sitúa temporalmente la obra en las postrimerías del siglo XVI, aunque algunos la consideran más tardía, bien entrado el siglo XVII. La relación con el pintor griego podría provenir del marido de Francisca, Don Alonso de Ávalos y Guzmán, gentilhombre de boca del rey Felipe III, relacionado al igual que el pintor con la parroquia de Santo Tomé de Toledo a la que pertenecía su casa solariega.

La actitud de ambos personajes parece diseñada para una colocación lateral en el lado del evangelio, teniendo a su frente el altar en el que habría alguna imagen a la que ambos dirigen su oración. Se suele dar por hecho que la obra estaría destinada a la Iglesia del convento de las Trinitarias de Madrid, que fue patrocinado, como es conocido, por la hija de Julián Romero, la misma que probablemente encarga el cuadro. Pero los hechos nos hacen pensar que Doña Francisca pudo cambiar de opinión y replantearse el destino para la obra. A causa de sus desavenencias con las monjas del convento madrileño y del rechazo de los frailes del cercano convento de trinitarios a la fundación de un cenobio de la misma Orden y tan próximo al suyo, Francisca comenzará un largo periodo de pleitos (en los que otorga poderes a su hermano menor, Pedro de Ibarrola), que terminará con la retirada total de su patrocinio del convento madrileño, famoso por estar enterrado en él Cervantes.

Francisca Romero decide entonces ofrecer su apoyo a un nuevo convento en Toledo que funda en 1612 el santo reformador trinitario, Fray Bautista de la Concepción, según consta en la "Chronica de los Descalzos de la Santísima Trinidad, redentores de cautivos" de 1662 en la que podemos leer:

     "Tiene esta Casa los cuerpos de San Gracian Martir y de santa Vitoria, Virgen y Martir. Tomó el patronato dona Francisca Romero, hija de la muy noble señora dona Maria Gaytan, y de Julian Romero, cavallero del Abito de Santiago, y Comendador de Peñausende, en el obispado de Zamora, que por su valor, hechos heroycos y experiencia militar subió de la pica al baston de Maestre de Campo General. Dejó la Patrona al Convento un sudario de Christo nuestro Redemptor, que enbió a su Padre el Duque de Saboya". 

Chronica de los Descalzos de la Santísima Trinidad, redentores de cautivos. 1662

Resulta curiosa la expresión "subió de la pica al baston de Maestre de Campo General" con la que el redactor resume la historia militar de Julián Romero; también llama la atención la información de que el Duque de Saboya le había enviado un "sudario de Christo".

Del convento y de la iglesia que se edificó sobre unos terrenos donados por el Ayuntamiento en el arrabal "que se conoce como covachuelas" nada queda en la actualidad. Se sabe que la iglesia era de pequeño tamaño y que se realizó en "estilo renacido" dedicada a San Ildefonso, según cuenta Gustavo Adolfo Bécquer en su obra "Templos de Toledo", quien también informa que "durante la guerra de la Independencia fue totalmente derruida", aunque la realidad es que los frailes la restauraron en parte, pero la desamortización, la exclaustración y el consiguiente abandono, terminaron en pocos años con lo que quedaba del complejo.

En la "Vista de Toledo desde la Cruz de los Canónigos" del paisajista Genaro Pérez Villaamil, se puede ver la ubicación de la desaparecida iglesia en el plano intermedio, tras la cruz que aparece en primer término.
Jenaro Pérez Villaamil "Vista de Toledo desde la Cruz de los Canónigos" (detalle). (1836)


El Santo Patrono

La figura del Patrono que acompaña a Julián Romero, ha sido fuente de diversas interpretaciones. Algunos han querido ver en él a San Julián, pero la columna y la corona a su lado, símbolos del poder regio, y sobre todo la armadura descartan la posibilidad de que se trate de San Julián de Toledo, hombre de iglesia. Y su capa adornada de flores de lis, emblema de la monarquía francesa, nunca podría ser llevada por el teólogo San Julián de Cuenca o por San Julián el Hospitalario. 

La consideración de San Luis rey de Francia ha sido invocada a menudo y es la única convincente. La iconografía corresponde a la del santo francés cuyo retrato es abordado en esta época por distintos pintores, lo que nos habla de la existencia de su devoción, sin olvidar su parentesco directo con el rey santo español Fernando III. Entre los artistas que en la época pintaron a San Luis habría que destacar a Tristán y al propio Greco que realiza una obra ciertamente singular dedicada al santo francés. Ambas obras se encuentran en el Museo del Louvre.

San Luis, rey de Francia, por el Greco y por Luis Tristán

Las evidentes diferencias del San Luis de El Greco que se conserva en el Louvre con el santo representado en la obra que nos ocupa avalan las teorías de algunos de que no se trata del mismo personaje lo que además les permite plantear la posibilidad de que se haya podido realizar por otro pintor distinto al Greco. Considero por mi parte que la comparación plantea más dudas respecto al San Luis del Louvre que respecto al de Julián Romero del Prado, que encaja mucho mejor en la estética  y en el conjunto de la obra del pintor cretense.

La imagen del santo patrono no puede por menos que traernos a la memoria a alguno de los personajes del Entierro del Señor de Orgaz del mismo pintor.

La procedencia del cuadro

Por la información que proporciona el Museo del Prado sabemos que la obra estuvo en la colección del marqués de Lugros de Alcalá la Real (Jaén), hasta 1890; donde fue adquirida por el orientalista y académico Leopoldo Eguilaz Yanguas de Granada, probablemente aconsejado por su compañero y amigo Manuel Gómez Moreno, como apunta Cossío.

Sobre el Marques de Lugros habría que decir, para completar la información, que procede de la familia de Pedro Miota, cuñado de Julián Romero por estar casado con su hermana Catalina, dando lugar a la rama Miota-Romero de la que forma parte D. Pedro-Melchor de Miota-Romero, que recibe el título de marqués en 1691 por concesión de Carlos II. Los marqueses de Lugros residieron en Alcalá la Real y en Granada y parece que se deshicieron de la colección a comienzos del S.XIX.

Es probable que dada la relación familiar con su antepasado, la colección pudiera tener otros retratos y sería interesante saber cómo llegó a su poder el que nos ocupa. Cabe la posibilidad de que hubiera sido adquirido por la familia para su colección al propio convento toledano de trinitarios. Hay que entender que esta posible transacción, al igual que la venta al profesor Eguilaz, se realizan por causa del interés específico en el cuadro y no como inversión como ocurrirá con otras obras tras la revalorización del pintor a partir de principios de siglo.

En noviembre de 1903 el Marqués de la Vega Inclán se halla en Granada en tratos con el anciano propietario Leopoldo Eguilaz [RAH ILE 63-1210, carta a Cossío 25 de noviembre de 1903], y conseguirá comprarlo para revenderlo en París en la Rue Laffite. (El Greco entre dos siglos. A.C.Lavín)

En 1907, es adquirido en París por Luis de Errazu.  Se conoce bien la biografía de este comprador que procede de una acaudalada familia mexicana de origen vasco que es nombrado vocal del primer Patronato del Museo del Prado (1912). Siguiendo el ejemplo de su hermano Ramón que había legado veinticinco obras al Museo en 1904 , Luis también lega cinco obras que ingresaron en el Museo en 1927, entre las que se encuentra este Julián Romero. Previamente había cedido la obra en depósito a la Casa del Greco de Toledo para que formara parte de la exposición de 1914, que se realiza con motivo del III centenario de El Greco.

Julián Romero en la literatura

La presencia de Julián Romero en la literatura fue abundante y perduró más allá de su tiempo. Son muchos los autores que le mencionan y no pocos los que le dedican alguna obra específica. Por citar solo los principales:

Lope de Vega (1562-1635) menciona a Julián Romero en diversas obras y además compone una "Comedia famosa sobre Julián Romero" que fue publicada por la Real Academia de la Historia en 1916. Marichalar considera creíbles los hechos que en ella se cuentan a pesar de que afirma que tiene importantes anacronismos.

José de Cañizares (1676-1750) escribe sobre él la comedia "Ponerse Avito Sin Pruebas y Guapo Julián Romero" que trata sobre la decisión del rey de nombrar caballero de Santiago a Julián Romero.

Pierre de Bourdeille, señor de Brantôme (H.1540-1610), que conoció personalmente a Julián Romero durante la estancia de ambos en Mesina en 1566, le dedicó algunos pasajes de sus obras. Michel de Montaigne (1533-1592) menciona a Julián Romero en sus Ensayos.

Diego Jiménez de Ayllón (1530-1590) poeta, le compuso un soneto que se hizo famoso del que reproduzco las primeras estrofas:

Temido vuestro brazo fue y espada
en estas partes y ánimo extremado
y en tierra y mar habéis siempre cursado
vuestra virtud con gloria sublimada.

De Marte a vos tal gracia fue otorgada
con que venciste campo tan nombrado
y habéis contra el de Orange muestra dado
de veros con sus gentes en jornada.


Firma de Julíán Romero