sábado, 22 de febrero de 2025

ANTONIA BAÑUELOS THORNDIKE

UNA PINTORA MÁS EN EL MUSEO

Una obra de Antonia Bañuelos Thorndike ha sido adquirida por el Museo del Prado incorporándola a la exposición permanente en la Sala 62A de retratos de artistas del S.XIX. Esto supone aumentar el número de pintoras que el Museo expone: ANGUISSOLA, BONHEUR, BLANCHARD, FRANCÉS MEXÍA, GENTILESCHI, KAUFFMANN, MENGS, NAVARRO, PEETERS, DE LA RIVA CALLOL, ROËSSET, ROSALES y WEISS, además de las miniaturistas BRUNET, LIENARD, NICOLAU PARODY y VALENCIA.

Antonia Bañuelos Thorndike (1855 - 1909)

Antonia Bañuelos Thorndike. Autorretrato MNP

Pertenecía a una familia de la alta burguesía encumbrada a la nobleza por la política de concesión de títulos seguida por la casa real, desde Isabel II hasta Alfonso XIII, para premiar los servicios a la corona. Su padre, Miguel de los Santos Bañuelos y Traval, primer conde de Bañuelos, estaba casado con la neoyorquina Adelina Thorndike. La joven Antonia pasó su primera infancia en Tortosa, hasta el traslado familiar a Madrid cuando su padre fue subsecretario del Ministerio de Estado.  Entre 1846 y 1896 el Sr. Bañuelos estuvo destinado en Francia, Italia, Estados Unidos, Constantinopla (Turquía) y Portugal, terminando su vida diplomática como Ministro plenipotenciario cerca del Emperador de Alemania en Berlín.

Siguiendo el destino de su padre Antonia Bañuelos continuó sus estudios en París, donde la familia instaló su residencia durante unos 15 años, relacionándose con el círculo de Raimundo Madrazo y asistiendo a clases de Charles J. Chaplin (1825-1891). Allí se especializa en escenas de género y retratos, destacando en los de niños que la hacen famosa. Con su famoso Niño dormido, logró su primera Mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887 y tercera medalla en la Universal de París, en 1889.
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La Ilustración Española y Americana 30 jun 1887

Su relación con los Quiñones de León

A los 36 años (1891) Antonia se casa con Fernando Quiñones de León y Francisco-Martín (1858-1937), hijo del marqués de San Carlos, diplomático, político y bibliófilo, viudo de Mª Milagros Elduayen, marquesa de Valladares (1858-1888). La boda se celebró en el palacio de Castilla, residencia en París durante el exilio de la reina Isabel II,  quien además fue la madrina de la boda.

Antonia realiza un retrato póstumo de Mª Milagros Elduayen basado en una fotografía de la misma. También realiza uno de su hijo Fernando, fechado en 1887, años antes de su boda, lo que hace suponer una relación de amistad entre ellos, y un posible retrato de su marido ya en la madurez que ha sido recientemente subastado en Francia.

Antonia de Bañuelos. Retrato de M. Milagros Elduayen (Probablemente tomado de la fotografía)
Antonia Bañuelos. Retrato de Fernando Quiñones Elduayen (1887) y posible retrato de su marido, el conde de Alcedo en la madurez, subastado en Saint-Jean-de-Luz (2024).

El año de su boda su marido recibió de la regente Mª Cristina el título de marqués de Alcedo en agradecimiento a los servicios que su familia, los Quiñones de León, siempre prestaron a la corona desde el tiempo de Isabel II hasta Alfonso XIII.

A partir de 1896 el matrimonio se instala en Biarritz donde ya vivían los padres de Antonia en Villa Bañuelos, y allí vivieron cerca de veinticinco años en Villa Alcedo, donde ella sigue pintando pero reduce su participación en exposiciones públicas y se dedica, junto a su marido, a reunir una amplia colección de arte. La villa se convirtió en un lugar de encuentro de personalidades del mundo artístico, político, y cultural del momento. Allí tuvieron dos hijas, Antonia e Isabel, que aparecen frecuentemente representadas en sus últimas obras. Antonia Bañuelos murió el 7 de diciembre 1909 en Bournemouth, (Inglaterra) a donde se había desplazado para mejorar su salud y fue enterrada en Biarritz el 19 del mismo mes en un funeral de numerosa asistencia celebrado en la iglesia de Sainte-Eugenie de Biarritz. (Le Figaro 19. 12.1909)

Después de más de un siglo, los herederos han decidido poner a la venta los enseres, mobiliario y cuadros que quedaron en un almacén tras la venta de la villa. A ese movimiento obedece probablemente la adquisición del Museo del Prado, el 15 de septiembre de 2023 en París, del Retrato de Antonia Bañuelos, así como la subasta realizada en Saint-Jean-de-Luz en 2024 de parte del patrimonio familiar conservado en el que se encuentran varias obras de la pintora que han sido adquiridas por el Ayuntamiento de Vigo con el interés de incorporarlas al Museo de la ciudad ubicado en el pazo de Castrelos. 
Algunas de las obras subastadas en Saint-Jean-de-Luz (2024)

Hay que recordar que el pazo procede de la herencia de la marquesa de Valladares, primera mujer de Fernando Quiñones de León; este lo heredó tras la prematura muerte de su hijo y siguiendo su voluntad lo legó al consistorio vigués en 1924 para la creación de un museo. Al año siguiente la nuera renuncia al usufructo del pazo adquiriendo el consistorio la completa titularidad por lo que su centenario se celebra en este 2025. En la actualidad el Museo conserva el mobiliario y decoración de la época que ahora se ampliará con los objetos y pinturas adquiridos en Francia.

Antonia Bañuelos. Pinturas familiares procedentes de la subasta de Saint-Jean-de-Luz (2024)
El concello de Vigo pagó unos 40.000€ por un lote de varios objetos entre los que se encontraban estas pinturas cuya restauración se encargó a Javier G. Lozano Estudillo

Sus obras

Antonia Bañuelos debutó en 1879 a los 24 años en el Salon des Artistes Français, celebrado en el Palais des Champs-Elysées, y desde entonces participó regularmente presentando un total de 13 obras, entre ellas, Unos mendigos, El guitarrista, pintado en 1880 que presentó al Salón en 1887; el Retrato de la condesa de Cherchedegne, Los pequeños pescadores de 1883 y el Niño dormido que presentó en diversas exposiciones y por el que recibió los mayores reconocimientos. 

A. Bañuelos. El guitarrista 1880 Col. Part.
Retrato de la condesa de Cherchedegne, 1882, Colección privada
Los pequeños pescadores. 1883

En 1903 presentó Tres Retratos en una exposición de Bayona, y en 1905 participó con el retrato de la Reina Nathalie de Serbie en otra exposición realizada en el Teatro de Bayona.  El Despertar de un niño de 1890 en la colección de Arte de la ciudad de Alcoi, representa el estilo que le dio más fama.

A. Bañuelos. El despertar de un niño. 1890 Museo de Alcoi

Su presencia en el Museo del Prado

Antonia Bañuelos y Thorndike. Retrato de mujer joven. [P08456] Sala 62A MNP
Inscripción: A.de Bañuelos./Xmas, 1885

La obra, que figuraba en la subasta como Retrato de mujer, pasó posteriormente a considerarse como un Autorretrato de la autora basándose en semejanzas con algún retrato fotográfico aparecido en prensa y el testimonio de un bisnieto que asegura que se trata de la propia pintora. El retrato, fue realizado, según inscripción que figura en la obra, en las navidades de 1885 cuando la pintora tenía treinta años, y representa efectivamente a una mujer que aparenta esa edad. 

Entre las obras que integraban la mencionada subasta de Saint-Jean-de-Luz se encontraba otro retrato de una mujer con el pelo sujeto con un lazo azul de similares características, quizás algo más joven, que probablemente corresponden a la misma persona. Este posible autorretrato si, como parece, forma parte de las obras adquiridas por el Ayuntamiento de Vigo, quizás podamos verlo pronto y conocerlo mejor  cuando se presente al público tras su estudio y restauración.

A.de Bañuelos, Portrait de femme au ruban bleu

Las imágenes conocidas de Antonia, tanto la que figura en la portada del Álbum de la Mujer, (29.4.1888), en la que vemos a una joven de larga melena y aspecto romántico, como la más conocida, ya de madurez de perfil, peinada con un sencillo moño; permiten ver ciertas similitudes con los dos posibles autorretratos.

Izq. Retrato de Antonia Bañuelos (Det.) en el Álbum de la Mujer (29 abril 1888)
Derecha Fotografía en  La Ilustración Artística (12.11.1900)

Damos la bienvenida y celebramos la presencia de Antonia de Bañuelos en la sala de retratos de artistas del siglo XIX ampliando, como decíamos al principio, la nómina de pintoras expuestas en el Museo. La incorporación de obras de pintoras ha pasado de ser un hecho casi extraordinario a empezar a convertirse en una situación de normalizada presencia.