martes, 1 de septiembre de 2020

ESCULTORES FILIPINOS 1850 - 1898 (A - J)

"Por codicia de extraños y descuido de naturales, por malicia de émulos e indiferencia de propios,  las islas Filipinas no son en España tan conocidas como se debieran".  
Victor Balaguer. 1870

Durante los trescientos treinta y tres años de colonización española (1565-1898) la escultura, al igual que el resto de las artes en Filipinas, estuvo dominada por la influencia de las órdenes religiosas que se asentaron de forma institucional en las islas donde además de tener el monopolio de la enseñanza construyeron iglesias y catedrales para las que se requería un gran número de imágenes.

Desde entonces hasta bien entrado el siglo XIX es predominante la iconografía cristiana, siendo sus representaciones principales el Cristo crucificado, la Virgen y el Niño, representaciones que reciben la influencia española a través de las esculturas que son llevadas a las Islas por los religiosos que promueven a su vez la realización de imágenes de sus santos titulares: San Francisco, Santo Domingo, Santa Rosa de Lima, San Ignacio o San Antonio, por citar algunos. A medida que el arte local va desarrollándose disminuye la llegada de obras procedentes de España pues los laboriosos artistas filipinos producían imágenes suficientes para cubrir las necesidades de las islas e incluso para la exportación.

La escultura se realizaba en madera o marfil. Las imágenes de madera eran de tamaño natural, con buenos rostros pero con poca preocupación por las formas del cuerpo que, al fin y al cabo, iba a ser cubierto piadosamente con túnicas y mantos recamados de oro y plata, tarea de la que se ocupaban las camareras de las hermandades, al igual que se hacía y se hace en España.

Ejemplo paradigmático lo tenemos en el Santo Niño de Cebú (Santonilyo, para los filipinos). En la basílica de la ciudad de su nombre se conserva la primera imagen, procedente de Flandes, que pertenecía a Fernando de Magallanes quien en 1521 la regaló el día de su bautismo al rey de Cebú, Rajah Humabon y a la reina, Hara Jumamay (a partir de entonces llamados Carlos y Juana), según cuenta Antonio Pigafetta, cronista de la expedición que completó la primera circunnavegación de la tierra

            "Sabiendo el capitán [Magallanes] que el Niño le gustaba mucho a la reina, se lo regaló y le dijo que lo colocase en sustitución de sus ídolos, porque era en memoria del Hijo de Dios." 

La imagen, perdida, fue encontrada "milagrosamente" cuarenta y cuatro años después por Juan de Camuz, uno de los marineros de Legazpi (1565) y ha conservado desde entonces una gran devoción popular como muestra la gran fiesta que se sigue celebrando en su honor el tercer sábado de enero en Cebú.
Imagen del Santo niño de Cebú. (h.1521) 
Basílica Menor del Santo Niño de Cebú - Filipinas

El poeta Gerardo Diego, que estuvo unos meses en Filipinas en 1935, enviado por el Ministerio de Estado para promover el español en el Archipiélago, supo captar la importancia y la historia de esta imagen para los filipinos y le dedicó una poco conocida poesía: 

Santo niño de Cebú 
que juegas al escondite 
¿Dónde? ¿En Flandes? ¿En Cavite?
No, en Cebú, búscame tú 
¿Por dónde se va a Cebú?...

La escultura en marfil que se hace en el Archipiélago, igualmente de carácter religioso, es de una gran perfección. Se trata de obras de pequeño tamaño en las que puede verse, además de la española, la influencia de la vecina China. Los sangleyes, nombre con el que se conoce a los chinos de Filipinas, juegan un papel relevante en la eboraria hispano-filipina a la que aportan su estética orientalizante ya que ellos van a ser primero artífices y luego maestros de los artesanos filipinos en la realización de estas imágenes.
 Grupo escultórico Sagrada Familia S.XVII. Filipinas.
Museo Nacional de Antropología.

En el siglo XIX  la tradición de la escultura religiosa se mantiene y tiene demanda suficiente para que en 1880 se establezca en Manila el Gremio de artistas dedicados a las imágenes de "santos". En esa misma época comienza a desarrollarse una escultura de carácter costumbrista en la que la madera será el material predominante con la que se realizan figuras singulares y grupos de género copiados del natural, imprimiendo a las figuras un carácter que nos recuerda a la imaginería más que a la escultura.

"Al punto aparece la madera invadiéndolo todo e imprimiendo 
a lo que es arte los caracteres de oficio".
A. Vicenti. Artículo en El Globo 1887

Con el tiempo esta estética costumbrista con fuerte acento localista evoluciona hacia un arte más abierto al reconocimiento internacional, hecho que se produce cuando sus alumnos más destacados son pensionados para ampliar sus estudios artísticos en España y Europa.


LA ESCULTURA FILIPINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

El propósito de este artículo es hablar de la escultura filipina que florece durante la segunda mitad del siglo XIX entorno a la Escuela de Dibujo Natural y Pintura de Manila (1850-1898). La importancia que va adquiriendo, primero la pintura y después la escultura en Filipinas, se hace evidente a partir de la creación de esta Academia oficial que centraliza la mayor parte de la actividad artística de las islas. En 1879 se produce la incorporación de la escultura a su plan de estudios sistematizando una formación hasta entonces parcial y dispersa.

Al igual que en mi anterior artículo sobre los pintores de Filipinas de esa misma época, el hilo conductor de este, dedicado a sus escultores, será el propio Catálogo de la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887, que junto con las diversas Guías publicadas para la ocasión sigue siendo la fuente más completa y directa del evento, que como sabemos se celebró en el madrileño parque madrileño del Retiro.

Pocas veces se ha resaltado la gran obra colectiva que supuso la celebración de esta Exposición en la que todos quisieron colaborar, instituciones oficiales de todos los niveles, entidades asociativas y comerciales, escuelas y universidades, y lo que es más importante, personas singulares, funcionarios, civiles, artistas, religiosos, estudiantes, artesanos, bordadoras, y hasta los presos de las cárceles que querían mostrar lo mejor de las islas. Sea cual fuera la materia a exponer: cajas, pañuelos, tabaqueras, juegos de café, libros, cuadernos, labores de bordado y confección, especias, plantas... nadie se quedó al margen, como puede verse en la interminable lista de nombres que aparecen en el Catálogo oficial de la Exposición en la que se cuentan por miles los productos y por centenares los expositores. Todas esas personas merecerían el reconocimiento de su aportación; por citar algunas al azar: Clotilde Rosado, Félix Oca, Damiana Yamson, Apolinar Brull, Asunción del Pan, Esteban Ibeas, Juana Trujillo, Rafaela Cepeda, José Mª Borregón, Fr. Toribio Minguella, José Piñón, Pedro Tubiño, Társila Vargas, Francisco Pertierra, Eulalio Carmelo, Federico Sawyer, Monjas de Santa Clara, Silvestre López, Fr. Salvador Font, y muchas otras más, hasta un niño de doce años Vicente Rivera y Mir que llegará a ser un conocido pintor, que presentó un cuadro de un paisaje a la Exposición.

Volviendo al tema de la escultura, muchas de las obras que se presentaron en la exposición, realizadas tanto por artistas consagrados como por alumnos de la Escuela, se mantuvieron en el Museo Biblioteca de Ultramar -MBU- mientras este duró (1888-1909), y tras su desmantelamiento fueron asignadas al Museo de Arte Moderno -MAM-, que ocupaba en ese tiempo parte del edificio de la Biblioteca Nacional en el Paseo de Recoletos de Madrid.

Tras el cierre definitivo del MAM en 1971, las esculturas fueron transferidas al Museo del Prado; con ello se modificó su dependencia pero no su situación ya que debido a la política de dispersión iniciada  en el siglo XIX para aligerar los museos nacionales, las obras se fueron depositando en diversos organismos e instituciones, siendo en este aspecto el Museo Nacional de Antropología el principal tenedor de estas obras (además del conjunto de enseres y las figuras mítico-religiosas prehispánicas presentadas en la Sección de Antropología de la Exposición), y el Museo del Ejército en lo relativo a aquellas relacionadas con la historia político-militar de las islas; incluso el Jardín Botánico fue el destino final de obras del ámbito natural como las láminas de la Flora Filipina del Padre Blanco que figuraban en la Exposición y se conservan en sus archivos con sus rústicos marcos de caña. Se ignora sin embargo el destino final de muchas de las obras a pesar de estar recogidas en los inventarios realizados en el momento de su reasignación.

La Biblioteca Nacional también fue heredera de muchas de las piezas presentadas a la Exposición tras la disolución del Museo-Biblioteca de Ultramar, destacando por su importancia las colecciones de dibujos, caligrafías o fotografías agrupadas en forma de álbum con elaboradas cubiertas de madera u otros materiales decoradas con relieves que pueden ser consideradas en sí mismas como verdaderas obras artísticas.
Álbum con sus tapas de madera camagón (parte central) y molave (marco), tallada la superior con una vista en relieve de la entrada del rio Pasig con cuatro escudos y cuatro paisajes tallados por Isabelo Tampinco, conteniendo 30 vistas fotográficas ejecutadas por el fotógrafo Francisco Van Camp. BNE. Información extraída del Catálogo de los objetos remitidos por la Sección 8ª  a la Exposición General de Filipinas. 1887. BNE. 


LA ESCULTURA EN LA EXPOSICIÓN GENERAL DE FILIPINAS - MADRID 1887

            "Las artes en particular tienen aquí dignísima representación, sobre todo la pintura y la escultura, que aunque sólo contaran con el pincel de Luna y el buril de Tampinco, Gaudínez, Flameño, Arévalo y los escultores de la escuela de Paete (provincia de la Laguna) tendrían derecho a no quedar en ningún certamen desairadas."
Guía de la Exposición (BNE)

El principal problema con el que nos encontramos a la hora de hacer un recorrido por las esculturas y otros objetos presentados a la Exposición de Filipinas es que muchas de ellas se han perdido o se ignora su paradero, por lo que a pesar de tener la noticia del autor y obra presentada, no es posible poder mostrarla. Esto es especialmente grave cuando se trata de obras que estuvieron bajo tutela estatal, es decir, que siguiendo el camino señalado anteriormente, pasaron del Museo-Biblioteca de Ultramar al de Arte Moderno y de allí al museo del Prado, tal como podemos comprobar en los inventarios que se hicieron para la ocasión. El hecho es que muchas de ellas desaparecieron.

Iniciaremos la relación de escultores y esculturas, de acuerdo con el orden alfabético seguido en el Catálogo, mencionando las que figuraron en la Exposición y con especial detención en las que actualmente se conservan.

CIRIACO ARÉVALO 
(Santa Cruz - Manila, 1863 - ? )

Es el escultor que abre la lista del Catálogo de expositores. De ascendencia chino-filipina, era entonces un joven escultor soltero de 25 años, el mayor de una humilde familia numerosa dependiente de un anciano padre. Fue alumno de la Academia de Dibujo y Pintura de Manila. La obra que envió Arévalo representaba un Indio sorprendido por un baguío*; en la actualidad se desconoce el paradero, aunque podemos hacernos una idea de ella por su imagen publicada.
Ciriaco Arévalo. Indio sorprendido por un baguio. La Ilustración 25.9.1887 
*Baguío es el nombre filipino de un violento temporal de vientos cambiantes procedente del océano Pacífico. 

La obra le hizo merecedor de medalla de oro (Relación de premios publicada en la Gaceta Oficial el 14.11.1887) adelantando con ello a su principal y mejor situado competidor, Félix Pardo de Tavera que obtuvo Medalla de Plata. La noticia le llegó a través de la prensa de Manila pues él no viajó a España. El éxito conseguido le abrió la posibilidad de continuar sus estudios de Escultura como alumno pensionado en Europa. El artículo sexto de la Real Orden del Ministerio de Ultramar dada en Madrid a 11 de Octubre de 1887, firmada por el ministro Víctor Balaguer, dispone "Que se consulte a Ciriaco Arévalo si desearía venir a Europa a perfeccionarse en el dicho arte, y en caso afirmativo, que se cree una plaza más de alumno pensionado para el mismo". El expediente de concesión de dicha pensión (1887) se encuentra en el Archivo Histórico Nacional (Ultramar, 603, Exp.11) aunque no hay constancia de que llegara a utilizarla. Según Luciano P. R. Santiago (Philippine Academic Art: The Second Fase 1845-98), Arévalo declinó su aceptación por la preocupación de dejar a su familia sin medios de subsistencia.


BONIFACIO ARÉVALO Y FLORES 
(Quiapo, 1850-1920)

Del mismo apellido, sin que conste parentesco entre ambos, es el escultor Bonifacio Arévalo, ilustrador, escultor y odontólogo, oficio este último aprendido de su tío José Arévalo, a quien se considera el primer dentista filipino. De hecho en la Exposición Regional celebrada en Manila en 1895 presentó, además de un grupo de esculturas, "un busto con una dentadura postiza, diez y siete piezas de dentadura y doce dientes fenómenos". (Catálogo de la Exposición Regional Filipina. Manila 1895. P.498).

Sus obras en la Exposición madrileña no estaban incluidas en la Sección de Bellas Artes sino que fueron enviadas por la Comisión Central de Manila para su exhibición en la Sección Sexta dedicada a la agricultura, horticultura y ganadería. Se trata de figuras que representan Tipos del País y algunas de grupo realizando escenas agrícolas y domésticas. El Museo Nacional de Antropología conserva figuras de ambos tipos realizadas básicamente en madera y estuco, que se exponían bajo urnas de cristal.
Modelo de una pilandería de palay en lusang 
(Para descascarillar arroz en mortero de madera )

BRAULIO BALTAZAR  
(Manila, h.1860 - h.1920)  

Nada sabemos de la biografía de este Braulio Baltazar que presentó una pequeña obra de estudio a la exposición. Se trata de un busto (46 x 31,50 cm.) que representa un chico joven de rasgos filipinos, tallado en de madera, con el título "Mi bata" que tiene en tagalo el significado de mi chico o mi hijo. Probablemente se trate de la obra de un estudiante de la Escuela de Dibujo y Pintura, en la que, como hemos comentado se introdujo la disciplina de escultura en 1879.


Braulio Baltazar, «Mi bata», MNP en depósito en el Museo Nacional de Antropología DE23


MELECIO FIGUEROA MAGBANUA 
(Arévalo de Iloilo, 1842 - Manila, 1903)
Y ANDRÉS FIGUEROA (SU TÍO)
Retrato de Melecio Figueroa  por Eugenio Oliva. Academia de España en Roma. 1878-1881

Aunque en puridad de principios el nombre de Melecio Figueroa Magbanua no aparece en el Catálogo de la Exposición, su papel en ella es relevante ya que fue el encargado de realizar las medallas conmemorativas. 

Su tío, Andrés Figueroa sí que figura en dicho catálogo con dos pequeñas obras: Marco ovalado con el Busto de S. M. la Reina Regente, hecho con la médula de bosborón y un fanal con un grupo representando La jura de S. M. la Reina Regente, también tallado en médula de bosborón, que no han llegado hasta nosotros. 

La fama del escultor Andrés Figueroa debía preceder a estas obras con las que participa en la Exposición ya que el 13 de Enero de 1888 en La Gaceta de Manila se publica la concesión de la Cruz de Caballero de Isabel la Católica, libre de gastos, "En atención á los méritos y circunstancias que concurren en el escultor filipino D. Andrés Figueroa, como recompensa a servicios de carácter extraordinarios»

El papel de Andrés Figueroa fue determinante para la vida profesional de su sobrino ya que habiendo sido elegido por el empresario español en Filipinas Francisco Ahujas para financiar su estancia en Madrid para el perfeccionamiento de su profesión de tallista, declinó la pensión en favor de su sobrino Melecio, que ya había dado pruebas de sus habilidades como escultor. 

Gracias al soporte económico del asturiano Francisco Ahujas que hizo su fortuna en el archipiélago llegando a ser nombrado Consejero de FilipinasMelecio Figueroa pudo venir a Madrid en 1866 matriculándose el primer año en la Escuela de Artes y Oficios y al curso siguiente en la Superior de San Fernando donde destacó obteniendo premios y distinciones. Las cosas cambiaron cuando falleció su protector a pesar de ello pudo continuar los estudios gracias a la hija de Ahujas que continuó en parte la ayuda para que pudiera terminar el curso y un conserje de la Academia le permitió usar una de las habitaciones para su alojamiento. Además él mismo contribuía a su mantenimiento reparando relojes. 
En la Exposición de Bellas Artes de 1875, Figueroa presentó un busto de Alfonso XII por el que fue reconocido y se le concedió una pensión de 1.000 pesos anuales a partir de 1877; al año siguiente ganó el concurso para una estancia en la Academia española de Roma, en donde figura su retrato como recuerdo de su paso. 

De vuelta en Madrid va a ser seleccionado como juez suplente en la Exposición de las Islas Filipinas de 1887 y recibe el encargo para realizar las monedas conmemorativas, para las que hizo un diseño que tanto gustó a la reina regente que le premió con otros tres años más de pensión. 
Melecio Figueroa. Cara y cruz de la medalla conmemorativa de la Exposición de 1887

En 1888 se casó con la española Enriqueta Romero y no volvió a Filipinas hasta 1892, después de más de quince años en la península. A su vuelta fue recibido en Manila como hombre ilustre, fue portada de la Ilustración Filipina en la que su amigo, el pintor Miguel Zaragoza le dedicó un amplio artículo. En 1893, fue nombrado primer grabador de la Casa de la Moneda de Manila. En 1895 entró a formar parte del claustro de profesores de la Academia de Arte de Manila -único malayo en esa categoría- como profesor de grabado en hueco. Su última gran creación, por la que es conocido por la mayoría de los filipinos de hoy fue el diseño del anverso de la moneda adoptada por la República Filipina. Falleció en Manila el 9 de septiembre de 1903.
El diseño de Figueroa apareció en las monedas de peso filipino hasta la década de 1960. 


JOSÉ FLAMEÑO

Pocas noticias tenemos de este escultor que en los Catálogos de la exposición figura como "José" pero en la información del Museo del Prado se menciona como "Juan". No creemos justificado el cambio de nombre pues el AHN conserva el expediente de la Exposición (AHN/16//Ultramar, 5289, Exp.24) en el que se indica: "El escultor filipino D. José Flameño es significado para concesión de la cruz de Carlos III". Esta noticia se anuncia en la Gaceta de Manila (13.1.1888) donde se menciona que ya disponía del título de "Caballero de la Real Orden América de Isabel la Católica" 

Recorte sobre D. José Flameño en la Gaceta de Manila de 13 enero 1888

José Flameño presentó a la exposición un conjunto de ocho imágenes religiosas: San Ildefonso, Santa Cristina, Santa Práxedes, Santa Angela, San Víctor, San Rafael, San Joaquín, San José, San Fernando y San Peregrín; todas excepto la primera, según dice la crónica, estaban protegidas por una vitrina.

A pesar de tan importante número de obras es probable que únicamente se hayan conservado dos de ellas: la figura de San Ildefonso -en la que se han producido notables pérdidas- y la de Santa Cristina. 
Lo que queda de la figura de San Ildefonso se puede confrontar con la imagen que aparece en una fotografía de la exposición.
Posible imagen de San Ildefonso del Museo de Antropología junto con el detalle 
de la fotografía de Laurent de la Sala de Exposiciones (1887)

En cuanto a la imagen que probablemente representa a Santa Cristina, la información del Museo la denomina "Virgen" a pesar de que no consta que el escultor presentara ninguna Virgen a la exposición. La medida de esta imagen, 65cm., coincide con la indicada en la ficha de ingreso al MAM. Ambas figuras se encuentran en el Museo Nacional de Antropología. 

MAM Portada Documentación Ingreso Santa Cristina (AMNP)
José Flameño. Imagen (posible) de Santa Cristina. 1887. MNP en depósito Mº Antropología 

MANUEL FLORES DE LIMA 
(Manila, 1854ca. - 1920)

De este escultor sabemos que fue uno de los colaboradores con los que contó Isabelo Tampinco en los trabajos que estaba realizando en esa época para la Iglesia de San Ignacio en Intramuros. 

Flores presentó a la exposición una caja que contenía dos esculturas: La  primera, con el título "¡Quién vive!" es una figura de 72 cm. de altura, tallada en madera, que representa un guardia o centinela indio, en tagalo bantay, con una vara o lanza en la mano derecha. La firma y la fecha se encuentran en la peana que sirve de base a la escultura. Los Bantays y los alguaciles mayores custodiaban las cárceles, perseguían a los malhechores y velaban por la seguridad pública.
Manuel Flores. Tres vistas de la escultura ¿Quién vive?. Manila 1887. MNP en depósito Mº de Antropología.

Compañera de esta era una talla de las mismas dimensiones titulada con el santo y seña ¡España! que representaba una mujer alumbrando con una antorcha los campos envueltos metafóricamente en las sombras del fanatismo y la ignorancia. El periodista López Jaena la describe como "una mujer de cabellera desgreñada, llevando en su mano un 'juepe' o hachón de brea envuelto en hojas de cocotero”. Aparece consignada en los inventarios del MAM donde se informa que fue depositada en 1935 en el Grupo Escolar Concepción Arenal de Madrid, sin que hoy se conozca su paradero.

VICENTE FRANCISCO DIONISIO  
(Manila, 1865-1936)
Ismael Alzate y Astudillo, guía y traductor del grupo de filipinos en la Exposición 
con el joven escultor Vicente Francisco. Foto Debas Pujant, Madrid, 1887 MNANTR.

Vicente Francisco, joven escultor de 22 años, llegó a Madrid formando parte del grupo de 43 filipinos representativos de las Islas. A juzgar por los comentarios y las crónicas fue la sensación de la Exposición por su juventud, su simpatía y sus habilidades. Trabajó en varios talleres de Manila y obtuvo su primer premio, medalla de plata, con un Crucifijo que presentó a la Exposición celebrada en Luzón para conmemorar el centenario de Santa Teresa. Se estableció por su cuenta y realizó diversos encargos antes de su venida a España. El general Terreros le encargó el busto del difunto rey y le nombró escultor de la Comandancia general.

Presentó a la Exposición tres bustos; el de S. M. el Rey Alfonso XII, hecho de marfil, del que la prensa alaba la técnica pero no el parecido con el difunto rey (La Vanguardia 5 de mayo de 1887); el del alcalde de Manila Luis Ricardo de Elizalde, personaje del que se decía bromeando que era tan simpático que debería enviarse a la Exposición como "cosa rara"; y el del general Emilio Terrero Perinat, Gobernador General de Filipinas, de 72 cms. de altura, tallado en madera «baticulin» (árbol de madera muy apreciada). Este último además del busto del rey se encuentran depositados en el Museo del Ejército en Toledo.
Vicente Francisco. Bustos de S. M. el Rey Alfonso XII y del general Terrero Perinat.1887 MNP en depósito en el Mº del Ejército.

Emilio Terrero Perinat fue gobernador de las Filipinas entre 1885 y 1888 y entre otras cosas será recordado por su defensa de Rizal frente al combativo sector religioso de las islas. Las crónicas dicen que el busto se presentó en la exposición "pintado de amarillo". Es posible que en la base del busto aun se mantengan restos de dicha pintura que habría sido retirada dejando ver la preciosa madera de que está hecho.

Vicente Francisco también presentó tres crucifijos: dos de sándalo y uno de baticulín, dos de los cuales, dice la crónica, tenían el "original mérito de estar copiados del cuadro de Velázquez".  Finalmente el Catálogo recoge de este escultor un grupo modelado en barro titulado “Amor de madre” y un busto de Miguel Medrano Morales, en escayola, presentado por el propio efigiado, todos ellos en paradero desconocido actualmente.

Fue premiado con Mención Honorífica y a propuesta del jurado de la Exposición fue pensionado para recibir formación en España. De acuerdo con lo establecido en la Real Orden de 11 de octubre de 1887, "se dispone el aumento de una plaza de alumno pensionado y que esta se confiera a Vicente Francisco Dionisio, natural de Manila, para perfeccionar sus estudios de Escultura en la Escuela Central de Artes y Oficios de Madrid". (AHN Ultramar, 603, Exp.10). Su nombre figura en las actas de la Academia de San Fernando de 1888 a 1890.

            "Si sus deseos se cumplen y acude a Roma, la cuna de las artes, como pensionado, no hay duda que a la vuelta de algunos años, tendrán confirmación completa las palabras que hemos oído de labios de Ismael Álzate: «Luna con su paleta, y con su cincel Vicente Francisco, son las dos estrellas que brillan en el cielo del arte del Archipiélago de Filipinas." (Crónica de la Exposición de Filipinas. Antonio Flórez Hernández).

En 1892 presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año una escultura en yeso con el título Una indígena de Filipinas. De vuelta a su tierra en 1894 solicita la plaza de profesor de Modelado y Vaciado de la Escuela de Artes y Oficios de Manila (AHM. Ultramar, 600, Exp.7) y más tarde se convertiría en el primer profesor de moldeado y escultura de la Escuela universitaria de Bellas Artes. Vicente Francisco no llegó a casarse, vivía con dos hermanas, también solteras. Invitados por el pintor Miguel Zaragoza, también profesor en la Universidad, los tres hermanos compartieron con él su domicilio  durante varios años hasta la muerte del benefactor en 1922. 

CIRIACO GAUDÍNEZ  Y JAVIER 
(Manila, 1847 - 1919)

Era ya un escultor consagrado, además de orfebre y músico, Ciriaco Gaudínez, cuando presentó sus obras a la Exposición de Filipinas. Formaba parte del gremio de escultores que se creó en Manila en 1880. En escultura trabajaba principalmente con madera, y sus temas eran costumbristas aunque también realizó imágenes religiosas y retratos.

Cinco de las nueve esculturas de madera que presentó a la Exposición eran de carácter costumbrista y fueron muy comentadas en especial por sus títulos que figuraban grabados en las peanas que les servían de base: Platonismo filipino; El mérito de la virtud no consiste en la ostentación, que muestra un personaje subido sobre un tambor; La superioridad determina triunfo, en la que dos niños pequeños disputan por un sombrero, La educación de los pueblos destierra sus pasiones, que muestra una niña que abandona los juguete para leer un libro y El arraigo de las costumbres. 
Ciriaco Gaudínez, Imágenes de "La educación..." y "El mérito de la virtud..." 

De todas ellas solamente tenemos noticia del paradero de la que se conserva en el Museo de Antropología titulada El arraigo de las costumbres. que es una figura en madera de 82 cms. de altura que muestra a un muchacho llevando sobre su cabeza una caja abierta que sujeta con su mano derecha, en la que yace el cuerpo sin vida de una niña pequeña.
 Ciriaco Gaudínez. El arraigo de las costumbres. Vista de frente, figura superior y vista trasera, 1887 MNP. Depositado en el M. N. de Antropología

La imagen parece querer plasmar la querella existente durante todo el siglo XIX entre la iglesia y la Administración colonial respecto a funerales y enterramientos, que terminó con la prohibición de realizar los ritos funerarios con los cuerpos de los fallecidos al descubierto y de enterrarlos en las iglesias.

Otra de las figuras que se conservan de este escultor es el Busto-Retrato en madera molave de Fray Pedro Payo (1814 - 1889), religioso ligado a Filipinas durante toda su vida y que fue nombrado Arzobispo de Manila en 1876. Por esta obra y por la desaparecida La superioridad determina triunfoGaudínez recibió el autor Medalla de bronce en la Exposición. 
Ciriaco Gaudínez. Busto de Fray Pedro Payo, Arzobispo de Manila. 
MNP en depósito Mº N. de Antropología

La memoria en Filipinas de este personaje no puede ser más negativa. En marzo de 1888 un numeros grupo (810) de filipinos nativos y mestizos firman una petición para expulsarle de la sede y del archipiélago por considerarle brutal y cruel con los nativos y mestizos. El problema se reuelve con el temprano fallecimiento del arzobispo  Payo y Piñeiro (1.1.1889) 

Tres obras más completaban la aportación de Gaudínez a la Exposición, todas ellas muy alabadas pero que desgraciadamente no han llegado a  nosotros: Un busto de mármol de Santa Teresa, un cuadro en relieve con el busto del Pintor Juan Luna y una tabla tallada con una escena de una pelea de gallos con el título Parodia de Spoliarium de Luna, que no pretendía ser una burla, como a veces se ha dicho, sino una trasposición de la escena final de la lucha de gladiadores de spoliarium a una pelea de gallos. Se trataba de una tabla de unos 60 centímetros de ancho por 24 de altura que ya en la época mostraba una grieta horizontal a causa del proceso de aclimatación.

Ciriaco Gaudínez también fue orfebre y platero, y como tal participó en la Exposición colonial de 1883 en Ámsterdam a la que presentó un "Tarjetero de plata cincelado con el retrato del cómico indígena D. José Carvajal" valorado para su venta en 150 pts. No sabemos si llegó a recuperarlo pues el Archivo Histórico Nacional conserva el expediente promovido por el Gobernador General de Filipinas instando su devolución tres años después de terminada la Exposición (Ultramar,139, Exp. 15, 1886). Sin embargo sí conocemos otra de las obras de platería presentadas a esa misma Exposición con el título "Torear por lo fino" que es el título de una zarzuela, obra de F. Macarro con música de Isidoro Hernández. Curiosamente la obra, que hoy conserva el Museo Nacional de Antropología, fue dedicada por Gaudínez al mismo actor filipino que el tarjetero perdido. En la página 3 del Diario Oficial de Avisos de Madrid del 28 de marzo de 1883 leemos:

              "Entre los objetos que Filipinas envía a la Exposición de Amsterdam, figura uno de platería, consistente en un lancape [banco de caña] de plata primorosamente trabajado, y al lado un tapanco [biombo], el cual lo constituye el retrato en alto relieve del actor cómico señor Carvajal (del teatro Filipino) en la zarzuela "Torear por lo fino", en el momento de cantar con la garrocha al hombro. Este objeto tiene al respaldo la dedicatoria a S.M., a cuyas manos desea el artista, Ciriaco Gaudinez, vaya después de figurar en la citada exposición".
Ciriaco Gaudínez. "Un célebre cómico de teatro filipino en la zarzuela Torear por lo fino” 1880 M.N. Antropología. Firma a la vista

La zarzuela -sarswela en filipino- entró en Manila en 1879 con grupos teatrales españoles, que representaban las piezas que habían tenido éxito en Madrid como Jugar con Fuego o El barberillo de Lavapiés. El género fue ganando adeptos y aumentando el número de actores filipinos y de producciones propias, reflejando las costumbres, tradiciones y la música de las Islas. Una de las primeras zarzuelas filipinas fue la que llevaba por título Junto al Pasig (1880) de José Rizal.

CRÍSPULO JOCSON 
(Manila, 1850-1927)

En el Catálogo General de la Exposición aparecen dos obras atribuidas a un “Norberto Jacson” produciendo un doble malentendido en cuanto al nombre y a las atribuciones, que se aclara si tenemos en cuenta la información contenida en el más detallado Catálogo de los objetos remitidos de la Sección 8ª (BNE) donde figuran dos escultores con el apellido "Jocson" como autores de las obras.

Norberto Jocson y Papa, de Manila, es el autor de una escultura en madera que lleva por título Detalle de un friso Greco-romano, que no ha llegado hasta nosotros ni conocemos su imagen.

Críspulo Jocson (no Jacson), también de Manila, es el autor de la escultura de madera titulada: Recuerdo de Antipolo, que el Museo del Prado tiene depositada, como las otras en el Museo de Antropología.
Firma del mismo autor en la base de una escultura (S, Ignacio), donde  se ve claramente el apellido Jocson

En el Catálogo de la Exposición no figura su segundo apellido "Papa" aunque sí aparece en el Inventario del Museo de Arte Moderno por lo que cabría la posibilidad de que pudiera ser hermano del anterior.
Detalle del Inventario del MAM 1899 (Archivo MNP) 

Crispulo Jocson fue otro de los colaboradores de Isabelo Tampinco en los trabajos que estaba realizando para la Iglesia de San Ignacio en Intramuros. Críspulo abrió su propio taller en el distrito de Santa Cruz en Manila y continuó trabajando para los Jesuitas en el Ateneo Municipal de Manila, convirtiéndose en uno de los escultores de imágenes religiosas más populares del país. 

Jocson se casó con Marcela Alegrado con quien tuvo doce hijos, uno de ellos, Mariano, que cambió su apellido a Jhocson para que no le relacionaran con sus primos, al parecer revolucionarios, fundó en 1900 el Colegio Filipino que en pocos años se convirtió en la Universidad Nacional de Filipinas de la que fue su primer director.
 
Críspulo Jocson. Recuerdo de Antipolo. 1887 MNP en depósito Mº Antropología

La imagen de Recuerdo de Antipolo representa a una mujer que peregrina a la ciudad de Antipolo*, vistiendo ropa tradicional filipina cubierta con una prenda sobrepuesta que le sirve de protección para el viaje, rematada con un encaje y sujeta con un cinturón del que cuelgan las llaves. Con la mano derecha aprieta una pequeña bolsa que lleva colgada del cuello, habiendo perdido parte del aderezo que llevaba en su mano izquierda con la que sujetaba unas flores y un pañuelo, tal como puede verse en un grabado de la época. Llama la atención la larga melena que le cuelga por la espalda rematada por un nudo.

*La ciudad de Antipolo en la isla de Luzón es famosa por ser un lugar de peregrinación a su catedral en la que se venera la imagen de Nuestra Señora de la Paz y Buen Viaje llevada desde de México en 1626. En España, se conserva una imagen de la Virgen de Antipolo en el santuario oscense de Torreciudad y otra en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, a donde fue traída desde Filipinas en 1951. Ambas imágenes tienen muchos seguidores de su país natal que una vez al año peregrinan para visitarlas.

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