sábado, 14 de mayo de 2022

HERMANAS VALDÉS - PINTORAS POR TRADICIÓN FAMILIAR (4)


R. Monasterio de San Clemente en Sevilla en el que profesó una de las hijas de Valdés Leal
 Detalle de la portada barroca con un azulejo del patrón.

La familia Valdés Carrasquilla estaba formada por el matrimonio del sevillano de origen portugués Juan [de Niça] Valdés Leal (1622-1690), maestro en el arte de pintar, y la cordobesa Isabel Carrasquilla y Morales, que se casaron en Córdoba en 1647. Alternaban sus trabajos entre Córdoba y Sevilla, ciudad esta última a donde se trasladaron definitivamente en 1656 donde Valdés Leal estableció su taller. 

Durante mucho tiempo se consideró a Valdés Leal como un pintor cordobés, hasta que su naturaleza fue aclarada gracias a la aparición de su partida de bautismo en la parroquia sevillana de San Esteban; labor de investigación realizada por Enrique Romero de Torres (1872-1956) conservador restaurador desde 1895 del Museo de Bellas Artes de Córdoba, hasta 1917 y director del mismo, hasta 1941. 

De Isabel Carrasquilla, que según los documentos se llamaba Isabel Martines de Morales, se decía que también era pintora, pero según Romero de Torres no podía tener tal formación ya que ni siquiera sabía firmar. Más plausible parece la información del escritor Teodomiro Ramirez de Arellano cuando dice que Valdés Leal "se casó siendo joven con doña Isabel Carrasquilla, pintora de afición". Del matrimonio nacieron cuatro hijas y un hijo que desde muy pequeños participaron en los trabajos del taller de su padre.

Además del hijo, Lucas Valdés (1661-1725), pintor, grabador y magnífico dibujante que, según Ceán, también tuvo formación en latinidad y matemáticas, que fue el heredero de la profesión y el taller de su padre; dos de sus hijas tuvieron un papel relevante en pintura tal como se recuerda en documentos de la época y  podemos constatar por alguna de sus obras. La hija mayor, Luisa Rafaela Valdés, (1654) fue conocida en el ámbito artístico sevillano como Luisa de Morales (utilizando el 2º apellido de su madre); y la cuarta, Mª de la Concepción Valdés, (1664) a quien también se conoce como María Valdés. Las otras dos hijas, Eugenia María, (1657) y Alfonsa María (1667) es probable que también colaboraran en el taller familiar, aunque no constan realizaciones concretas que se les puedan adjudicar, si bien Palomino las menciona como tales en el Parnaso Español Pintoresco y Laureado, de su Museo Pictórico y Escala Óptica, en las páginas referidas a Juan de Valdés Leal:

“Dexó, ademas del ya dicho don Lucas, dos hijas, la una doña Maria, que entró religiosa, y la otra doña Luisa, ambas condecoradas con la habilidad de la pintura, así en miniaturas, como á el olio; y especialmente en retratos, con gran felicidad”.

Las obras que salían del taller de Valdés Leal fueron muy estimadas en su tiempo, compartiendo con Murillo la admiración de los sevillanos por lo que la demanda contínua de obras hacía que toda la familia estuviera implicada en su ejecución.

En su biografía de Valdés Leal (1917) José Gestoso trata de reivindicar la figura del pintor que según él había ido adquiriendo en los últimos tiempos una mala fama que consideraba injusta y ello a pesar de que "...sus obras eran solicitadas con gran empeño, pruébanlo, precisamente, su número extraordinario, pues apenas si hubo iglesia, incluso la misma Catedral, convento, hermandad, o casa particular de persona rica, o siquiera acomodada, que no contase con alguna del admirado y fecundísimo maestro, que compartía con Murillo la supremacía de la pintura sevillana, al punto que, según Ceán, cuando aquél murió «quedó siendo el pintor más acreditado de la ciudad.» Y sin embargo de no dar abasto a los constantes encargos para cuyo cumplimiento, en varias ocasiones, hubo de ayudarle su hijo Lucas, que desde la edad de diez años manejaba los lápices con notable aptitud". 

Quizás por tan abundante número de encargos realizados no se explica el biógrafo la penuria en la que vivió y piensa que su "situación económica debió ser hija de la falta de orden, acaso del despilfarro, tan común y corriente en los artistas".

LAS HIJAS PINTORAS

Luisa Rafaela Morales (1654 - 1692) 

La hija mayor de los Valdés Carrasquilla a quien se conocía en el ámbito artístico como Luisa Morales, colaboraba habitualmente en el taller de su padre donde no faltaba el trabajo. Es considerada como una destacada pintora, miniaturista y grabadora. Luisa se casó en 1672 con el escultor e imaginero Felipe Martínez (1651-h.1700), de quien tuvo una hija llamada Catalina Sicilia (1673), pero en la documentación conservada de los años siguientes en la parroquia de San Andrés de Sevilla aparece ella sola viviendo en la casa familiar y no se menciona ni a su marido ni a su hija, hecho que parece confirmar la información de la separación del matrimonio y su posible anulación en 1675.

Luisa Morales, al igual que su hermano Lucas, colaboró como dibujante en la edición del Libro conmemorativo de la canonización de Fernando III, de Fernando de la Torre Farfán (1609-1677), que tuvo lugar en 1671, titulado Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al nuevo culto del Señor Rey S. Fernando el Tercero de Castilla y León. 

La ilustración de la obra entre 1671 y 1672 corrió a cargo de artistas renombrados como Murillo, Francisco de Herrera o el propio Valdés Leal que reprodujo en un gran dibujo el monumento conmemorativo de la catedral de Sevilla. La firma de Luisa y su datación aparece en dos páginas con cuatro emblemas grabados en cada una, la que contiene los emblemas del 5 al 8; y la de los números 13 al 16.
    Emblema 8: SALIENS IN VITAM ETERNAM,        Emblema 16: LVPVS, ET AGNVS PASCENTVR SIMVL
 Firmados: Dª Luisa Morales / F.1671

Realizó también Luisa Morales una lámina con seis jeroglíficos que firma en 1672. De ellos el que se encuentra en la parte superior derecha resulta singular por su iconografía que lo relaciona con una de las Postrimerías realizadas por su padre por encargo de Juan de Mañara. Es el que bajo el título "El peso eterno de la gloria" inscrito en una filacteria, reproduce una mano sosteniendo una balanza cuyos platillos soportan una espada "para los enemigos" y una corona "para sí".
Segundo Jeroglífico de una lámina de 6, firmada al pie: Dª Luisa Morales / F. Aº1672

En ese mismo tiempo, con tan solo dieciséis años también se ocupó de la policromía y el estofado de la figura de San Fernando que se encuentra en la Sacristía la Catedral de Sevilla, realizada por Pedro Roldán, quien solía colaborar con Valdés Leal. Un texto que se conserva en la catedral cuenta la historia del milagro de curación de unas fiebres que Luisa padecía, mientras realizaba el trabajo:

       “Luisa Rafaela, hija de Juan de Valdés y de doña Isabel de Carrasquilla, su legítima mujer, como estuviese enferma cuando vino a Sevilla la Bula de Beatificación de San Fernando, año 1671, y hubiesen encomendado a Juan de Valdés la disposición de altares, pinturas, estofados y obeliscos de la catedral y hallándose Juan de Valdés agobiado por tanto trabajo, quedándose por estofar el Santo Rey, que había de ponerse al culto y veneración pública hecho por Pedro Roldán, y como empeorase Luisa de Valdés, imploró el auxilio de San Fernando y tomando el pincel con gran fe cuando le subía la fiebre, quedo de súbito completamente curada”. 
Pedro Roldán. S. Fernando, Sacristía catedral de Sevilla
Policromada y estofada por Luisa Morales h.1672


Mª de la Concepción Valdés (1664 - 1730)

Es Ceán Bermúdez quien nos informa de que la cuarta hija de Valdés, Mª de la Concepción, a pesar de que se inclinó por la vida religiosa ingresando en la orden del Cister en el Monasterio de San Clemente de Sevilla, “pintó muy bien al óleo y de miniatura, e hizo retratos con facilidad y semejanza” e informa de su fallecimiento en 1730. 


María de la Concepción tomó el hábito de novicia en 1681. A pesar de que cuando entró solamente tenía dieciséis años, la formación que había adquirido en el taller de su padre, le permitió seguir realizando obras en el convento. Suponemos que al igual que sus hermanos desarrolló su destreza siendo una niña. 

Para cumplir con las obligaciones de dotar a la joven novicia su padre hubo de comprometerse a realizar una serie de trabajos artísticos para el convento. Según cuenta Rosario Marchena en un artículo dedicado a las cartas de profesión de las monjas de San Clemente (Laboratorio de Arte 28 - 2016) "La trayectoria de María en el monasterio está íntimamente relacionada con la artística de su padre. Éste en 1680, dio carta de pago por los trabajos de dorado y pintura del retablo mayor del monasterio y poco después, el 20 de abril de 1681, ella tomó el hábito. El padre, coincidiendo con la profesión de su hija (18-V-1682), contrató las pinturas de muros y bóvedas del convento que habrían de servir como pago de la dote de María. Como la empresa se prolongara mucho por otros trabajos del maestro y por su mala salud, Lucas Valdés se comprometió en 1689 a terminarla haciéndose cargo de esta forma del cumplimiento de la dote de su hermana."

En el interior de la iglesia del Monasterio, las paredes se cubren con pinturas murales al temple, algunas de ellas obra de Lucas Valdés, de carácter geométrico y vegetal además de cuatro grandes pinturas del mismo en la parte alta de esos muros representando Episodios de la vida de San Clemente, siguiendo los dibujos de su padre. Juan de Valdés Leal, realizó sobre el muro del coro La entrada de San Fernando en Sevilla, fechada hacia 1683.

La imagen de Santa Gertrudis de Hefta de María Valdés

Santa Gertrudis. María Valdés (Atribuído) Mº S.Clemente Sevilla

La principal obra que se le atribuye, realizada ya en el Monasterio de San Clemente, es la imagen de una monja, vestida de negro, con un báculo abacial en su mano derecha. Muestra en su pecho un corazón, que sujeta con su ensortijada mano izquierda, con un niño Jesús en su interior. Se trata de Gertrudis de Helfta, (1256-1302) también denominada "La Magna". La iconografía responde a su historia personal recogida entre otros por Antonio Rubial (Cistercium, 2012) que cuenta cómo "en una de las visiones, Cristo le concedió siete promesas para los devotos que pidiesen intercesión de la santa. Como confirmación, Cristo mete la mano de Gertrudis en su corazón, y al sacarla le aparecieron siete anillos: en cada dedo uno y en el de la sortija tres”.

Gertrudis la Magna, venerada como santa a pesar de que nunca fue canonizada, tuvo fama de escritora, como Santa Teresa y la difusión de su culto en la Edad Moderna estuvo asociada con la publicación de su autobiografía y de sus escritos en la Cartuja de Colonia en 1536. Fue utilizada en el periodo de la Contrarreforma por su origen alemán, como bandera en la lucha del catolicismo contra los protestantes. A pesar de que suele ser representada con el atributo del báculo, nunca fue abadesa, la confusión se produce por la coincidencia de su nombre con la auténtica abadesa del monasterio su contemporánea Gertrudis de Hackeborn (m. 1292). La devoción a Santa Gertrudis traspasó el mundo ibérico siendo su culto muy difundido en América donde, en el periodo virreinal, fue objeto de múltiples representaciones en pintura y escultura. 

En un artículo sobre la iconografía de la Santa en Nueva España, A.Rubial y D.Bieñko (UNAM) informan que el jerónimo fray Diego de Yepes, confesor de Felipe II, se tenía a sí mismo por autor intelectual de su primera representación en España: "El primero que en España se hizo, yo le mandé sacar en Madrid de otro de una religiosa de su hábito que estaba en el guardajoyas de su Magestad, y salió la más hermosa figura que se ha hecho en España: y para diferenciarla del original, púsele un Niño Jesús en el corazón y un rótulo que dice lo que nuestro Señor le dijo: "Invenies me in corde Gertrudis", y siete anillos en su mano derecha...,"

En el Monasterio de San Clemente además de una representación de la santa realizada por Pacheco, se conservan dos retablos dedicados a ella. En uno vemos en el panel central, a Santa Gertrudis escribiendo las revelaciones, obra realizada precisamente por Lucas Valdés, mientras el otro es un retablo barroco “desmontable”, con varios fanales con escenas de la vida de Santa Gertrudis en miniatura que se encuentra junto al púlpito, en el lado de la epístola, fechable en los últimos años del siglo XVII.
Lucas Valdés. Santa Gertrudis la Magna recibiendo las revelaciones. 
R. Mº de San Clemente. Sevilla

Imagen de uno de los fanales del Retablo Desmontable. 
R.Mº.de San Clemente. Sevilla

El convento de San Clemente en Sevilla, que fue fundado en 1248 por Fernando III el Santo dedicado al pontífice Clemente I, para por la Orden monástica del Císter femenino, atesora en sus diversas dependencias un vasto conjunto artístico de gran importancia en el que se integra un importante número de obras de artistas de la familia Valdés Carrasquilla por haber formado parte de las obligaciones concertadas por el pintor Juan Valdés Leal en concepto de dote por la entrada en el mismo de su hija Mª de la Concepción Valdés. Esta presencia singular nos permite hacer un recorrido por su historia, sus componentes, su estilo y su época. 

Sorolla en el compás del Convento de San Clemente. Sevilla, 1914


OTRAS PINTORAS POR TRADICIÓN FAMILIAR




No hay comentarios:

Publicar un comentario