lunes, 8 de mayo de 2023

ORSOLA CACCIA - PINTORA POR TRADICIÓN FAMILIAR (6)

Orsola Caccia. Detalle de Sant'Agnese. (Sotheby's)

La sexta entrega de la serie "Pintoras por tradición familiar" está dedicada a la italiana Orsola Maddalena Caccia a quien la tradición le llegó por doble vía, por parte de su padre, el pintor Guglielmo Caccia, y por de su madre, Laura Oliva que era hija del pintor Ambrogio Oliva

Su padre, Guglielmo Caccia (1568-1625) 

Conocido como "Il Moncalvo" por la localidad en la que pasó gran parte de su vida, es el principal pintor del Piamonte italiano de su época. Pertenecía a una familia de agricultores de la localidad de Montabone, cerca de Acqui. Desde muy joven mostró sus habilidades en pintura hasta el punto que sus padres Giovanni Battista y Margherita vendieron un castañar de su propiedad para poder pagar su aprendizaje al uso de la época, asistiendo al taller de un maestro, incluso viviendo en su casa; primero como aprendiz y más tarde como colaborador hasta convertirse en un maestro independiente. Aunque no existen documentos que nos informen con certeza sobre los inicios de su carrera artística, es probable que  diera sus primeros pasos en el taller del pintor de Casale Monferrato, Ambrogio Oliva, no solo por el estilo común de sus primeras obras sino también por el hecho de que a los veintiún años (1589) se casara con la hija de este, Laura Oliva

Guglielmo Caccia. Autorretrato

Los años de formación del joven pintor estuvieron condicionados por el espíritu de la contrarreforma, impulsada por la iglesia católica para combatir la reforma protestante, que se impone tras el Concilio de Trento (1563), considerando la pintura como un instrumento para la enseñanza de la doctrina. Guglielmo va a desarrollar su labor pictórica, fundamentalmente de tipo religioso, por todo el norte de Italia, empezando por las pinturas al fresco que realiza en 1590 en el Sacro Monte de Crea. 

En 1593 se establece con su familia en Moncalvo, de donde le viene su apodo; viaja a Bolonia donde aprende de Ludovico Carraci, y a Roma donde capta el estilo de los grandes pintores del  Renacimiento, aunque nunca dejó de estar activo en el Monferrato y el Piamonte torinés. 

Hacia 1600 trabajó algún tiempo en la localidad de Chieri donde deja muchas obras y establece un taller que después confía a su discípulo Francesco Fea. De ese tiempo son algunas de sus obras más famosas, como la Coronación de la Virgen y Santos, con la vista de la ciudad de Chieri o La Virgen del Rosario con Santo Domingo y Santa Catalina de Siena, santos dominicos habituales en sus obras.
  
Izq. Incoronazione della Vergine con i Santi Protettori di Chieri (c1601) Chiesa de San Bernardino.
Der.: Madonna e Gesù Bambino (1615) Chiesa San Doménico. Cappella del Rosario
  
En 1605 le llega la gran oportunidad al ser llamado por Carlo Emanuele I a Turín donde después de realizar diversos trabajos establecerá una colaboración con Federico Zuccari, para decorar la bóveda de la Gran Galería existente entre el palacio Madama y el palacio ducal (destruido en el incendio de 1659). Esta obra extendió su fama más allá del Piamonte a toda la Lombardía, el territorio más hispanizado del norte de Italia, donde empieza a ser conocido como el "Rafael del Monferrato". 

Guglielmo Caccia fue asimilando las enseñanzas de los pintores con los que se había relacionado, para terminar con uno de los más influyentes, el joven Daniele Crespi, formado en la escuela de pintura creada por Federico Borromeo, con quien tuvo la oportunidad de trabajar. Caccia era fiel seguidor de la doctrina de este último, arzobispo de Milán, quien promovía una función del arte fuertemente moralista, condenando la presencia de desnudos y evitando todo tipo de contacto entre los personajes "para que no alimenten pensamientos indecorosos" (De Pictura Sacra, 1625). Todo ello en un momento en que las críticas confluyen en denostar "los excesos carnales" de las figuras de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, con tantos desnudos y posturas "contrarias al decoro" que la iglesia promovía para sus recintos. Como sabemos, Pio V, movido por esa corriente moralizante, encargó al pintor Daniele da Volterra  (c.1509-1566) que cubriese las partes más íntimas de los desnudos del Juicio Final de la Capilla con velos y prendas adecuadas.

El Moncalvo, siguiendo las directrices de la iglesia, busca conmover al fiel, mostrando la Historia Sagrada con persuasión y sencillez, por lo que ha sido considerado como el principal pintor de la Contrarreforma del Piamonte. 

El abuelo, Ambrogio Oliva (+1612)

Poco sabemos del pintor Ambrogio Oliva, abuelo de Orsola Caccia. Nacido en la localidad de Trino en la provincia piamontesa de Vercelli, desarrolló su labor pictórica en la cercana ciudad de Casale Monferrato, donde siguió activo hasta su muerte en 1612.

De las pocas obras que se conocen de este pintor es destacable la dedicada a la Virgen del Rosario, que se encuentra en la iglesia del Santísimo Nombre de Jesús y del Rosario en Occimiano, en la provincia de Alessandria. La obra sigue una iconografía que vemos a menudo en las iglesias de la zona, centrada en una figura principal, en este caso la Virgen del Rosario, rodeada de ángeles, sobre la que aparece el Creador o la Trinidad y con la presencia de personalidades o comitentes. En este caso tiene la peculiaridad de mostrar en su base diversos personajes conocidos de las familias gobernantes en Monferrato y Mantua (Paleólogo y Gonzaga), y de la iglesia, encabezados por el Papa, entre los que distinguimos a Sto. Tomás de Aquino, emparentado con los Gonzaga y protegido del Papa. 

Ambrogio Oliva, Madonna del Rosario, 1580, Iglesia SS. Nombre de Jesús y el Rosario, Occimiano, (Alessandria, Italia).

La Pintora Orsola Maddalena Caccia,
(Theodora Caccia Oliva, Moncalvo, 1596 - 1676)

De los nueve hijos del matrimonio Caccia-Oliva, seis fueron niñas, todas se dedicaron a la vida religiosa y dos de ellas además fueron pintoras: Anna Guglielma, que al entrar en el convento cambió su nombre por el de Francesca, de la que apenas se reconocen obras quizás a causa de su prematura muerte; y Theodora, que cambió el suyo por el de Orsola Maddalena, de la que tenemos más noticias. 

Orsola aprende el arte de la pintura trabajando en el taller de su padre desde los quince a los veinticuatro años (1611-1620). Con él aprendió a preparar lienzos, a mezclar pigmentos y a realizar los detalles decorativos y las figuras secundarias en sus obras. Pero es la única de las hermanas que además aprendió a leer y escribir, lo que era menos habitual en la formación de mujeres, y ello le permitirá relacionarse a traves de cartas con personas influyentes para obtener permisos y encargos y más tarde ser la abadesa de su convento entre 1627 y 1652. 

En 1620 Orsola ingresó en el convento de las ursulinas de Bianzè, en el que ya habían profesado cuatro de sus hermanas y poco después de ella entró la última. Transcurrido un tiempo, su padre considerando que Bianzè era una localidad peligrosa por ser cruce de caminos entre las tierras de Mantua, el Monferrato y Saboya solicitó permiso al obispo de Casale Monferrato, Scipione Agnelli, para fundar un nuevo convento de monjas ursulinas en la localidad de Moncalvo para lo cual aportó su dinero y su propia casa a donde se trasladaron sus hijas en 1625.

La idea de fomentar la creación de congregaciones femeninas dedicadas a Santa Úrsula, siguiendo el modelo fundado por Angela Merici, había sido promovida por Carlo Borromeo en Milán modificando la regla existente y autorizando la actividad en los conventos de Ursulinas que, con el tiempo, se transformaron en colegios. El buen funcionamiento en Milán llevó a la fundación de otros nuevos en muchos lugares de Lombardía y Emilia Romagna, que se vieron favorecidos por el impulso que supuso para los movimientos religiosos femeninos el Concilio de Trento. De ese modo las jóvenes que no querían casarse podían realizar a través de este tipo de organizaciones servicios a la iglesia y a la sociedad sin necesidad de tener que optar por una vida en clausura.

Se conoce por el testamento del padre (1625) que Orsola Maddalena y Francesca habrían sido usufructuarias de los pequeños cuadros y dibujos de su padre, siendo materiales utilizados como modelos  por Orsola hasta mucho tiempo después de la muerte de su padre. Para ayudar a mantener el convento Guglielmo Caccia había organizado un taller de pintura en él y contratado personal de apoyo para poder llevarlo a cabo. La actividad artística era dirigida por Orsola que tuvo que solicitar permiso a Cristina de Francia, en ese tiempo regente de Saboya, para poder realizar trabajos remunerados que les permitieran poder mantenerse ya que el convento carecía de recursos de otro tipo. La hermana Orsola no solo realizaba las pinturas sino que también formaba a las novicias que colaboraban en su realización, especializándose en la pintura de bodegones aunque también realizaban por encargo pintura de carácter religioso para iglesias e instituciones.

En sus primeras obras personales se ve claramente la influencia paterna, pero además el hecho de que ella concluyera las pinturas inacabadas de su padre supuso por mucho tiempo confusión a la hora de distinguir las obras de una y otro. Gracias a la formación técnica recibida y a su propia experiencia Orsola adquiere con el tiempo la libertad de elegir sus temas de carácter religioso independizándose de los modelos paternos. 

En su obra percibimos la influencia del gran pintor piamontino Gaudenzio Ferrari (Vercelli, c.1475 -Milán d.1546), en especial en el uso para sus fondos de colores frios y oscuros, especialmente azules. Su obra alcanza una amplia difusión y se reparte por iglesias y residencias nobles de la zona, llegando incluso a la corte de Saboya. Gozó del patrocinio y la amistad de Margarita de Saboya, así como de otros miembros de la corte saboyana, tal como recogen diversos testimonios recogidos en su correspondencia de 1643.

Orsola Caccia. Naturaleza muerta. c1650, Col. particular

A pesar de la fama adquirida en su tiempo y de haber realizado más de un centenar de obras, el nombre de Orsola Caccia quedó durante mucho tiempo en el olvido hasta que alguna de sus obras se presentó en la exposición de bodegones italianos realizada en Nápoles en 1964. (G. Romano, Nature morte in Piemonte, 1964). A partir de ese momento se incrementaron los estudios y las investigaciones que han puesto de manifiesto la importancia del trabajo de Orsola Caccia a quien hoy se reconoce y se distingue por la calidad y amplitud de su obra y por su labor didáctica en el taller conventual. Entre las discípulas acogidas en el convento sobresalen las también hermanas Laura y Angélica Bottero, dos pintoras alemanas que realizan algunas obras de gran belleza. 

Orsola sobrevivió a todas sus hermanas y no dejó de pintar hasta su muerte, en el convento de Moncalvo, el 26 de julio de 1676 a los 80 años. 

Arriba: Sibila Persica y Sibila Tiburtina, c1650; 
Abajo: Sibila Líbica y Sibila Helespóntica, c1650
(Forman parte del conjunto de seis sibilas que conserva la Cassa di Risparmio di Asti.) 

En muchas iglesas piamontesas encontramos en la actualidad lienzos y retablos atribuidos a Orsola Caccia: en Chieri, en la iglesia de San Domenico (Sudario sostenido por ángeles), en la de San Paolo (Madonna del Rosario). y en la antesacristía de la catedral (Cristo con ángeles en el desierto); en Riva di Chieri (Turín) en el santuario de la Madonna della Fontana. Algunas pinturas del tesoro de la iglesia parroquial de Cuccaro (Alessandria)  se atribuyen a su hermana Francesca Caccia.
Sacra Sindone sorretta da Angeli. Igl. San Domenico. Cappella di S. Pietro Martire. Chieri.
Nacimiento de San Juan Bautista (c1635) Igl. Sant’Antonio di Padova. Moncalvo (Asti)

La escena de este "Nacimiento de San Juan Bautista", al igual que su "Nacimiento de la Virgen" del Museo Cívico de Pavía de la misma época, derivan de las narraciones populares de la vida de María. Este tipo de obras se solían encargar por y para mujeres y en ellas se representaban rituales y costumbres domésticas ligadas al momento delicado y peligroso del parto. Aquí, vemos a Santa Isabel sentada en la cama atendida por dos mujeres que le ofrecen huevos para su recuperación; mientras el bebé, San Juan Bautista, atendido por mujeres  en el centro de la pintura, dirige sus ojos hacia la Virgen María. En todos los rincones del lienzo aparecen objetos, animales, flores y frutos no como meros adornos sino como elementos de cotidianeidad y en parte por su simbolismo bíblico. En muchas de las obras de Orsola aparecen sobre todo personajes femeninos, quizás porque la vida en el convento no le permite otros modelos. 

A diferencia de su padre cuya pintura tiene un carácter más sobrio, el estilo de Orsola es más delicado, presta mucha atención a los detalles de las figuras: vestidos, joyas, peinados y toda clase de objetos. La incorporación de elementos de la naturaleza en las obras de Orsola también marcan la diferenciación con la obra paterna que se caracteriza por realizar un diseño "menos florido y más robusto", como dice el cronista Guglielmo Della Valle, en sus "Notizie degli artefici piemontesi" (1793-1794): 

«I loro quadri, non di molto inferiori a quelli del padre e maestro loro distinguonsi da alcuni fiori o da un angelletto per ischerzo dapiedi dipinto» ... «dal pennello del padre meno fiorito e più robusto nel disegno  e nell’espressione assai bene distinguonsi». 

Especialidad de la pintora fueron las naturalezas muertas, hasta el punto de que hoy se la considera introductora de este género en el Piamonte. Flores, frutos y a veces pequeños animales como pájaros, caracoles o algún insecto, constituyen una presencia casi constante en sus obras. El Museo cívico de Moncalvo (antiguo convento de las ursulinas), conserva tres bodegones de flores inspirados en grabados nórdicos que solían estar destinados a decorar las paredes de la institución. Se trata de composiciones de flores y frutos en las que se une el interés por la botánica con el orden y la verticalidad y con fondos azules que evocan la espiritualidad de la vida conventual.

Tres jarrones de flores con girasol, lirio y peonía. Museo Cívico de Moncalvo

La consideración de la obra de Orsola Maddalena Caccia ha crecido a medida que la investigación sobre la misma ha ido avanzando, lo que ha permitido en un primer momento distinguir sus obras de las de su padre para a continuación poder estudiar su evolución personal desde el aprendizaje inicial sujeto a las restricciones estilísticas de la escuela paterna hacia una mayor libertad en la elección de los temas y mayor seguridad en su ejecución. 

La subasta de una de sus obras más singulares, titulada "Bodegón de aves" que incluye diversos ejemplares de aves como un carbonero palustre, mosquitero, pinzón, herrerillos, dorso dorado, avefría y un carbonero común. puede darnos una idea de esa apreciación creciente pues su valor ha superado la cifra de 260.000$ .
Orsola Maddalena Caccia, Bodegón de aves, Sotheby's