domingo, 26 de noviembre de 2023

FERRANT EN LOS CONCURSOS DE PINTURA DE CÁDIZ

Puerta de entrada al Museo de Cádiz en la plaza de la Mina

En la segunda mitad del siglo XIX, la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz presidida entre 1860 y 1867 por Juan Valverde, quien también sería alcalde del municipio, promovió la convocatoria de certámenes artísticos de carácter histórico con periodicidad bianual para promocionar la ciudad, su historia y su arte. Para ello se elegiría en cada convocatoria un acontecimiento vinculado a la historia de Cádiz a desarrollar por los pintores concursantes, teniendo además como objetivo enriquecer con nuevas obras la colección de pinturas de su Museo provincial. Según de la Banda y Vargas en la Academia gaditana estos certámenes se añadían a las exposiciones que ya se venían organizando en Cádiz desde 1840, adelantándose a las nacionales que no comenzaron hasta 1856. (Anales de la Academia gaditana nº 3-1985) 

En esta entrada vamos a hablar de los tres primeros concursos consecutivos de tema histórico, 1862, 1864 y 1866, en los que el entonces joven pintor madrileño Alejandro Ferrant y Fischermans se presentó logrando el primer premio en cada una de ellos.

EL PRIMER CERTAMEN DE PINTURA HISTÓRICA. CÁDIZ 1862. 

Tema: La caída de Murillo 

Para el primer certamen de pintura histórica, convocado el 20 de octubre 1861, la Academia gaditana elige como asunto a tratar el Acto en que los religiosos y otras personas dan auxilio a Murillo tras su caída en la Iglesia de los Capuchinos de Cádiz mientras pintaba su obra los Desposorios de Santa Catalina considerada la última de su vida, pues del accidente salió malherido y murió pocas fechas después de haber sido trasladado a Sevilla. (La historia del suceso puede consultarse en este mismo Blog. )

Según las bases de la convocatoria publicadas, los artistas solo debían cumplir el requisito de ser españoles y residentes en España; las obras debían presentarse de manera anónima y sin mención de su procedencia; los datos personales debían ir en un sobre adherido en el reverso de la obra con un lema escrito en su exterior; la dimensión de las figuras debía ser superior a la mitad del natural y la obra en su conjunto no debía ser inferior al metro y medio en su lado más corto. Se establecía un primer premio de diez mil reales de vellón y un accésit de cinco mil.

Según las actas que se conservan del concurso comentadas por Nerea V. Pérez López de la Universidad de Sevilla en su artículo La caída de Murillo, primer concurso de pintura de la Academia de Cádiz, (Archivo Hispalense, 2012) al concurso se presentaron siete cuadros, que se expusieron bajo curiosos lemas:
      1. "Nada es tan hermoso como la Verdad",
     
2. "Ars longa, vita brevis",
     
3. "Abán protege a las Artes",
     
4. "El triunfo es siempre de quien se vence a sí mismo",
     
5. "Mes de Mayo",
     
6. "In magnis, satis est voluisse"
     
7. "Murillo siempre serás admirado". 

Adolfo de Castro, secretario en aquel momento de la Sección de Pintura de la Corporación, fue el encargado de realizar la memoria y la crítica de las siete obras presentadas a concurso cuyo ganador debía ser elegido por un jurado de académicos. De ellas en la actualidad únicamente conocemos tres.

El primer premio: Alejandro Ferrant
El galardón principal correspondió a un jovencísimo Alejandro Ferrant y Fischermans, de poco más de dieciocho años que obtuvo diez mil reales de vellón y además de la adquisición de su obra, tal como establecían las bases, por el Museo de Cádiz donde se encuentra en la actualidad, aunque guardada en su almacén. 
Primer premio:  Alejandro Ferrant Fishermans. Nº7. Lema: "Murillo siempre serás admirado".
(No ha sido posible obtener una imagen en color pues el Museo informa que la pintura se encuentra protegida para evitar su deterioro).

De la obra de Ferrant el crítico realiza la máxima ponderación y la describe minuciosamente, calificándola como "cuadro de gran composición". La escena se desenvuelve en un amplio espacio en el que el andamiaje crea el efecto de profundidad. En el centro se encuentra Murillo auxiliado por un grupo de monjes, un monaguillo y otros personajes que se han acercado al oír la caída. El pintor, en una postura un tanto teatral, está siendo atendido por un fraile que le ofrece una escudilla de agua y un joven a su costado derecho que parece sostenerle y que se identifica como un discípulo. La presencia de este joven es una constante en todas las obras presentadas. Castro considera que Ferrant incluye a su discípulo Meneses Osorio en la figura del joven que se encuentra en la escalera y que fue quien terminó el retablo incompleto a la muerte del maestro. El boceto de la obra fue presentado a la Exposición Nacional de de 1864.

El segundo premio: José Marcelo Contreras
El accésit, fue otorgado al pintor granadino José Marcelo Contreras Muñoz (1827-1890) que en esa época era catedrático de colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes gaditana. Su obra fue adquirida por una sociedad local y luego pasó a la colección Bellver, perteneciente en la actualidad por donación a la ciudad de Sevilla.
Accésit: José Marcelo Contreras. Nº4. 
Lema:  "El triunfo es siempre de quien se vence a sí mismo"

En la Memoria de Castro se elogia esta obra en la que se destacan «detalles de ejecución felicísima, nobles aspiraciones, amor al arte y sentimiento de lo bello». En la escena, Murillo, que aparece sentado en unos escalones que le aportan profundidad, está siendo auxiliado por dos frailes y un joven que le toma la mano en una actitud de confianza que hace pensar en un discípulo. Detrás de ellos otro monje observa el andamio señalando el posible fallo, mientras otros llegan por una puerta que se abre a la derecha a los que un caballero con espada, que se encuentra en primer término, de espaldas, parece por su ademán relatarles el suceso. Al fondo, el lienzo de los Desposorios se encuentra tapado y en primer plano a la izquierda, caído en los escalones, un cartapacio sobre el que se encuentra el boceto de la obra así como la paleta rota del pintor.

La obra no premiada que conserva el Museo de Cádiz: Manuel Cabral 
La tercera obra de la que conocemos su participación en este certamen fue presentada con el nº 6. Su autor, Manuel Cabral Aguado Bejarano, no obtuvo premio, pero su pintura fue reconocida y adquirida por la propia corporación municipal. Actualmente se encuentra expuesta en el Museo gaditano desde su restauración en 2012 (realizada por Pilar Morillo y Álvaro Domínguez Bernal). El tiempo le ha dado la relevancia que no obtuvo en el concurso postergando a la de Ferrant que, a pesar de haber conseguido el primer premio, permanece en el almacén pendiente de restauración.
Manuel Cabral Bejarano. Nº 6. 
Lema: "In magnis, satis est voluisse" (en lo grande es suficiente haber querido)

El pintor utiliza el mismo punto de vista de la obra anterior aunque acerca más la escena al espectador. Uno de los elementos de mayor interés de la obra es la reproducción que vemos al fondo del lienzo de los Desposorios de Santa Catalina de Murillo en el que, según Castro, el pintor no se atiene a la realidad del suceso pues ha incluido imágenes no realizadas por Murillo sino por Meneses Osorio, el discípulo que finalizó la obra al quedar incompleta tras la caída. También aparece en primer plano la paleta rota y el maestro se encuentra semirrecostado en el suelo apoyado en un ayudante que le sostiene por detrás; a su izquierda un joven aprendiz le sostiene la mano diestra. En su entorno diversos frailes en diferentes actitudes: ofreciendo agua, sorprendiéndose, mirando al lienzo con los dedos cruzados. La crítica que recibió la obra fue positiva destacando que la entonación del cuadro era muy agradable.

El resto de las obras
De las cuatro obras restantes, cuyo paradero en la actualidad se desconoce, se ocupa más ligeramente el autor de la Memoria, sobre la primera afirma que ha llevado demasiado lejos su lema "Nada es tan hermoso como la Verdad", al plasmar el sufrimiento sin embellecerlo, lo que refleja un semblante nada hermoso que no tiene el atractivo que debiera inspirar. Destaca de la presentada en segundo lugar, su "buena armonía" y su "agradable colorido", haciendo una escueta descripción de la tercera, sin entrar en juicios sobre su ejecución e indica sobre la quinta que tiene una composición tan sencilla aunque no encuentra en ella "nada que revele el suceso que el cuadro representa". Según la información que Nerea V. Pérez recoge de Elena Gómez Moreno del tomo XXXV del Summa Artis, hay constancia de que una de estas obras fue presentada por el pintor canario Isidoro González Romero (1823-1905) de quien se sabe que la vendió al Duque de Abrantes; otra, según la misma fuente, habría sido realizada por el asturiano Ignacio León y Escosura (1834-1901), hecho bastante improbable pues en esa fecha León y Escosura es un pintor famoso y consolidado que vive en Paris, por lo que pienso que puede existir confusión con el pintor contemporáneo José Álvarez de la Escosura, de ascendencia asturiana que vivió en Madrid y en Jerez de la Frontera y que fue retratista y pintor de obras de composición, que resulta sin duda un concursante mucho más probable. 


EL SEGUNDO CERTAMEN. CÁDIZ 1864
TemaLos mártires Servando y Germán

El siguiente certamen que iba a celebrarse en el verano de 1864 fue convocado en noviembre del año anterior y el tema elegido fue El martirio de los hermanos Servando y Germán patronos de Cádiz que aunque eran oriundos de Augusta Emérita (Mérida), fueron martirizados alrededor del año 305 en un cortijo de la actual San Fernando, llamado Ursiano. Las bases de la convocatoria, de las mismas características que la primera, daban de plazo hasta junio del año siguiente para la presentación de las obras. En cuanto a las medidas, se establecía que las figuras debían ser más de la mitad del natural, y se aumenta el tamaño del lienzo que no podía ser de menos de dos metros en su lado menor. En las bases se aconsejaba la consulta, entre otros, de la historia de dichos santos escrita por Agustín de Horozco.  

La redacción del informe sobre las obras presentadas correspondió en esta ocasión a Javier Urrutia, consiliario vicepresidente de la sección de Pintura de la Academia, quien dio cuenta del resultado de las votaciones en la reunión celebrada el catorce de agosto de 1864. Conocemos cuatro de las obras que se presentaron al concurso, aunque en este caso no por la Memoria realizada por Urrutia sino por las Actas de la Academia y en parte por deducción de su propia temática ya que después del concurso gaditano fueron enviadas a otras Exposiciones. 

El primer premio: Alejandro Ferrant
El galardón principal y los diez mil reales que llevaba aparejados, más otros diez mil de su adquisición, fueron de nuevo al joven Alejandro Ferrant Fischermans con su obra Martirio de los santos Servando y Germán que obtuvo dieciséis de los diecinueve votos emitidos en la votación para el primer premio. Al ser todavía menor de edad la Academia hubo de esperar hasta recibir las instrucciones de su padre para realizar el pago. La obra en la actualidad también se encuentra en el almacén del Museo de Cádiz y en este caso que hemos tenido la fortuna de poder verla a través de una imagen mostrada por el Museo en sus redes sociales (Facebook). (Animamos a la Institución a que muestre del mismo modo otras obras de su almacén).
1864, Alejandro Ferrant. Martirio de los santos Servando y Germán. Museo de Cádiz

La iconografía responde a la tradición gaditana de los jóvenes patronos de la ciudad. La escena se desarrolla en una zona de playa y muestra en el centro uno de los jóvenes arrodillado antes de recibir el golpe de espada del verdugo, mientras a su espalda otro personaje muestra la cabeza de su compañero cuyo cuerpo yace en tierra. La mitad superior del lienzo la ocupa una alegoría en la que se ve el alma del mártir muerto con alba vestidura, palma en la mano y coronado por ángeles, mientras otros traen la corona y palma que espera su compañero. (César Pemán, Catálogo del Museo de 1952) 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada ese mismo año Ferrant presentó el boceto de esta obra junto al de la Caída de Murillo del certamen anterior, aunque el reconocimiento que obtuvo, una Medalla de tercera clase, fue por el retrato de su tío, mentor y un verdadero padre, Luis Ferrant Llausás.

El segundo premio: Manuel Cabral
Los cinco mil reales del accésit, fueron para la obra del pintor sevillano Manuel Cabral Aguado Bejarano, que también repetía su participación en este certamen, obteniendo dieciséis votos en la votación para el segundo galardón. A diferencia del primer premio, que según las bases de la convocatoria debía ser adquirido para el Museo, no existía ninguna previsión respecto al segundo. No obstante el pintor ofreció la obra a la Academia que aprobó un crédito extraordinario de cinco mil reales para su compra, tal como se recoge en el Acta de la Junta Académica de 22 de agosto de 1864. A pesar de ello esta transacción no llegó a realizarse pues el pintor Manuel Cabral manifestó haberlo vendido ya a José Moreno de Mora y Vitón (1825-1908), conocido político y benefactor gaditano. En la actualidad se desconoce su paradero. 

La Correspondencia de España 19.8.1864

Otros participantes 

Francisco Torras y Armengol 
Consideramos que Francisco Torras fue también concursante por la obra de la misma temática y fecha que las del certamen gaditano que hoy conserva el Museo del Prado. Al no obtener galardón en Cádiz Torras decidió enviarla a la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año donde obtuvo Medalla de tercera clase por el género de Historia. 
Francisco Torras y Armengol, Martirio de los santos Servando y Germán. 1864, 
Biblioteca-Museo Victor Balaguer, Vilanova i la Geltrú
Referencia a la obra de Torras en el Catálogo de la Exposición Nacional de 1864

El cuadro fue adquirido por el Estado en los mismos diez mil reales del premio gaditano y fue depositado en 1866 en la Academia de Bellas Artes barcelonesa. En la actualidad se encuentra, también en calidad de depósito del Museo del Prado, en la Biblioteca-Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú.
Detalle de la referencia a la obra de Torras en el Inventario de 1996 MNP

Francisco Vega y Muñoz 
La presencia del pintor Francisco Vega también en el certamen gaditano se evidencia en su Martirio de San Servando y San Germán (2,51 x 3,36 cm.). Al igual que Torras al no conseguir premio en Cádiz decide enviarlo a la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año donde obtiene Mención Honorífica Especial por la Pintura de Historia. Resulta curioso que la Exposición Nacional premiara dos obras que representaban la misma temática de un modo tan diverso. 
Francisco Vega y Muñoz. Martirio santos Servando y Germán 1864, MBA Sevilla

En la obra vemos a los dos hermanos de rodillas mirando al cielo, esperando el martirio rodeados por algunos soldados y el verdugo detrás con el hacha apoyada en el suelo, todo ello con un aspecto estático y místico a modo de estampa religiosa. La escena se sitúa frente al mar en las playas del Collado Ursiano en San Fernando, hoy conocido como el Cerro de los Mártires.
Francisco Vega Muñoz en el Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864

José María Rodriguez Losada
La última de las obras que hemos conocido y consideramos presentada al certamen por su coincidencia temática y temporal, es la del sevillano José María Rodríguez Losada, aparecida recientemente en el comercio. A pesar de competir con jóvenes pintores, de la fama que le precedía y del tratamiento original de su obra, no obtiene en esta ocasión ningún premio.
Jose María Rodriguez Losada. Martirio santos Servando y Germán (3,1 x 2,3 mts.) 1864 (Comercio)

La escena que presenta, al igual que Ferrant, muestra el momento exacto del martirio, con el verdugo de espaldas y uno de los hermanos sobre una mesa de piedra a punto de ser decapitado y el otro de pie cargado de cadenas, llevando colgado un cartel que muestra su nombre y su condición de cristiano, esperando su momento. En cambio, difiere totalmente el escenario en el que tiene lugar el suceso, pues Losada plantea un espacio de piedra que podría parecer una cueva que no coincide con las noticias históricas o legendarias que se tienen del suceso. 
Detalle del cartel del mártir: Servando Christiano

Un pintor fuera de concurso
Juan Rodriguez García
Las Actas de la Academia hablan de que el pintor Juan Rodriguez hijo del pintor homónimo conocido como 'tahonero', presentó también una obra sobre los Mártires Servando y Germán que no fue aceptada a concurso por haberse presentado fuera del plazo. A pesar de ello, Adolfo de Castro, consiliario de la Academia, abogó porque se aceptara su participación y al no conseguirlo propuso su adquisición por la Academia por tratarse de una obra de buenas cualidades y por tratarse además de un pintor gaditano. La Junta aceptó la propuesta y compró la obra que hoy se encuentra a la espera de restauración en el almacén del Museo de Cádiz donde se informa que desgraciadamente no es posible conocer su imagen por hallarse protegida por su mal estado.

EL TERCER CERTAMEN. CÁDIZ 1866
Tema: Acción de armas de los gaditanos contra los moros en 1574

En el concurso correspondiente al año 1866 convocado por la Academia de Bellas Artes de Cádiz, junto con el Ayuntamiento de la ciudad, que sufragaba los premios, se eligió el asunto de la Acción de armas de los gaditanos contra los moros en 1574 que representa un episodio de la historia local, en el que unos piratas berberiscos son sorprendidos por los gaditanos en la playa de Torregorda, cerca de Cádiz. Se trata del certamen del que hemos podido obtener menos información y en cambio es el único cuya obra ganadora se encuentra expuesta en la actualidad en el museo de Cádiz que la galardonó.

El primer premio: Alejandro Ferrant 
De nuevo el ganador del concurso fue el madrileño Alejandro Ferrant Fischermans, que conquistó  el favor del jurado con su obra de gran tamaño (2,66 x 4.87m.) Tras obtener el premio la obra fue presentada también en la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año donde fue premiada con medalla de segunda  clase.
A. Ferrant. Acción de armas de los gaditanos contra los moros en 1574. Museo de Cádiz

La escena representa el momento en que los piratas son atacados por los gaditanos cuando después de haber saqueado el paraje se disponen a reembarcar el botín conseguido. El único personaje a caballo que se encuentra a la derecha es el corregidor de Cádiz, Don Pedro de Obregón, dirigiendo personalmente la acción. "El colorido es pesado y las luces violentas, pero es muy notable la composición de tantos grupos bien dibujados y resueltos". (César Pemán, Catálogo del Museo de 1952). 

Ricardo Balaca y Orejas Canseco 
Ignoramos quien consiguió en esta ocasión el accésit, pero la presencia de una obra con el mismo asunto en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866 presentada por Ricardo Balaca, nos hace pensar en su participación en el concurso gaditano. No se conoce en la actualidad su paradero, pero dejamos constancia de la presencia de este joven pintor en el certamen gaditano.
Detalle de la referencia a la obra de Balaca en el catálogo de la Exposición de 1966

La Época, 27.1.1867

Sobre los pintores participantes
Alejandro Ferrant y Fishermans (1843 - 1917)
Fotografía de Alejandro Ferrant h.1905 

Vencedor indiscutible de los tres concursos comentados, Alejandro Ferrant ganó el primero con poco más de dieciocho años, representando esta primera victoria el punto de partida de una carrera plagada premios y reconocimientos. Por sus múltiples logros artísticos Ferrant consiguió en 1874 la plaza de pensionado de mérito en la Academia de Bellas Artes de Roma, estancia que duró tres años, hasta 1877, destacando entre sus trabajos allí realizados su San Sebastián extraído de la Cloaca Máxima, (MNP) por el que obtuvo medalla de primera clase en la Exposición Nacional de 1878. En 1880 fue elegido individuo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue profesor de la Escuela Central de Artes y Oficios, así como Director del Museo de Arte Moderno. 

José Marcelo Contreras Muñoz (1827-1890)
El granadino José Marcelo Contreras, hijo del arquitecto José Contreras Osorio, estudió en la Escuela de Bellas Artes de Granada y en el taller de Francisco Enríquez y de Agapito López de San Román, recién llegado de Roma, y se dedicó a la pintura de retratos a fin de ayudar a su familia. En 1847 continuó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En 1854 se trasladó a Córdoba, donde fue nombrado director del Museo de la ciudad. Casado con Francisca Vilches, trabajó asiduamente para el marqués de Cabriñana y el duque de Almodóvar. A partir de 1861, se dedicó a la enseñanza, en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz y luego en la de Valencia. En 1864 presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes  La duda de san Pedro, con la que obtuvo medalla de segunda clase, hoy depositada por el Museo del Prado en la Universidad de Barcelona. Tras la muerte de su mujer en 1865, se trasladó a Madrid, donde fue profesor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Manuel Cabral y Aguado Bejarano (1827 - 1891)
Manuel Cabral Aguado Bejarano. 1851 Autorretrato (det.) MºROM 

Procedente de una estirpe de pintores que comienza con su bisabuelo Diego Bejarano, el sevillano Manuel Cabral se inició en la pintura con su padre el pintor Antonio Cabral Bejarano y continuó sus estudios en la Escuela de la Academia de Nobles Artes de Santa Isabel de Sevilla, de la que posteriormente fue profesor y académico desde 1866. Obtuvo el reconocimiento de pintor honorario de cámara de la reina Isabel II, y trabajó habitualmente para los duques de Montpensier; la mayor parte de sus pinturas se enmarcan dentro del llamado costumbrismo andaluz, más concretamente del sevillano.

Francisco Torras y Armengol (1832 - 1878)

Francisco Torras y Armengol, Autorretrato MNAC

Pintor, escultor ocasional, fotógrafo, y grabador al aguafuerte de reproducciones. Nacido en Tarrasa, se formó inicialmente en Barcelona, en 1854 marchó a París donde amplió estudios en la Escuela Imperial y a su vuelta, en 1859, ingresó en la madrileña Academia de San Fernando donde en 1861 recibe el premio de estudios superiores por Dibujo del Natural, sustituyendo al año siguiente al fallecido pintor e ilustrador José Rubio de Villegas como profesor interino de Estudios elementales de Dibujo -Extremos, (Memoria acerca del estado de la enseñanza en la Universidad Central del curso 1862-1863). Participó en Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en las que fue galardonado con terceras medallas, en la de 1864, precisamente con la obra de Los santos Servando y Germán presentada al certamen gaditano y en 1866 con una Sacra Familia, ambas hoy del Museo del Prado; y en 1871 formaba parte del grupo de pintores que recibió una condecoración por su trayectoria artística.  

Francisco Vega y Muñoz (1840-1868) 
Natural y vecino de Sevilla, en cuya Escuela de Bellas Artes hizo sus estudios junto a su hermano Antonio, escultor. Participó asiduamente en exposiciones tanto nacionales como locales logrando diferentes premios. En la Exposición Nacional de 1864 presentó el Martirio de los Santos Servando y Germán obteniendo mención honorífica especial. Su carrera y su vida quedaron truncadas prematuramente a los veintiocho años.

José María Rodríguez Losada (1826-1896) 

El jerezano José María Rodríguez de los Ríos Losada fue un pintor polifacético, historicista, costumbrista, de temas religiosos y retratista. Fue caballero de la Orden de Santiago y académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Jerez de la Frontera (Cádiz). Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla amplió sus estudios en la madrileña Academia de San Fernando. Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1858 con tres obras de carácter histórico y obtuvo Mención de Honor de 2ª clase por su Entrega de Sevilla y en la de 1866 con su obra Colecta para sepultar el cadáver de D. Álvaro de Luna, (hoy en el Senado) que fue premiada con Mención Honorífica de 1ª clase. Pintor ya consagrado, se encuentra en plena madurez cuando se presenta al concurso de Cádiz, donde había obtenido algunos galardones en exposiciones previas. 
En el estudio de Rodríguez de Losada colaboraban sus hijos, también pintores, José María, Alfonso y Julio, lo que según algunos especialistas explicaría la amplísima producción atribuida al padre de más de un millar de cuadros y la irregularidad en cuanto al estilo y la calidad de las obras. 

Ricardo Balaca y Orejas Canseco (1844 - 1880)
Autorretrato. h.1865. Ricardo Balaca. MNP

Nacido en Lisboa durante el exilio forzado de su padre el pintor cartagenero José Balaca Carrión, vuelve con la familia a Madrid en 1850 donde se formará junto con su hermano Eduardo en la Academia de Bellas Artes San Fernando en la que estuvo matriculado desde los trece años, desde 1857 a 1864. En ella fue compañero del joven Alejandro Ferrant, solo un año mayor que él. Cultivó géneros pictóricos afines al romanticismo, como el costumbrismo, el paisaje y el retrato. Su presencia en la famosa fotografía del curso de Bellas Artes 1857-1858, muestra a ambos y a Raimundo Madrazo cerca de sus profesores,  los tres hijos de pintores, que eran los más jóvenes del curso.

Detalle de la foto de Martínez del grupo del Curso 1857-1858 de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (BNE). En torno a los profesores (Ribera, padre e hijo, Madrazo y Haes se sitúan, marcados con círculo rojo, los tres más jóvenes, de izquierda a derecha, Raimundo Madrazo (17 años), Alejandro Ferrant (15) y Ricardo Balaca (14)

Juan Rodriguez García (1816 - c.1880)
El pintor gaditano Juan Rodríguez García, «Tahonero hijo»,  aprendió con su padre Juan Rodríguez Jiménez, llamado «el Tahonero» y en la Escuela de Bellas Artes de CádizDesde 1836 vivía en Jerez de la Frontera dedicado a la enseñanza de dibujo y pintura y por la cantidad de artistas que reunió en su entorno suele ser considerado como el padre de la llamada “Escuela Jerezana”. En 1852 fue nombrado pintor de cámara de su Majestad. Se casó con la escultora jerezana María del Carmen Ponce de León y Villavicencio (1816-1866). Ambos presentaban sus obras a los concursos y exposiciones que se celebraban en Jerez, rivalizando en prestigio con las de Sevilla y Cádiz.

El Museo de Cádiz
Pionero en el ámbito de la promoción del Arte a través de sus tempranas Exposiciones y Certámenes artísticos, guarda en su almacén y archivo buena parte de su historia y de su memoria que podría darse a conocer para poder ser estudiada. Alejandro Ferrant y Fischermans, pintor de gran relieve, algo olvidado por la historia cuyo prestigio está siendo reconsiderado en los últimos años, fue reconocido por la Academia gaditana en el inicio de su carrera artística tres veces consecutivas; hoy el Museo expone una de las tres obras con las que logró alzarse triunfador sobre pintores ya establecidos, manteniendo las otras dos en el limbo del arte que es el almacén de los museos, sin permitir siquiera su conocimiento a través de la imagen. Sería de desear que esa institución museística diera a conocer su historia mostrando por cualquier medio sus contenidos, contribuyendo de esta forma a completar lagunas de la Historia del Arte que no deben quedar en el olvido.

sábado, 14 de octubre de 2023

NUEVOS DATOS SOBRE EL PINTOR EDUARDO CARRIÓ

Sobre el pintor Eduardo Carrió (1838c-1893c), no se ha escrito mucho lo que no es de extrañar dado lo escaso de su obra que ha llegado hasta nosotros, pero sorprende observar tantas inexactitudes en tan escasa información, de lo que resulta que su naturaleza y personalidad siempre ha quedado oscura. Apenas se le menciona como "especialista en paisajes urbanos" a pesar de que no se le conoce ninguno, como estudiante en la Llotja catalana y generalmente se le califica de "pintor catalán", incluso se le incluye en un Diccionario biográfico de artistas de Cataluña, (Rafols, 1951) -quizás la fuente de todos los equívocos-. 

Que su apellido induce a pensar en un origen catalán o más bien mallorquín, tendría lógica, pero lo cierto y documentado es que el pintor Eduardo Carrió era natural de San Roque (Cádiz), tal como figuraba en los libros de matrícula de la Academia de Bellas Artes de San Fernando que dimos a conocer en este blog al hablar de las copias de retratos que realizó para el Museo Iconográfico; y ahora también sabemos que su nombre completo era Eduardo Carrió y Castillo, tal como se deduce de la Partida de Nacimiento de su hijo en 1875.

Son diversas las pruebas encontradas que nos han conducido a conocer nuevos datos sobre la identidad y la biografía de este pintor, aunque todavía quedan por completar muchas lagunas de su historia a lo que pensamos pueden contribuir los datos que aquí se aportan. 

Su paso por la Academia de Bellas Artes de San Fernando

El documento más antiguo que podemos aportar de su biografía le sitúa viviendo en Madrid el año 1857 y procede de los libros de alumnos de la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde aparece con el nº de matrícula 109, como D. Eduardo Carrió y Castillo, natural de San Roque (Cádiz), hijo de Francisco Josefa. Matriculado al menos en el curso 1857-1858, en las asignaturas de Antiguo y Ropaje, con el profesor Carlos Luis de Ribera; Colorido y Composición con Federico Madrazo y Antiguo y Modelado con José Piquer,  (Archivo Facultad de Bellas Artes de la UCM)

Detalle de la relación de alumnos que han pagado la matrícula del curso 1857-1858
(Archivo de la facultad de Bellas Artes de la UCM)

A pesar de estar matriculado en las tres asignaturas mencionadas, su nombre no figura en ninguna de las listas de calificaciones por no haberse presentado a las correspondientes pruebas. El hecho de estar matriculado en este curso nos lleva a pensar que pudiera encontrarse entre los integrantes de la famosa fotografía del grupo de alumnos de Madrazo, Ribera y Haes del estudio Martinez
Alonso Martínez y H. Grupo de artistas españoles del siglo XIX, 1857-1858. BNE

En lo que más se ha profundizado de su obra es de su faceta de copista y ello por la principal obra que se le conoce,  una obra de Murillo de la que hablaremos más adelante. Pero esta actividad se corrobora por su amplia presencia en los libros de Copistas del Museo Nacional de Pintura y Escultura (Museo del Prado). Su firma 'Carrió' aparece prácticamente a diario en los meses de abril a Junio de 1858, último trimestre del  curso 1857-1858 en su fase de aprendizaje. 

Pero mayor es su presencia en años posteriores, en 1869 vuelve a aparecer teniendo como garante a Enrique Mélida y a partir de 1870 y hasta 1893 figura periódicamente como copista, fundamentalmente de Murillo, pintor del que realiza decenas de copias, a veces simultáneamente,  aunque solamente conozcamos una de ellas en la actualidad que no fue realizada en este Museo. 

Su última presencia como copista en el Museo la encontramos el 6 de diciembre de 1893, y en ella aparece un apunte, referido a las ocho copias que en ese momento estaba realizando, que indica que las obras son "recogidas por su hijo" el día 23 de febrero de 1894, lo que podría significar su enfermedad o incluso su fallecimiento.
Pág. de 1893 Dic."1887-1895 Libro de Copistas". Sign. L3. Archivo MNP

En este último tercio del siglo aparece como pintor consolidado, como maestro y garante de pintoras como la salmantina Carolina Ralero y Richoni (4.3.1879) quien era alumna suya, tal como figura en el Catálogo de la Exposición Nacional de 1887 y con la que asiste en algunas ocasiones al Museo (1.3.1883). En esa misma exposición participa otro alumno suyo, Félix de Toraño. También fue garante de Armando Torres Sanz (1876) y de Concepción Martínez (1880).

Sus antecedentes en la Partida de nacimiento de su hijo

El documento que más información nos ha aportado sobre su naturaleza es la Partida de Nacimiento de su hijo, que se encuentra en el AHN en el "Expediente para la expedición del título de bachiller de Eduardo Carrió Baca, natural de Madrid, alumno del Instituto del Cardenal Cisneros". 

Det, 1ª pag. Partida de Nacimiento de Eduardo Carrió Baca, 1875
AHN. UNIVERSIDADES, 7186, Exp.23. 

A través de la información de este documento, hemos podido saber que el día 2 de diciembre de 1875, Eduardo Carrió del Castillo, mayor de edad, natural de San Roque (Cádiz) domiciliado en Madrid en la calle del Olivar. 49, cuarto 2º, casado con la sanroqueña Josefa Baca Aragón, también mayor de edad, dedicada a sus labores, inscriben en el registro Civil a su hijo que había nacido el 30 de noviembre anterior, a quien ponen el nombre de su padre. 

La información referida a los abuelos también nos permite conocer algo más sobre sus antecedentes familiares, por ejemplo saber que el padre del pintor, Francisco Carrió era natural de Gandía y su madre, Paula del Castillo, lo era de San Roque, ambos fallecidos en la fecha del nacimiento del nieto. De los abuelos maternos, ambos sanroqueños, sabemos que José Baca de 84 años, era pintor (quien sabe si pudo ser su primer maestro) y su mujer Antonia Aragón, de 64, se dedicaba a sus labores. En el documento figura la pertenencia de Gandía a la provincia de Alicante, lo que nos sitúa en un pequeño lapso de tiempo entre 1833 y 1836, único periodo en el que se daba dicha situación, dato que podría ser significativo respecto a la fecha de nacimiento del pintor.

Las obras de Carrió del Museo del Prado

En 1876, el conde de Toreno Francisco Queipo de Llano, ministro de Fomento, propone al rey Alfonso XII realizar un Museo Iconográfico Nacional que reúna "los retratos de aquellos españoles ilustres, de uno y otro sexo, cuya gloria se refleja sobre nuestra patria", éste acepta la idea y en el mes de agosto del mismo año eleva al Consejo de Ministros la propuesta de creación de una galería de retratos de españoles ilustres y de una comisión que se encargue de la selección de los personajes. A pesar de que la propuesta inicial hablaba de "españoles ilustres, de uno y otro sexo" al Museo Iconográfico solamente llegó un retrato de mujer, el de Santa Teresa.

Hacia el final de la década de 1870 Carrió recibe de la comisión de la Junta de Iconografía el encargo de hacer dos obras. Una de ellas, el Retrato de Pedro Caro Sureda, Marqués de la Romana que es copia del original de Vicente López (1772-1850) de la colección del marqués de la Romana, actualmente en el Museo del Prado (P06548), La copia realizada por Carrió h. 1877, por la que cobró 375 pesetas, se encuentra depositada en la Real Academia de la Historia. La segunda obra que realizó para el Museo Iconográfico fue la copia del retrato de Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, noble, político y militar castellano, conocido como el Gran Capitán, entregado en 1878 al Museo por el que solo recibió un pago de 125 pesetas. Actualmente se encuentra depositado por el Museo del Prado en el Instituto de España.
Retrato de Pedro Caro Sureda MNP  P03409                Retrato del Gran Capitán, MNP P03442

La copia de Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos de MURILLO realizada por Eduardo Carrió

Gracias al estudio realizado por Jesús Cuevas, publicado en 2006 por Laboratorio de Arte, sabemos de esta pintura, una de las mejores copias que se han realizado de la obra de Murillo, Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, que fue encontrada en 2005 en el domicilio de un comerciante de arte de la ciudad de Buenos Aires, de la que no había conocimiento anterior de su existencia.

Se trata de una obra copiada al natural a una inusual escala 1:1, por tanto de tamaño exacto a la obra original de Murillo* del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla, que fue realizada por Eduardo Carrió en 1874 en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, lo que se conoce por la leyenda que se encuentra en su parte posterior:

“Copiado del cuadro original de B. E. Murillo cuyo original existe en la
Academia de Bellas Artes de Madrid. Eduardo Carrió, 1874”.

En 2007 el Banco de Santander adquirió la obra y la donó a la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría y hoy decora la caja de la escalera principal de la Casa de los Pinelo, sede actual de dicha corporación académica sevillana.
 Eduardo Carrió s/ Murillo "Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos" 3.26 x 2.44 m. 1874
Colección de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Casa de los Pinelo. Sevilla

Se trata de una copia fidelísima, de gran calidad, lo que no es de extrañar ya que hemos visto la pasión que tenía Carrió por las obras de Murillo que le hizo especializarse en este pintor tal como se refleja en el gran número de copias suyas que realizó. En los libros de copistas del Museo del Prado que hemos mencionado hemos podido ver la Inmaculada, la Virgen del Rosario, los Niños de la Concha, Ecce Homo, Rebeca [y Eliecer], el Divino pastor o la Sagrada Familia del pajarito, todas ellas copiadas en repetidas ocasiones. Muchas de esas pinturas probablemente se encuentran colgadas en iglesias y domicilios anónimos donde, a pesar de la maestría de su autor, nunca será identificado.

*La pintura original se encuentra en la iglesia de San Jorge, en el Hospital de la Caridad de Sevilla para donde fue realizada en 1672 por Bartolomé Esteban Murillo, según encargo de don Miguel de Mañara, junto a otros siete lienzos que conformaban el programa iconográfico de la iglesia del mencionado Hospital. En 1810 fue sustraída por por el Mariscal Soult durante la invasión napoleónica, pero se devolvió en 1815 a la Academia de San Fernando, hasta 1901 en que fue trasladada al Museo del Prado. En 1939 se envía de nuevo a Sevilla para que ocupe el lugar para el que había sido realizada.  En 2009 es restaurada.
B. E. Murillo, Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, 1672
Iglesia de San Jorge, del Hospital de la Caridad de Sevilla.

martes, 12 de septiembre de 2023

RETRATOS DE ZACARÍAS VELÁZQUEZ

Retrato de Zacarías G. Velázquez Tolosa por Manuel Pardo Guerrero. 
Museo Lázaro Galdiano

Zacarías Joaquín González Velázquez Tolosa (Madrid, 1763-1834) es un pintor que pertenece a la tercera generación artística de la familia GONZÁLEZ VELÁZQUEZ, cuya actividad  se desarrolla desde la segunda mitad del siglo XVII a las postrimerías del XIX. 

La saga González Velázquez se inicia en el Arte con el escultor jienense afincado en Madrid, Pablo González y Velázquez (1664-1727) que era hijo de Gerónimo González y Manuela Velázquez, (AHN, Estado-Carlos III, Exp.2244) lo que supone ser el primero en el que se unen ambos apellidos. Estaba casado con Ana María Viret y Liegen, madrileña de origen belga, con quien tuvo tres hijos, todos artistas. De su obra, variada y dispersa, destacaremos la escultura de San Luis que, procedente de la antigua iglesia dedicada al santo, se encuentra en la actualidad coronando la segunda portada de la céntrica iglesia del Carmen en Madrid.

Pablo G. Velázquez Imagen de San Luis en la fachada barroca que procede de la Iglesia de S. Luis Obispo. Iglesia del Carmen. Madrid

Los tres hijos del matrimonio fueron pintores notables: el mayor, Luis G. Veláquez Viret (1715-1763) casado con Luisa Izquierdo Recalde, pintor y decorador, cuya obra puede verse en las pechinas de la capilla de Santa Teresa de la madrileña iglesia de San José; Alejandro G. Veláquez Viret (1719-1772) pintor, escenógrafo y arquitecto que colaboraba a menudo con su hermano mayor, según Ceán Bermudez, "haciendo Luis las figuras y Alejandro los adornos"; y finalmente el pintor Antonio G. Velázquez Viret (1723-1794), quien tuvo dos hijas de María Machado, su primera esposa, Lorenza María, y ocho hijos de su segunda mujer, la madrileña Manuela Tolosa y Aviñón (1740-1797). 

Tres de sus hijos, destacaron en el mundo artístico, Isidro como arquitecto,  Castor, miniaturista y Zacarías, de quien aquí nos ocupamos, como pintor. Completando el ambiente artístico familiar su hija mayor, María, se había casado con Mariano Salvador Maella y la menor, Pilar, con el arquitecto Antonio López Aguado (Madrid, 1764-1831).

Antonio González Velázquez y Viret, padre de Zacarías, se le solía nombrar, incluso en los ámbitos oficiales y especialmente en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de la que fue director, únicamente por el apellido Velázquez, por ser el más sonoro y probablemente para evitar confusiones con otro pintor de su época, el navarro Antonio González Ruiz (1711-1788). De ahí pasó la costumbre o la tradición de utilizar este segundo apellido con el resto de miembros de su artística familia. En todo caso los apellidos González Velázquez se utilizaron a partir de entonces siempre unidos como si se tratara de un apellido compuesto por lo que para poder distinguir a los miembros de las distintas generaciones de la familia es preciso incorporar a estos el apellido materno.

Antonio G.Velázquez Viret: Retrato de su mujer: Manuela Tolosa y Aviñón. MNP
Zacarías G.Velázquez Tolosa. Retrato de su padre Antonio G.Velázquez Viret. MNP
Ambos cuadros, adquiridos en subasta (1988) se exponen en diferentes salas del Museo del Prado


LOS RETRATOS DEL PINTOR ZACARÍAS JOAQUÍN GONZÁLEZ VELÁZQUEZ Y TOLOSA  

No vamos a abordar en este artículo la amplia obra pictórica de Zacarías Velázquez, que por otra parte la consideramos merecedora de un mayor estudio del recibido hasta ahora; nos limitaremos, por su interés, a realizar un repaso de los diversos e interesantes retratos y autorretratos que conocemos del pintor localizados en colecciones públicas. 

El retrato realizado por MANUEL PARDO
(Museo Lázaro Galdiano, Nº inventario 3794, c.1800 (6,5 x 5,2cm.)
Manuel Pardo Guerrero. Rto. de Zacarías G.Velázquez Tolosa, h.1800
Miniatura, Gouache sobre marfil, firmada M.Pardo / fecit. MLG. Madrid

De los retratos de Zacarías Velázquez que en la actualidad se encuentran en colecciones públicas, consideramos cronológicamente el primero -y uno de los más interesantes- el de la Fundación Lázaro Galdiano que fue realizado por su discípulo, Manuel Pardo Guerrero, pintor del que casi nada conocemos aparte de que esudió en la Academia de San Fernando en dos periodos separados probablemente por causa de la guerra; el primero de 1804 a 1808, y el segundo de 1814 a 1821 (E. Navarrete, Alumnos... Rabasf, 1800-1844). En esos años Pardo coincide con su maestro en San Fernando donde este era Académico de Mérito desde 1790 y profesor ayudante en la Sala de Principios desde abril de 1793. No obstante conocemos que solamente aparece matriculado en la asignatura de 'Yeso' lo que nos hace pensar que pudo ser alumno de Zacarías Velázquez en su propio estudio. 

En la actualidad el retrato se encuentra bastante deteriorado y ello a pesar de que la especialista Carmen Espinosa (Iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas en la Fundación L.G. 1999) considera que se le puede calificar "como uno de los mejores pintados en miniatura por un artista español durante el primer cuarto del S.XIX". 

El retratado viste el uniforme de Pintor de Cámara lo que llevaría a datar la obra entorno a 1801, año en que recibe dicho nombramiento (descartando la tardía fecha que le asigna el museo de 1815). Considero la posibilidad de que el retrato, por su aspecto joven, pudiera ser incluso algo anterior a la fecha mencionada y el detalle del uniforme hubiera sido añadido tras su nombramiento, lo que justificaría la diferente técnica que, según la información del Museo, se aplica a la vestimenta "empleando demasiada materia pictórica, y el volumen dado a la figura, que no son propios de un retrato miniatura" lo que podría indicar que el uniforme se hubiera sobre-pintado. 

La imagen del pintor, de perfil, con un denso cabello negro cortado y peinado hacia delante, a la moda, con las patillas largas tambien negras, girando la cabeza a su derecha mirando al espectador, nos recuerda a uno de los dos autorretratos de la Academia de San Fernando que consideramos el siguiente en orden cronológico, lo que nos lleva a distinta conclusión que la de Espinosa que considera que Pardo pudo tomar como modelo el Autorretrato de Zacarías de la Academia, cuando realmente podría ser lo contrario, como veremos a continuación. 

El primer autorretrato de la Academia de San Fernando
RABASF Nº Inventario 0704. c.1802 (64 x 52cm.)
Zacarías G.Velázquez Tolosa, Autorretrato. c.1802, Rabasf

Vestido con levita oscura de amplias solapas con un corte transversal y camisa blanca de lazo, con el pelo peinado hacia la frente en un desorden de estudiados mechones y grandes patillas rizadas, ya medio canosas, el pintor muestra una mayor distinción y un aspecto de más elegancia que el que vemos en el retrato de la Fundación Lázaro, en el que a pesar de vestir uniforme presenta un cierto aire desaliñado. El personaje, de perfil, con un gesto de sonrisa contenida, muestra parte del torso sin llegar a la cintura, se gira a su derecha mirando al espectador sosteniendo en su mano un carboncillo, detalle típico de artista que se autorretrata. 

En la información que aporta la Academia consta que el pintor expuso un retrato suyo en 1802, por lo que en ese momento tendría unos 39 años que encajan bien con la edad que representa su imagen. Sobre la entrada de este retrato en la Academia de San Fernando volveremos más adelante cuando hablemos del segundo retrato en esa institución.

El autorretrato del Museo del Prado
MNP Nº Inventario P007492, c.1812 (59 x 46 cm.)
Zacarías G.Velázquez Tolosa, Autorretrato MNP (Expuesto Sala 62A)

El siguiente retrato en el tiempo es el que conserva el Museo del Prado, datado entre 1810 y 1813, lo que nos llevaría a una edad cercana a la cincuentena, con el mismo pelo oscuro, probablemente teñido, peinado de forma muy similar al del retrato anterior, y las patillas prácticamente blancas. Tambien coincide con el retrato de la Academia en su posición y en el tipo de vestimenta, levita de amplias solapas lisas y en este caso la camisa muestra una banda que alza el cuello en lugar de lazo; en conjunto su expresión es más seria mostrando un aire más cercano a la tristeza o la melancolía, quizás afectado aun por la muerte de su esposa Juana Fernández Ginés que fallece en 1809, con ocasión del  nacimiento de su noveno hijo.


El segundo autorretrato de la Academia de San Fernando
RABASF Nº Inventario 0042, c.1823 (46 x 37 cm.)
Zacarías G.Velázquez Tolosa, Autorretrato. Rabasf, c.1823
En el bastidor, escrito a lápiz: "Retrato de Zacarias Velázquez hecho por él mismo."

El segundo Autorretrato de la Academia se diferencia de los anteriores por aparecer girado a la izquierda, aunque mantiene como en los otros su mirada dirigida al espectador. En este caso la vestimenta no aporta una especial distinción, una sencilla levita negra y una camisa blanca, pintadas en ambos casos de forma sumaria con una especie de lazo verde algo desdibujado anudado al cuello. Si nos fijamos en las patillas veremos que no solo van cambiando de color por su encanecimiento -a diferencia del pelo que mantiene su color y su peinado con mínimas variaciones- sino que van disminuyendo de volumen por el paso del tiempo.

Aunque la obra ha sido tradicionalmente considerada como autorretrato, el hecho de que lo sea o se trate de un retrato no es una cuestón pacífica. La especialista Berta Nuñez apunta la idea de que pudiera haber sido realizado por su colega Francisco Folch de Cardona, (1744-1808) retratista de Cámara de Carlos IV, basándose en que dicho pintor presentó en la exposición de 1802 "dos cabezas de Don Zacarías Velázquez". Considero que la fecha de dicha presentación descartaría de forma clara la posibilidad de que una de ellas fuera este retrato, debido a la evidente madurez que muestra el rostro del retratado. Tampoco ampara la autoría de esta obra el hecho de que Folch de Cardona muriera en 1808, según relata Vicente Poleró  en sus Memorias "no saliendo a la calle por no ver a un francés, enfermó y murió en su casa de la calle de Santiago". (Poleró, Recuerdos de Antaño. Patrimonio Nacional).


El retrato realizado por ANTONIO MERCAR
MNAC Nº Catálogo 1132, c.1828 (57,5 x 46cm.)
Antonio Mercar, Retrato de Zacarías G.Velázquez. H.1828. MNAC
Donación de Joan Prats i Tomàs,* 1973

Cerramos la galería de retratos de Zacarías G.Velázquez como la empezamos, con el retrato que se encuentra en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, realizado por otro de sus discípulos, igualmente poco conocido, el pintor madrileño Antonio Mercar (Madrid, 1788 - doc. 1833). 

Disponemos de escasa información sobre la actividad de pintor de Antonio Mercar. Sabemos que asiste a los 'estudios mayores' de Yeso y Natural de la Academia de Bellas Artes entre los años 1803 al 1809 coincidiendo en ese tiempo con Manuel Pardo quien, como hemos visto anteriormente, también retrató al maestro. Compatibiliza su aprendizaje artístico con su formación como taquígrafo, recibiendo en ambos casos distinciones por sus aptitudes. El hecho de prestar sus servicios en la redacción del Diario oficial de las Cortes le impedirá dedicarse de lleno a la pintura. De su actividad 'oficial' tambien se conoce que en julio de 1813 presenta un escrito en el que manifieta que por hallarse ya cansada la vista no podía contínuar en su encargo de Taquígrafo de las Cortes, solicitando un empleo compatible con su dolencia y proporcionado al sueldo que disfruta (El Redactor General Núm.763, 17.7.1813). Los años siguientes, al menos hasta 1820, lo encontramos formando parte, como oficial, de la Secretaría del Consejo de Guerra. 

En Junta ordinaria de la Academia de San Fernando de 23 de enero de 1720 se trata su solicitud para ser admitido como pintor aficionado, al no poder completar las pruebas, dadas sus muchas ocupaciones como oficial de la Secretaría del Consejo de la Guerra, pero la Academia le reitera una respuesta previa, en la que se concedió a Mercar que la obra de pensado la haga cuando pueda, respecto de no tener el tiempo limitado  para ello. (Archivo RABASF).

El retrato de Mercar muestra de nuevo el perfil izquierdo del pintor mirando al espectador. La imagen de su rostro es mas frontal que en los retratos anteriores. El aspecto es distinguido y elegante, la camisa blanca vuelve a tener un amplio lazo y el cuello más elevado que las anteriores al igual que el de la levita que tiene una hechura más informal sin solapas. Tambien observamos una mayor elaboración en el peinado ahora más ondulado aunque mantiene el color oscuro, excepto en las patillas, ya completamente blancas. 

    *Joan Prats i Tomás (1901-1973), abogado y coleccionista de arte, casado con Dolores Sedó Peris-Mencheta. Su colección de pintura fue donada al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). 

Sobre los retratos de la Academia

Existen dos apuntes en las Actas de la Academia respecto a la entrada de los retratos de Zacarías Velázquez en la Institución. La primera se refiere a la donación realizada por el pintor-restaurador Vicente Poléró recogida en el Acta de la Junta ordinaria celebrada el 30 de Marzo de 1868:

    "Donativo del retrato de D. Z. Velázquez. Leída una comunicación del Sr. D.Vicente Poleró donando a la Academia un cuadro que representa el retrato del Sr. D. Zacarías Velázquez, acordó se le den las gracias y se regale un ejemplar de las obras que ha publicado la Academia."

Es conocida la afición coleccionista del pintor y restaurador Vicente Poleró, en especial desde la lectura de sus Recuerdos de Antaño, donados recientemente por sus descendientes a Patrimonio Nacional. Poleró alude en diversas ocasiones a su creciente afición de coleccionista y restaurador aprovechando las posibilidades de encontrar obras de interés "en los desvanes de palacios y casas solariegas..." Y comenta: "Con el trato y conocimiento de algunos artistas y aficionados, determiné estudiar a fondo la restauración de pinturas en vista de la afición que por entonces fue extendiéndose entre los particulares, dada la facilidad de adquirir con ventaja obras estimables de nuestros antiguos pintores".

La referencia a dicha donación tuvo también eco en la prensa del momento:

Revista de Bellas Artes e Histórico-Arqueológica, 13 abril 1868

La segunda referencia a la entrada de retratos de Zacarías Velázquez en la institución la encontramos dieciséis años después en el Acta de la Junta Ordinaria de 28 de abril de 1884:

    "Legado de un cuadro “Cristo en la Cruz” de D. Z. González. De un oficio de la testamentaría de D. Robustiano Boada entregado en cumplimiento de la última voluntad de dicho Sr., el legado que hace a la Academia consistente en un cuadro en lienzo que representa Jesús en la Cruz y un retrato pintado por D. Zacarías González Velázquez. La Academia los recibió con aprecio y acordó dar las gracias a dichos Sres."

El presunto donante, Robustiano Boada, funcionario de Hacienda y pintor de afición, formado en la Academia de San Fernando, que era yerno de Zacarías Velázquez, había fallecido el 6 de enero de 1879, cuatro años antes de esta donación que no se produce hasta la muerte de su esposa, Mª Ana González Velázquez, hija de Zacarías, el 28 de febrero de 1884, dos meses antes de la celebración de la Junta, siendo ella por tanto la verdadera benefactora. Se da la circunstancia que la hija del pintor también lega al Museo Nacional de Pintura y Escultura (Museo del Prado), el retrato de su abuelo Antonio González Velázquez (P002495), uno de los dos retratos pintados por su hijo Zacarías que en la actualidad posee el Museo. Este hecho es objeto de público reconocimiento hacia ella mediante una Real Orden de Fomento publicada en la Gaceta "dando las gracias a los testamentarios de la Sra. Mª Ana González Velázquez por el donativo de un retrato de Antonio Gonzalez Velázquez", noticia de la que se hace eco El Imparcial (23 .6.1884). 

Así pues, una vez constatado por las Actas de la Academia de San Fernando que los dos retratos de Zacarías Velázquez que conserva la institución no proceden del mismo origen, aunque la información que ofrece la web de la Academia atribuya a la testamentaría de Robustiano Boada la donación de ambos retratos, restaría saber cuál de ellos fue el donado por Poleró, y cuál fue legado por la hija del pintor, Mª Ana González Velázquez, viuda de Boada. Una consulta al archivo de dicha institución debería bastar para aclarar este extremo y restituir a cada uno el mérito y el agradecimiento que en justicia les corresponde.