lunes, 22 de julio de 2019

DAMA SIN PAREJA EN EL MUSEO ROMÁNTICO

José Gutiérrez de la Vega Bocanegra. Retrato de Mª Antonia Muñoz Valdés. 1861

En las verdes paredes de la Sala del billar del Museo del Romanticismo cuelgan diversos retratos de damas de la época, entre los que se encuentra el de María Antonia Muñoz y Valdés, a la derecha de la entrada, pintado por el sevillano José Gutiérrez de la Vega Bocanegra (1791-1865).

La obra, de alrededor de un metro de ancho y metro y medio de alto, de mayor amplitud que las circundantes, presenta a la modelo de tres cuartos, como gran dama con un elegante fondo en el que puede verse una mesa con un jarrón de flores y un gran espejo con marco dorado y a la izquierda una terraza a través de la que se vislumbra el atardecer en un paisaje que llega hasta el horizonte y un amplio cielo.

La dama, con el pelo rizado peinado con raya al medio que enmarca la redondez de su cara y sus grandes ojos castaños, luce un vestido en raso azul, cubierto de lazos y volantes cuyo amplio escote le permite mostrar una lujosa cruz de oro y esmeraldas y en los brazos sendas pulseras de gruesas perlas de dos vueltas. Todo ello algo ostentoso lo que nos permite considerar que pueda tratarse de una dama no de clase alta pero si de alto nivel económico, más que rica, enriquecida. 

La investigación sobre el personaje y su origen ha resultado prácticamente infructuosa pero me ha conducido hacia su marido, también retratado por José Gutiérrez de la Vega, pintor a quien fueron encargados ambos retratos formando pendant. A pesar de que la obra también pertenece al Museo Romántico, este no ha considerado la posibilidad de exponerlo junto al de su esposa y por tanto se encuentra guardado en su almacén quedando por tanto frustrada la intención de los comitentes de figurar como una pareja.
José Gutiérrez de la Vega Bocanegra. Retrato de Felipe Micó Botín. 1861

Felipe Micó Botín, el marido, es el personaje retratado también de tres cuartos como su pareja, sobre un fondo neutro en el que solo se percibe una columna. Vestido de negro con levita desabrochada y chaleco en el que luce una lujosa leontina, corbata de lazo y camisa blanca, lleva el gabán sobre el brazo izquierdo, de forma elegante, todo ello a la moda de la época. En el rostro, cejas pobladas, gran mostacho y perilla, además de un pelo ondulado y repeinado. Sus características, a pesar de su aparente austeridad, refuerzan la impresión que habíamos tenido al observar el retrato de la dama "enriquecida".

A la vista de ambos retratos y a falta de información fehaciente sobre su origen familiar y social, nos atrevemos a imaginar que estamos ante una pareja que probablemente procedía de Valencia donde hemos podido constatar la existencia del apellido Micó, y nos permite aventurar que habiendo hecho fortuna se desplazan a la capital del reino donde puede resultar más fácil el desarrollo de sus negocios y de su economía familiar. 

Dada la naturaleza "romántica" del Museo, resulta sorprendente la decisión de separar a los miembros de esta pareja, ya que es mucho más completo el imaginario y el relato sobre las costumbres y la sociedad de la época que puede aportar la pareja como conjunto que lo que puede deducirse de sus retratos individuales.

A falta de información sobre su pasado, los datos sobre la llegada de las obras al Museo nos han permitido saber algo del futuro familiar de la pareja representada.

El ingreso de las obras en el Museo Romántico

Según el expediente de ingreso, las dos obras fueron adquiridas por el Museo el año 1974 por 215.000 pesetas a Fernando Ember, quien informa en el momento de la venta que los retratados son sus bisabuelos. 
José Gutierrez de la Vega Bocanegra. El Matrimonio Micó Muñoz. 1861. MROM

Siguiendo esta información he podido reconstruir la interesante aunque corta historia familiar que deriva de estos dos personajes y que podría parecer extraída de una novela romántica.

De MICÓ MUÑOZ a EMBER

Sabemos que la familia Micó Muñoz se encuentra instalada en Madrid al menos desde 1861, año en que se realizan los retratos. Podemos suponer que su buena posición económica les permite moverse en círculos de alto nivel. Ello se constata por el mismo hecho de encargar su retrato a José Gutiérrez de la Vega, retratista de la clase alta madrileña solo por detrás de Federico Madrazo.

Hemos podido saber que el matrimonio tuvo al menos dos hijos, uno de ellos Antonio Micó Muñoz, que con el tiempo se casará con Carmen España Gargollo, quienes tienen varios hijos que garantizarán la continuidad de la familia. 

Teresa Micó Muñoz,  la hija de la que tenemos noticia, es la que interesa a esta historia y quien tendrá una vida digna del mejor folletín. Podemos suponer, con poco riesgo a equivocarnos, que la joven Teresa se mueve en el elegante ambiente social que le permiten su belleza, su juventud y su posición, acudiendo a fiestas, estrenos, recepciones y todo tipo de actos donde se relaciona con jóvenes de la clase alta madrileña. En el curso de estas relaciones conocerá a Luis María Téllez-Girón y Fernández de Córdoba, personaje del más rancio abolengo de la nobleza española, quien había heredado de su padre en 1897, entre otros, los títulos de duque de Uceda, marqués de Villena, duque de Escalona y conde de Ureña y que en 1902 heredará de su tío el título de Duque de Osuna.

La estrecha relación entre ambos va a desembocar en el nacimiento de una niña a quien pondrán el nombre de Mª Luisa y que llevará el apellido de su padre y de su madre, Téllez de Girón y Micó a pesar de que no se formalizaron las relaciones entre el Duque y la joven Teresa.

No tenemos elementos para saber si se trataba de una relación puntual o estable y la desgracia quiso que el año 1909 el duque muriera prematuramente, con 39 años, de tifus exantemático, cuando la pequeña Mª Luisa tenía tan solo 7 años. Las crónicas cuentan que su fortuna, importante aunque muy mermada por sus antecesores, la heredaron por mitades su madre, Ángela Mª Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas, hija mayor de los duques de Medinaceli y su hija Mª Luisa Téllez-Girón Micó. (Se habla de que la niña heredó unas 350.000 pesetas, cantidad considerable para la época).

A pesar de ello, en las esquelas que podemos encontrar en los periódicos de entonces no se mencionan los nombres de la hija ni por supuesto, el de su madre, lo que significa que el reconocimiento de la niña no fue hecho público.
Esquela publicada el 15.4.1909 en La Correspondencia de España


Luis María Téllez Girón, el duque de Osuna

El padre de María Luisa, Luis María de Constantinopla Téllez de Girón y Fernández de Córdoba, duque de Osuna y Uceda, conde de Ureña, etc., varias veces grande de España, había nacido en Madrid el 5 de marzo de 1870. Los testimonios de la época dicen que era de trato agradabilísimo y caballeroso, una persona de  extraordinaria modestia, muy aficionado a hacer por sí mismo obras de caridad. "Un joven de claro talento que ha seguido con aprovechamiento la carrera de leyes y ha representado a su país en Cortes y es presidente efectivo del Tiro Nacional" (Los Osuna. La Ilustración Artística 22.8.1904).

El Correo español, en su necrológica del día 2 de abril de 1909 no escatima los elogios haciendo especiales consideraciones a sus cualidades religiosas y caballerescas: "...cumplidísimo caballero y verdadero creyente, como lo ha demostrado en su enfermedad, contraída, a lo que parece, al visitar a un enfermo, como individuo de la Hermandad del Refugio. Pertenecía también a la Adoración Nocturna, era presidente de la Congregación de la Purísima e individuo de varias congregaciones religiosas".

Efectivamente el duque era un hombre de cultura, doctor en Derecho y aunque había sido diputado por Talavera pronto dejó la política para ocuparse de asuntos que más le interesaban. Era correspondiente de la Real Academia de Historia y presidía el Cuerpo colegiado de la Nobleza de Madrid, pero todos los elogios mencionados y especialmente lo relacionado con su faceta religiosa no parecen encajar con el hecho de haber tenido una hija en secreto y, contra todo criterio moral de la época, no haber formalizado su relación con la madre.

La hija: Mª Luisa Téllez de Girón y Micó

A pesar de la situación irregular en la que queda su madre, María Luisa, que heredó de su padre el nombre, el apellido y parte de su fortuna, siempre vivirá como la hija del duque y mantendrá vivo su recuerdo a través de los años publicando esquelas en los aniversarios de la muerte de su padre, reivindicando de este modo su propia naturaleza.
Esquela publicada por su hija Mª Luisa en el aniversario de la muerte del duque. 
La Correspondencia de España, 1 abril 1922 

De Teresa Micó Muñoz, la madre de la niña, solo sabemos que muere el 25 de enero de 1924. El mismo año, poco tiempo después -30 de mayo- su hija María Luisa, con 22 años, contraerá matrimonio con el pianista húngaro Fernando Ember de 27. El matrimonio alterna su vida entre Budapest y Madrid y es en esta ciudad donde nacerá su primer y único hijo, Fernando Ember Téllez-Girón en 1930. De acuerdo con el padrón municipal en 1935 la familia vivía en la calle Hermosilla.


El marido de Mª Luisa: Fernando Ember Bosko

Fernando Ember Bosko, también conocido como Ember Nandor (Nandor es la forma húngara para Fernando), nace en 1897 en Budapest, era hijo del periodista Lajos Engländer y de la profesora Terézia Boskovitz. Realizó sus estudios en la Academia de Música de Budapest graduándose en 1916 como estudiante de Ernő Dohnányi de quien interpretó sus composiciones a lo largo de su vida. El 21 de marzo de 1919, realizó su primer concierto en la Academia de Música y luego realizó una gira por el extranjero, Ámsterdam, La Haya y Rotterdam, y se  establece en Madrid en agosto de 1921, donde se convirtió en un representante de la escena musical española. En 1924 se casa con Mª Luisa Téllez de Girón Micó y ese mismo año es nombrado profesor de lengua y literatura húngaras en la Universidad de Madrid. Fundó su propia escuela integral de música.

Además de su actividad docente que realiza entre Budapest y Madrid, también actúa como concertista en giras europeas y con frecuencia en Madrid, hecho que encontramos a menudo reflejado en la prensa de la época. Se da la circunstancia de que introducirá en España obras de compositores húngaros y en Budapest las de autores españoles, y por esta tarea es nombrado en 1931 profesor honorario de la prestigiosa Academia Superior de Música Ferenc Liszt de Budapest.


Fue amigo de Rodolfo, el mayor de los Halffter de quien interpretó diversas composiciones en sus conciertos de Madrid. Durante la Guerra Civil Española la familia se volvió a Hungría donde continuó sus tareas de profesor de la Escuela Superior de Música de Budapest hasta 1944. Después de 10 años, en 1946 volvió a realizar una gira europea que terminó instalándose de nuevo en Madrid aunque no por mucho tiempo ya que fallece el 30 de Noviembre de 1948.
Lápida de Fernando Ember (1948) en la Sacramental de Santa María en Madrid
En el sepulcro también se encuentran su mujer Mª Luisa Téllez-Girón Micó (+1970) y su suegra Teresa Micó Muñoz (+1924)

El hijo: Fernando Ember Téllez - Girón

Fernando Ember Téllez-Girón (1930-2001) va a seguir en el mundo de la música los pasos de su padre con quien estudiará composición y piano.
Fernando Ember Téllez-Girón. 1966

En su carrera profesional a veces utilizó el nombre de su padre "Ember Nandor" o su segundo apellido "Boskovitz" y alguna otra variante, sin embargo prácticamente nunca utilizó el noble apellido Téllez de Girón de su madre y de su abuelo, el Duque de Osuna

Formó parte de la llamada generación del 51, compuesta por jóvenes heterogéneos que rondaban la veintena, que buscaban hacer visible el papel de la música en línea con las vanguardias europeas. En 1952 dirige las Juventudes Musicales de Madrid organización que apoyaba a compositores noveles, recién salidos del Conservatorio, facilitando sus ensayos y actuaciones públicas.

Fue profesor de composición y pianista del Ballet Lírico Nacional. Formó parte del grupo Nueva Música creado a impulso de Enrique Franco, que promocionaba las nuevas corrientes estéticas experimentales en la música junto con figuras como Luis de Pablo, Cristóbal Halffter, Carmelo Bernaola, o Manuel Carra, entre otros. Muchos de sus componentes fueron compositores de música para el cine y el teatro. Ember compuso las partituras de las películas "Vecinos" y "Opera Prima".

No existe mucha información sobre Fernando Ember, aunque todos los testimonios que hemos podido consultar muestran una gran consideración sobre su persona. Antón García Abril en una entrevista realizada en 2012 dice sobre él:
             "Le conocí y nos tratamos siempre cordialmente. Pero yo nunca tuve relación con él sabiendo que fue presidente de las juventudes musicales y que era un hombre muy apasionado por la música. Era una persona muy cercana de la música que se estaba haciendo entonces, de la que empezábamos a hacer todos y que silbaba muy bien. Era un gran silbador."
Tomada de la Tesis "Las vanguardias musicales en el Nuevo Cine Español" de Catalina Vesga. 

El enlace permite ver la interpretación de la famosa canción "Más", 
en la que se constatan las habilidades de  Ember como silbador. 

El año 1974 Fernando Ember Téllez-Girón tras la muerte de su madre vende al entonces Museo Romántico la pareja de retratos de sus bisabuelos, Mª Antonia Muñoz Valdés y Felipe Micó Botín, pintados por José Gutiérrez de la Vega Bocanegra. Sería interesante que el Museo encontrara el lugar adecuado para que la pareja, desde entonces separada, vuelva a mostrarse tal como fue pensada.

martes, 9 de julio de 2019

LA SEGUNDA ESCUELA DE PINTURA DE MANILA, 1850 - 1898

José Honorato Lozano, Calle de San Sebastián en Manila. 1875

En la Enseñanza de la Pintura en Filipinas en el Siglo XIX, se hablaba de la primera Academia de Dibujo y Pintura de Manila, creada por Damián Domingo en 1821 en su propia residencia de Tondo. Era la primera fundada en las Islas Filipinas y probablemente de toda Asia, que fue oficializada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País y se mantuvo activa hasta 1834, año en que la enfermedad y posterior muerte de su fundador, único maestro y director, hizo inviable su continuidad.

Tendrán que transcurrir doce años para que en 1846 se apruebe el proyecto de abrir una nueva Academia Oficial de Dibujo Natural y Pintura a semejanza de las existentes en la península, y otros cuatro años más –a causa de la intensa burocracia existente– antes de su apertura definitiva, que permanecerá abierta hasta 1898, de la que nos ocupamos en esta nueva entrada. 

LA NUEVA ESCUELA DE DIBUJO NATURAL Y PINTURA 

La creación del nuevo centro de enseñanza fue propuesta al gobernador de las Islas Filipinas, Narciso Clavería y Zaldúa (1844–1849), por la Junta de Comercio de las Islas en 21 de mayo de 1845, ofreciendo la posibilidad de asumir su coste con los fondos propios de dicha Corporación.

La iniciativa partió de Mariano Roxas y Ubaldo, perteneciente a una de las principales familias criollas de Manila, graduado en derecho de la Universidad de Santo Tomás, y miembro del Tribunal de Comercio, quien dirige junto con otros miembros de la Junta una petición al gobernador alegando que la escuela era necesaria "para ampliar el conocimiento en esta rama de las bellas artes, para que los artesanos en general puedan adquirir ese nivel de perfección, elegancia y excelente gusto que les ayudará a mejorar la prosperidad y la expansión del comercio", afirmando también que ese tipo de escuelas existía en otras provincias españolas bajo la coordinación de la Academia de San Fernando en Madrid. (Carlos Quirino, Manila’s School of Painting, 1967)
Retrato del Gobernador Narciso Clavería y Zaldúa, Conde de Manila. 
 (h.1849) MNP  En depósito en el Museo del Ejército. Toledo.

El Gobernador Clavería realizó diversas actuaciones durante su mandato que dejaron una profunda huella en las Islas Filipinas: decretó que los nativos debían adoptar apellidos españoles; resolvió el desajuste del calendario suprimiendo un día; fue el artífice de la creación de la Galería de Retratos de los Gobernadores de las Islas, que inició precisamente con el suyo, y a petición de la Junta de Comercio promovió la reapertura de la Escuela de Dibujo y Pintura de Manila.

El Archivo Histórico Nacional (AHN) conserva el expediente instruido para la apertura de esta nueva Escuela,  (Ultramar 431, Exp. 8) en el que se encuentran los documentos por los que el gobernador Clavería informa haber concedido autorización a la Junta de Comercio de Manila para establecer en aquella capital una Escuela de Dibujo Natural y PinturaLa Real Orden de 17 de junio de 1846 de Creación de la Escuela contempla los mismos términos en que se realizó la propuesta, siguiendo el modelo de las escuelas españolas. 

Después de cuatro años de tramitación, aún quedaba sin resolver el tema de la elección de un director que reuniera las condiciones técnicas necesarias para el puesto. Un informe de 26 de Mayo de 1849 del Secretario de Gobierno, José Mª Peñaranda, recogido en el expediente del AHN, informa de la fortuna de haber encontrado un director y de la circunstancia de su  nombramiento:

              "... Hoy empero, que una feliz casualidad nos depara dentro de la misma capital el aventajado profesor D.Enrique Nieto recién llegado de la Península destinado por S.M. a venta de Correos, y joven de sobresaliente talento en la pintura según se ha podido juzgar en vista de los preciosos cuadros, obra suya, que ha mostrado a alguno de los Sres. Vocales de la Junta, que posee por principios conocimientos de la facultad, y siendo así que se presta a desempeñar el profesorado de la Escuela para cuyo cargo reúne también todas las demás circunstancias que se requieren, ... en sesión de este día ha nombrado profesor de la Escuela de Dibujo y Pintura al referido D.Enrique Nieto, cuyo sueldo de 1.200 pesos designado en las bases .../... no empezará a percibir hasta la instalación de la Escuela..."

El 7 de julio de 1849 la Junta creó un comité de planificación integrado por el propio Nieto, Ventura del Arco, Luis Pérez Dominé, Nicolás Enrile y José Bosch como secretario. Este Comité elabora el Reglamento que fue aprobado el 12 de noviembre del mismo año, que establecía entre otras normas que el sistema de formación a seguir sería el de la Academia de San Fernando, la gratuidad de la enseñanza, y que las clases se desarrollarían en horario vespertino. Todavía transcurrirá cerca de un año para la efectiva apertura de la Escuela, que se produjo el 1° de Abril del 1850 con setenta alumnos, que era el número de plazas disponibles.


LOS TRES PRIMEROS DIRECTORES

La Escuela fue dirigida en sus primeros años por tres funcionarios españoles que, aunque no eran del todo ajenos a la actividad artística, se encontraban en las islas cumpliendo otras funciones como empleados del gobierno.

Enrique Nieto (1850-1852) 

El primer director nombrado para la Escuela fue, como se ha señalado, Enrique Nieto Zamora (1828? - Madrid, 1874), que se encontraba en las islas como oficial auxiliar de la administración de Correos en Manila. Fue elegido para el puesto por su condición de artista formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, ya que la principal función del director era la de ser profesor, el único de la escuela. Además de "los preciosos cuadros, obra suya, que ha mostrado a alguno de los Sres. Vocales de la Junta" de los que habla el informe comentado de Peñaranda, su curriculum contaba con la participación en diversas exposiciones como la de Bellas Artes de 1844 en la que Nieto había presentado un grupo de obras: El Ángel de la Guarda (copia de Camarón), La casta Susana (copia de Velázquez), una Virgen con el Niño, y Dos paisitos chicos (E. Navarrete, La Academia de Bellas Artes de San Fernando y la pintura en la primera mitad del siglo).

La importante afluencia de alumnos en su primera convocatoria aconsejó crear una plaza de Ayudante, dotándola con 400 pesos anuales de sueldo, para poder "atender a la corrección de los 70 alumnos que en su mayoría se hallaban copiando extremos en las clases elementales". El nombramiento recayó en Manuel Cortina, funcionario de Hacienda, (sobrino del famoso jurisconsulto español del mismo nombre, retratado por Federico Madrazo, que fue Ministro de la Gobernación en 1840), que se encontraba en las islas como oficial archivero de la Secretaría de Gobierno. (AHN. Ultramar, 5167, Exp.3).

La relación entre director y ayudante no fue pacífica, Cortina no estaba de acuerdo con los planes y el sistema de enseñanza de Nieto y se fue creando un ambiente de confrontación entre partidarios de uno y otro, que llevó a la Junta de Comercio a plantear una competencia pública en la que cada uno debía presentar sus obras para ser juzgadas. Nieto, disgustado, dio por terminada su estancia en Filipinas y decidió volverse a España donde fue contratado como restaurador del Museo Nacional de Pinturas, cargo que ejercerá hasta 1868.
Detalle del nombramiento de Enrique Nieto Zamora para la plaza de Restaurador del Museo Nacional de Pintura en el que se hace constar su anterior condición de “Director de la Academia de Dibujo de Manila” 30. nov. 1853. (Archivo MNP  Caja 936 Legajo 35.04 Exp 18.3)

Por un apunte en La Ilustración Española y Americana sabemos que Enrique Nieto murió en 1874.
La Ilustración Española y Americana de 15 de enero de 1875,

Manuel Cortina (1853-1855)

Tras la marcha de Nieto, el ayudante Manuel Cortina y Espinosa se convertirá en el segundo director de la Escuela, puesto para el que es nombrado en julio de 1853, mientras la plaza de profesor ayudante se cubrirá con un joven alumno que no había cumplido los diecisiete años, Lorenzo Rocha de Ycaza, uno de los más aventajados, perteneciente a la primera promoción de la Academia, que tendrá un importante papel en su historia. Rocha ejercerá este puesto de ayudante, sin remuneración, durante dos años.

El nuevo director Cortina conocía, debido a su etapa anterior como profesor ayudante, las carencias de la Academia de Dibujo y entre ellas la total ausencia de modelos para el aprendizaje de los alumnos, que debían ya iniciar las clases de colorido, lo que constituía una necesidad de primer orden para seguir progresando. Por ello el 25 de junio de 1855 solicita del Gobierno de las Islas en nombre de la Junta de Comercio, que se le autorice a realizar las gestiones para poder obtener copias de obras maestras del Real Museo de Pintura y Escultura de Madrid. Tras la obtención de un permiso de 18 meses en los que cobrará la mitad de sueldo Cortina se desplaza a Madrid para ocuparse personalmente de la adquisición de las obras.

Las gestiones realizadas dieron sus frutos (Ver en este blog La Elección de modelos para la Academia de Manila), pero Cortina ya no volvió a las islas sino que se reincorporó a su carrera administrativa como funcionario de Hacienda. Conocemos que en 1858 fue nombrado para la tesorería de Hacienda de Zaragoza, puesto remunerado con 20.000 reales. (La Época 30/6/1858, p.3).

Nicolás Valdés (1855-1857)

En ausencia de Cortina había sido nombrado con carácter interino Nicolás Valdés y Fernández, (1819-1872), teniente coronel del cuerpo de Ingenieros, de 36 años con probadas aptitudes artísticas. Su nombramiento deviene definitivo al no producirse la reincorporación de su antecesor, con lo que se convierte en el tercer director de la Escuela, que elige como asistente al estudiante más destacado, Lorenzo Rocha, de 18 años, que se había reincorporado a la Academia después de sus estudios en la escuela náutica.

Nicolás Valdés, originario de la localidad toledana La Torre de Esteban Hambrán, ejercía la función de arquitecto del Ayuntamiento de Manila dirigiendo las obras de su catedral y otras obras públicas de la Isla. Sus habilidades como dibujante podemos constatarlas en las publicaciones que realizó, principalmente en su Manual del Ingeniero y Arquitecto que incorpora un catálogo de 133 láminas realizadas por él.
Nicolás Valdés. Lámina 58 del Manual del Ingeniero y Arquitecto. 1870

Durante el mandato de Valdés, la Junta de Comercio realiza un concurso de pintura entre los alumnos ofreciendo un premio de 300 pesos que se dividiría equitativamente entre las dos mejores pinturas de un español y un estudiante nativo. Lorenzo Rocha obtuvo el primer puesto entre los criollos por la realización de un Retrato de la reina, y el premio de los naturales del país le correspondió a Lorenzo Guerrero (1835-1904) por un Retrato de Magallanes. Según Luciano P. R. Santiago (Philippine Academic Art: The second phase - 1845-98) estos dos lienzos se exhibieron permanentemente en el salón de sesiones de la Junta de Comercio.

Sin embargo, al igual que ocurría con la mayoría de funcionarios españoles en Filipinas, la estancia de Valdés tenía fecha de finalización, por lo que en 1857 cuando apenas llevaba dos cursos ocupando la dirección de la Academia, tuvo que marcharse. En recompensa por el conjunto de su actividad en las islas Filipinas le fue concedida la Cruz de Carlos III.

La sucesión de estos tres primeros directores pone en evidencia para la Junta de Comercio la necesidad de dotar el puesto de una mayor estabilidad, lo que debería permitir desarrollar proyectos formativos a más largo plazo. Ello, unido a la necesidad de especialización que se hace más necesaria a medida que avanzan los cursos, motiva que la Junta pida autorización para buscar un director en España, incluyendo la condición de que haya realizado sus estudios en la Academia de Bellas Artes madrileña.

LA DIRECCIÓN INTERINA DE 1857 
Lorenzo Rocha de Ycaza

El Decreto de 1º de mayo de 1857, que disponía la contratación en la península de un director con un sueldo anual de 1.200 pesos, con derecho a pasaje y vivienda, también establecía que hasta su formalización se convocara una oposición para cubrir de forma interina el puesto de director, al que se presentan doce candidatos. En el proceso resultó elegido Lorenzo Rocha de Ycaza (1837-1898), un joven pintor hispano-filipino de Binondo, que a pesar de su formación como marino mercante era considerado el alumno más aventajado de la Escuela en la que, además había ejercido la función de asistente durante dos cursos. Su nombramiento, con carácter interino, le daba derecho al goce de sueldo total que tenía asignada la plaza, hasta la llegada de su definitivo titular.

Para el puesto de asistente que queda vacante con el ascenso de Rocha será nombrado el también alumno Lorenzo Guerrero (1835-1904) -recordemos que era quien había obtenido el premio de naturales por su retrato de Magallanes- que se ofreció voluntario, sin cobrar salario, para ocuparse de los alumnos nativos. Guerrero será un personaje fundamental para la historia de la enseñanza de la pintura en Filipinas y tendrá una presencia ininterrumpida en la academia a lo largo de toda su vida.

Con la situación provisionalmente resuelta se inicia la búsqueda de un director "profesional". Las gestiones realizadas dieron su fruto en la persona del pintor murciano Agustín Sáez Glanadell con quien se establece contacto en España y culminará con su incorporación al puesto en 1858.

El Tribunal de Comercio, consciente de la temporalidad que regía habitualmente las relaciones profesionales con los españoles que se desplazan a Filipinas, decide al mismo tiempo tomar medidas para la formación académica de candidatos filipinos que en su momento puedan ejercer la dirección y el profesorado de la Academia de Manila. Por ello propone dotar de una pensión a Lorenzo Rocha, quien había ejercido la dirección interina algo más de un año, a fin de que pueda realizar estudios superiores en Madrid por cuatro años. La pensión además conllevaba la obligación de enviar copias de pinturas clásicas a la Academia de Manila. Con el soporte económico de la pensión concedida, la primera que se concede a un pintor filipino, Rocha se embarca hacia EspañaDe él y su relación con la Escuela volveremos a hablar a su regreso.


PRIMER DIRECTOR PROFESIONAL (1858-1866) 
Agustín Sáez Glanadell 
(Lorca - Murcia, h.1828 - Manila, 1891)- Director y Profesor  

En 1857 la Junta de Comercio de Filipinas por medio de su representante en la península, el comerciante de Cádiz Manuel Fernández de Castro se pone en contacto con Sáez y le ofrece el puesto de director de la Escuela de Pintura filipina, con unos haberes de 6.000 reales (2.500 de sueldo y 3.500 de sobresueldo) que conllevaba el ejercicio de la dirección y la enseñanza. Sáez acepta y parte de inmediato con su familia para las islas, tomando posesión del puesto el 27 de enero de 1858, aunque no tendrá un nombramiento definitivo hasta 1860 después de solicitarlo formalmente. La Orden de 20 de octubre de ese año recoge su nombramiento que será posteriormente confirmado en 1862 tras acreditar su voluntad de continuar en el puesto y solicitar y obtener el reconocimiento de los beneficios que otorga el carácter de "funcionario público".

Una de las principales razones por las que fue elegido el lorquino Agustín Sáez Glanadell, fue haber realizado doce años de estudios artísticos en la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde estuvo matriculado desde 1845 hasta 1857, siendo alumno entre otros de José de Madrazo Juan Antonio Ribera. En su expediente, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Ultramar, 603. Exp.6), se recuerdan algunos de sus trabajos como Eliézer y Rebeca y su presencia en exposiciones con sendas obras de misericordia: Dar de beber al sediento y Enseñar al que no sabe, que fueron elogiadas por la prensa de la época. A pesar de tales referencias solamente conocemos una de sus realizaciones de ese tiempo que es el Retrato del Rey godo Tulga que le encarga su maestro José de Madrazo para formar parte de la Serie Cronológica de los Reyes de España que patrocina el Museo Nacional de Pintura. El archivo del Museo conserva el documento de pago por 2.000 reales de vellón, de fecha 1º de diciembre de 1853. (Caja: 1248 / Legajo: 37.3.66 / Nº Exp.: 2).
Agustín Sáez. El rey Tulga. 1853. MNP 
En depósito en la Diputación Provincial de Lugo

También se apunta como mérito de Sáez el hecho de haber competido en 1855 en el concurso-oposición celebrado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando para el otorgamiento de pensión en el extranjero que finalmente fue asignada de modo extraordinario a dos pintores, Gisbert y Casado del Alisal.  En ese mismo tiempo es incluido por la Academia en el grupo de pintores que iba a llevar a cabo el encargo del Tribunal de Comercio de Filipinas antes mencionado de realizar una serie de copias de obras maestras para servir de modelo a los alumnos de la escuela de Manila; la obra que le fue asignada fue El sueño de Jacob de Ribera, por cuya copia el pintor recibió 3.000 reales. En los registros de copistas del Museo Nacional consta la asistencia asidua de Sáez para su realización.

Por decreto de 23 de Septiembre de 1863 se suprime la Junta de Comercio que hasta entonces se había ocupado de la Escuela y se encomienda la inspección facultativa de la misma a la Real Sociedad Económica de Amigos del País y la administrativa y disciplinaria al Gobernador Civil de las Islas que en ese momento era Rafael Echagüe y Bermingham.

ESTABLECIMIENTO DE UNA DIRECCIÓN EXTERNA (1867-1889)
El retorno de Rocha.

Habíamos dejado a Lorenzo Rocha en España disfrutando de su pensión, con la que se había inaugurado una práctica que pocos años más tarde se establecerá con carácter periódico. Instalado en Madrid continúa sus estudios en la Escuela Especial de Pintura y alcanza el honor de ser nombrado pintor honorario de Cámara de la Corona española. En 1862, finalizado el tiempo para el que se le había concedido la pensión, Rocha solicita su reincorporación a su plaza de director interino de la Escuela de Manila, pero su petición no puede atenderse porque precisamente ese año había sido confirmado Agustín Sáez en el puesto.

Rocha solicita la prórroga de la pensión que venía disfrutando “… con objeto de terminar un cuadro de composición que tiene ya emprendido…”. y consigue la ampliación solicitada, primero por dos años y después por otros dos.(AHN: Ultramar, 603, Exp.6). Como resultado del trabajo realizado en esta segunda época, presenta en la Exposición Nacional de 1866 (inaugurada el día 25 de enero de 1867) su obra El Sueño de Don Ramiro tal como se recoge en el Catálogo de la misma, que fue premiada con una Mención honorífica, y seleccionada para su adquisición por el Gobierno que la destinará al recién creado Ministerio de Ultramar (1863), en donde quedó depositada.

Después de recibir este galardón Lorenzo Rocha considera finalizado su trabajo de pensionado y decide volver a Filipinas. Como hemos comentado de vuelta en Manila, donde es recibido calurosamente, solicita su reincorporación a la Academia de Dibujo y Pintura.

Agustín Sáez había ejercido la dirección y la enseñanza en la Escuela a plena satisfacción hasta ese momento pero la vuelta de Lorenzo Rocha provoca un cambio sustancial en la institución. De acuerdo con la información obtenida tanto de los documentos del AHN, como de la Memoria de la Exposición General de las Islas Filipinas (BNE HA/17688) y las diferentes Guías oficiales que se publicaban anualmente, sabemos que el 6 de diciembre de 1866 se publica una Real Orden que establece diversos cambios como la nueva denominación como Escuela de Dibujo y Pintura y la separación de las actividades de Director y Profesor, declarando honorífico y gratuito el cargo de director y disponiendo que su desempeño recaiga en el Inspector General de Obras Públicas en las Islas, que era a la vez el encargado de la administración de los fondos de la Escuela. La Orden crea además una segunda plaza de profesor con idéntico sueldo cuyo nombramiento recae en Lorenzo Rocha como recompensa al resultado de sus logros artísticos en la Península y a la labor realizada en su interinidad como director de la Escuela. La razón que se aduce para ambas decisiones es "atender más ventajosamente a la instrucción de los alumnos". 

Ello va a suponer que a partir de ese momento Agustín Sáez ejercerá exclusivamente el puesto de profesor, aunque con el mismo sueldo. En ningún documento hemos encontrado otra justificación para proceder a dicho cambio que Sáez no aceptó de buen grado a juzgar por la reclamación que planteó en 1870 para intentar recuperar su puesto de director sin conseguirlo. En realidad Agustín Sáez  había ido ampliando contra todo pronóstico su estancia en las islas mucho más de lo que se esperaba de los peninsulares que solían retornar una vez cumplido el tiempo para el que fueron asignados. Al menos esa debía ser la idea de la Sociedad Económica que lo nombró y la razón del envío de Rocha a la península para que pudiera prepararse para ejercer ese puesto de dirección a su vuelta.

Como consecuencia de estas nuevas previsiones a partir del 5 de octubre de 1867 los dos pintores serán profesores titulares al mismo nivel, existiendo en la práctica una doble dirección de la Escuela repartiendo entre ellos las distintas enseñanzas; Sáez se ocupará de la superior de pintura y la elemental de paisaje, ornamentación, lineal y topográfico y Rocha de las clases superiores de dibujo natural y yeso y de las elementales del dibujo de figura.  En este mismo tiempo, Rocha, ya asentado, contraerá matrimonio con Rosario Ruiz Delgado. 
Retratos del pintor Lorenzo Rocha y de Icaza y su esposa Milagros Ruiz Delgado
(Agradezco a sus bisnietos que aun conservan la memoria y el apellido del pintor que me hayan proporcionado las imágenes que nos permiten conocer mejor al personaje y su época) 

Además de la actividad docente de los dos profesores en la Escuela Superior, ambos realizaban otra actividad profesional complementaria, Sáez daba clase de dibujo en el Ateneo de Manila y Rocha en el colegio de San José y tras su cierre en una nueva cátedra creada ex-profeso para él en la Escuela Normal de la misma capital. Hasta 1877 Sáez figura como Consejero en Arte en la Sociedad Económica de Amigos del País pero a partir de 1882 es Lorenzo Rocha quien aparece en ese puesto en los registros de la Sociedad.

La relación entre ambos fue en todo momento amigable; la Academia era conocida en ese tiempo como la Escuela de Sáez y Rocha por la similitud de sus funciones y el reparto de tareas entre ambos. Esta situación se mantendrá hasta la unificación de la Escuela con la de Artes y Oficios en 1889 y el posterior fallecimiento de Agustín Sáez en 1891.

En este periodo de tiempo la dirección externa de la escuela recaerá en dos inspectores generales de Obras Públicas: Manuel Ramírez y Bazán de 1867 a 1884 (AHN. Ultramar,477, Exp.16), y, a partir de ese año hasta 1889, José Borregón y López (AHN. Ultramar,477,Exp.17), ambos funcionarios del cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos.

La enseñanza en la Escuela

En la Escuela predominaba la enseñanza de una pintura costumbrista local reflejando tipos y escenas populares. Ambos profesores seguían los procedimientos aprendidos en la escuela madrileña, aunque no fuera igual la interpretación que hacían de las técnicas estudiadas. Contaban con el aliciente de los premios y exposiciones anuales y las becas de estudio que se convocaban periódicamente para realizar estudios en la península. La posibilidad de conquistar algún premio en las exposiciones nacionales y superar de ese modo a sus maestros era el sueño de todos los que pasaban por la Escuela. El testimonio del pintor Félix Resurrección Hidalgo, pensionado para el estudio de la pintura en la madrileña escuela de San Fernando, nos permite ver que la enseñanza en ambas instituciones difería poco.

              "Entramos con dificultad y por qué negarlo, con un poco de miedo, pero al ver aquí el trabajo de los estudiantes de la Academia, perdimos nuestro miedo .../... Nuestro profesor en la clase de pintura antigua y ropaje es el Sr. Espalter; en colorido y composición el Sr. Federico Madrazo; en anatomía pictórica, el Sr. Ignacio Llanos; y en el de pintura natural o pintura de bodegones el Sr. Carlos Ribera. Todos son muy buenos profesores, pero puedes estar muy seguro de que lo que puedes estudiar allí con D. Agustín Sáez es exactamente lo mismo que lo que se enseña aquí, ni más ni menos, con la diferencia de que allí usted pinta y dibuja mucho más cómodamente que aquí, porque allí tiene todo un salón a su disposición, mientras que aquí casi no podemos encontrar un mal rincón, a menudo envuelto en la oscuridad, y tenemos que estirar el cuello para ver al modelo..." 
(De la carta de Félix Resurrección a José Rizal, de 15 de octubre de 1879.)

Los alicientes que los pintores filipinos encontraban al llegar a Madrid eran otros, como la competencia entre compañeros o la posibilidad de aprender de las grandes obras que podían ver en el Museo Nacional.
                    "… No quiero hablarte del museo porque me falta tiempo. Todo lo que puedo decirte es que contiene la colección de pinturas más valiosa de Europa, 3.000 de ellas. Uno abandona el edificio con dolor de cabeza y desesperación en el corazón, convencido de que sabe muy poco y ni siquiera es una molécula en comparación con esos gigantes ..."  (De la misma carta anterior de Félix Resurrección a José Rizal).

Sorprende que en Filipinas no se hayan conservado obras conocidas de ninguno de los dos maestros que tantos años dedicaron a la pintura y a su enseñanza. Parece que la mayoría de obras existentes debieron perecer en la Segunda Guerra Mundial cuando Intramuros fue totalmente destruido.

El Museo del Prado, sin embargo conserva dos obras de Sáez: la mencionada anteriormente de El rey Tulga y una de las dos obras que presentó en la Exposición de Filipinas celebrada en Madrid en 1887, se trata del retrato de Una española filipina vestida con el atuendo típico de las Islas que se encuentra depositada en el Museo Casa Colón de Las Palmas de Gran Canaria.
Agustín Sáez Glanadell. Una mestiza con un abanico en la mano.
MNP en dep. en el Museo "Casa Colón" de Las Palmas de Gran Canaria [P6849]

De Rocha el Museo del Prado tiene una obra depositada en el Museo de Bellas Artes de Álava titulada El sueño de Ramiro, realizada durante su estancia en España que fue presentada a la Exposición nacional de 1866 con la que obtuvo una mención honorífica. La obra adquirida por el Ministerio de Ultramar también fue presentada en la Exposición de las islas Filipinas de 1887. Su reciente atribución a Rocha se ha realizado gracias a la investigación realizada por este blog. 
Lorenzo Rocha  de Icaza . El Sueño de Ramiro. 1866 MNP en depósito en el MBA de Álava

Disponemos en España, por suerte, de otra obra de Rocha en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, gracias a la generosidad de Ángel Avilés, director general de Administración Civil en el gobierno de Filipinas en la última década del siglo. Coleccionista y pintor aficionado, cuando Avilés volvió de Filipinas trajo consigo algunas obras que a su muerte legó a la ciudad de Córdoba y que hoy se encuentran en su Museo. Entre ellas destaca por su calidad la de Rocha que representa una Mujer Filipina, realizada en 1895 que nos permite hacernos una idea de la evolución del estilo de este pintor.
Lorenzo Rocha. Mujer Filipina. 1895 MBA Córdoba

La creación de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos y su unión con la Escuela de  Pintura (1889-1892)

Un nuevo cambio organizativo en la Escuela volverá a producirse con en 1889 cuando el Real Decreto de 5 de abril crea la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Manila y dispone que la de Dibujo, Pintura, Escultura y Grabado quede unida a aquella y sometida a su dirección. Esta expansión del plan de estudios, realizada con el desacuerdo de los profesionales, no se hizo efectiva hasta 1891, después de la muerte de Sáez, y supuso una ampliación considerable de su tamaño, con aumento del personal docente con cinco nuevos profesores que se incorporan en 1890.

La recién creada Escuela de Artes y Oficios, primera en las Islas Filipinas, tenía su origen en el Asilo de Santa Rita creado después de la epidemia de cólera de 1882 a fin de atender a la manutención, educación y enseñanza de niños huérfanos, en el que se pusieron en marcha talleres de escultura, cerámica, pintura y modelado, a los que posteriormente se unirán otras aulas en las que los agustinos enseñaban letras, pintura, dibujo, impresión y encuadernación.

Esta situación de unificación de ambas escuelas será poco eficiente y muy criticada por los profesionales y durará poco tiempo, pues en 1893, siendo Ángel Avilés Director General de Administración Civil en Filipinas, considera que la índole de ambos establecimientos es tan distinta que la práctica ha venido a evidenciar que no es conveniente mantener aquella unión y por ello promoverá una nueva normativa (Decreto de 11 de agosto de 1893) restableciendo la separación de ambas escuelas y nombrando un director para cada una de ellas. Para la Escuela de Pintura será nombrado Lorenzo Rocha, decano de los profesores y como director de la Escuela de Artes y Oficios lo será el profesor Francisco Pintado y Delgado. 

La Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. El retorno a la Dirección de Lorenzo Rocha (1893-1898)

Lorenzo Rocha de Ycaza ya ostentaba la dirección de la Academia cuando oficialmente pasó a llamarse Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, en la que se incorporan nuevas especialidades como la Cátedra de Acuarela, Pastel y demás procedimientos pictóricos distintos de la pintura al óleo, y se  amplía el claustro de profesores.Varios pintores españoles solicitan en este tiempo incorporarse como profesores tanto a la Escuela de Pintura como a las de Artes y Oficios, tanto la de Manila como a la recién creada creada de Iloilo. En la sección Ultramar del AHN encontramos la información sobre estas nuevas contrataciones.

En 1982 se incorporan los hermanos Martínez Bueso, Rafael para Escultura y Ramón para Dibujo. El mismo año se nombra a Antonio García Granda como profesor interino de Grabado en dulce y a Alejandro Villegas Agustina como profesor interino de Ropajes y Antiguo, este último será sustituido al año siguiente por el que probablemente sea el pintor más interesante que se incorpora como profesor a la Escuela, el madrileño Joaquín María Herrer nombrado por Real Orden de 1 de febrero de 1893, como profesor de Ropajes y Antiguo.(ULTRAMAR,603, Exp.2)
Joaquín Mª Herrer. Detalle de la famosa foto del curso 1857-1858
de alumnos de la Academia de San Fernando. Fot. Hnos Martínez. BNE

Joaquín María Herrer y Rodríguez (Madrid, 1836 - Manila, 1917) comenzó su formación en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Federico de Madrazo y Carlos Múgica. Gracias a una pensión de la Diputación Provincial de Madrid, pudo ampliar sus estudios en París, donde fue alumno del pintor Gleyre y formó parte del grupo de artistas españoles Mariano Fortuny, Martín Rico y Eduardo Zamacois a los que le unió una estrecha amistad. Con ellos también coincidió en Roma hasta la muerte de Fortuny. En la década de 1880 volvió a España y se instaló en Ciudad Real tras obtener la cátedra de dibujo del Instituto de Segunda Enseñanza. Participó asiduamente en exposiciones nacionales y extranjeras, obteniendo tercera y segunda medallas en las Nacionales de 1867 y 1892, por los cuadros titulados El agua bendita o las comendadoras de Santiago y Flores de mayo, adquiridas por el Estado y destinadas al Museo del Prado que posee en total once obras de este pintor*.
Joaquín, sentado en el centro con bastón, en la imagen de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Filipinas. 
Imagen de Ronaldo Samson Adoptante: Oficialización del Español en Filipinas Página FB

Herrer jugó un importante papel como profesor en la Escuela de Pintura y Escultura en Manila donde fue muy apreciado e influyó profundamente en los jóvenes artistas de Filipinas de donde ya no volvió. Murió en 1917 y fue enterrado en el cementerio de la Loma (Manila).

*La mayoría de sus obras se encuentran depositadas en diferentes instituciones nacionales. Algunas de ellas pueden verse en Museos como el de Logroño (El agua bendita) o el de Pontevedra (Confidencias), pero otras son inaccesibles bien por encontrarse en el almacén o bien depositadas en instituciones que no pueden ser visitadas como el Palacio Episcopal de Palencia (Preparativos para las Flores de Mayo), la Fiscalía General del Estado (Jaque Mate y El pasatiempo), la Subdelegación del Gobierno en Albacete, (Carlos V recibe en Yuste la visita de San Francisco de Borja) o la Diputación Provincial de Zamora (En el estudio). (Aprovecho la referencia para mencionar de nuevo la antigua reivindicación de que todas las obras del Prado disperso puedan ser visitables.)

Este periodo final del siglo bajo la dirección de Rocha que dura desde 1893 hasta su muerte en 1898 va a suponer el canto del cisne de la Escuela. A partir de entonces y con la entrada del nuevo siglo, la Escuela fue perdiendo apoyos y decayendo hasta su cierre definitivo y su posterior conversión en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Filipinas, que fue inaugurada en 1909 siendo su primer director  Rafael Villanueva Enriquez (1850-1937).
Joaquín Mª Herrer, de pie en el centro, con miembros la facultad de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Filipinas, ahora la UP School of Arts, ubicada en la casa de Rafael Villanueva Enriquez, su director, sentado a la derecha. (Imagen de Ronaldo Samson Adoptante‎ : Oficializacion del Español en Filipinas FB)


El eterno Profesor ayudante, Lorenzo Guerrero y Leogardo (1835 - 1904)
Fotografía de de Lorenzo Guerrero

No sería justo cerrar este periodo de medio siglo de historia de la enseñanza de la pintura en Filipinas sin hablar de Lorenzo Guerrero y Leogardo por ser un personaje que  jugó un papel fundamental desde el nacimiento hasta el cierre de la Escuela. Nacido en  1835 en Ermita, fue el segundo de catorce hijos de León Guerrero Clara Leogardo. Su padre estaba al servicio del gobierno español como almacenero de la administración de rentas estancadas, en el distrito de Pásig desde 1858, pero dejó el servicio tras la caída de la monarquía en 1868.

Lorenzo Guerrero, estuvo ligado desde su inicio a la Escuela de Pintura y Dibujo de la que fue nombrado asistente cuando obtuvo la dirección interina Lorenzo Rocha, puesto que conservó toda su vida. Guerrero había estudiado Latínidad en el Colegio de San José, más tarde estudió en la Escuela de Dibujo y Pintura en la época de sus primeros directores españoles: Nieto, Cortina y Valdés. A los 16 años ya daba clases de dibujo. En 1856 fue nombrado asistente interino y dos años después, siendo ya director Agustín Sáez, obtuvo la plaza con carácter definitivo.

"Don Lorenzo", como le llamaban cariñosamente, daba también clases de dibujo en la escuela para niñas de Santa Isabel y clases particulares a muchas alumnas a las que no se permitía asistir a la escuela oficial. Fue profesor de algunos alumnos notables como Juan Luna o Fabián de la Rosa quien le recuerda como "el pintor filipino más instruido, que cultivaba poesía y literatura al mismo tiempo y no era indiferente a la música. Este artista poseía, en el más alto grado... el arte de la instrucción artística." y comenta que fue uno de los primeros artistas en aplicar el arte a la decoración de interiores. José Rizal también habla de él de forma elogiosa y lo describe como un "maestro que prácticamente se había enseñado a sí mismo".

Su alumno más famoso, el pintor Juan Luna, acudió a él tras su desacuerdo con Agustín Sáez a quien no gustaba su estilo libre y audaz que no se ceñía a las normas académicas, pero Guerrero vio fuerza y seguridad en su intuición y un genio artístico que solo necesitaba encauzarse. Tras un periodo de aprendizaje aconsejó a los padres de Luna que le enviaran a estudiar a España a donde llega en 1877, lo que fue el inicio de la carrera más importante de la historia del Arte Filipino.

Guerrero se casó alrededor de 1868 con una de sus alumnas, Clemencia Ramírez, que cultivaba las Bellas Artes, cantaba, pintaba y bordaba. Del matrimonio, nacieron nueve hijos aunque solo tres alcanzaron la madurez. En 1880, recibió la medalla del mérito civil del gobierno colonial por sus servicios y logros en el campo del arte de manos del gobernador general, Fernando Primo de Rivera, marqués de Estella,  que se la le impuso sobre el  barong tagalog que vestía para la ocasión.

De su obra como pintor cabe destacar la decoración del altar de la Iglesia de San Sebastián en Quiapo (Manila), también se conservan algunos de sus Paisajes o su colaboración con 35 láminas para la Flora de las Filipinas del padre Manuel Blanco en la que participaron un gran número de artistas filipinos de primera línea.
Lorenzo Guerrero. En el meandro del río. (Comercio) 
Lorenzo Guerrero. Ejemplar de la Flora Filipina

Murió repentinamente de asma el 8 de abril de 1904 a los 69 años y fue despedido por un gran número de personas que acudieron a su entierro. Sus restos se conservan bajo el coro de la iglesia de Nuestra Señora de la Guía en Ermita.

Lorenzo Guerrero formaba parte de una cultivada saga familiar, su hermano León, primer licenciado en farmacia en las Islas fue un reconocido naturalista considerado padre de la farmacia y la botánica filipinas. Entre su amplia descendencia destaca Fernando Mª Guerrero, principal poeta filipino en español, Alfredo Guerrero, su sobrino, físico y pintor, y la escritora Carmen Guerrero Nakpil, entre otros. Uno de sus descendientes León María Guerrero (Ermita, Manila, 1915-1982), diplomático, historiador hispanófilo y novelista, traductor al inglés de Rizal y uno de los primeros nacionalistas de su época, fue embajador de Filipinas en España en  la década de los 60.
León Maria Guerrero. 
Embajador de Filipinas en España (1962)