martes, 4 de agosto de 2015

VICENTE POLERÓ VUELVE A CÁDIZ - LOS OBJETOS HABLAN [3]

La tercera y última entrada dedicada a la exposición itinerante del Museo del Prado, "Los objetos hablan" que se celebra en la actualidad en Cádiz se dedica  al gaditano Vicente Poleró y a  una de sus obras más interesantes, presentada en la exposición: La Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiroperteneciente al denominado Prado Disperso que habitualmente se encuentra depositada en el Museo de Bellas Artes de Asturias en Oviedo. 

EL GADITANO VICENTE POLERÓ

Vicente Poleró 
Cat. de la Expo. Primeros tiempos de la fotografía en Zaragoza. Cajalon 2010

Vicente Poleró  (1824-1911), natural de Cádiz, aunque no culminó ninguno de sus estudios iniciados, fue pintor, arqueólogo, tratadista y restaurador, actividad esta última de la que fue autodidacta y que constituyó su principal actividad profesional y la que le ha dado más nombre. Fue restaurador de obras en  el Monasterio del Escorial y en el Museo del Prado. 

Pasó sus primeros años en Cádiz, después vivió en Sevilla, trasladándose aun joven a Madrid donde continuó sus estudios en San Isidro el Real, que abandonó para trabajar de escribiente. Con solo catorce años realiza su primer viaje a Toledo y descubre su vocación por el dibujo, por lo que a su regreso se matricula en la Escuela de Dibujo del Convento de la Trinidad, habiendo tenido por maestro, aunque por poco tiempo, a Vicente López, y a José Balaca, entonces estudiante en la Academia, en dibujo y color.

Su primera obra y quizás la que le ha dado más fama es El Arte de la Restauración, publicado en 1853, fue el primer tratado publicado en España en el que podemos ver un planteamiento moderno sobre la intervención del restaurador en la obra pictórica, con el máximo respeto y la mínima intervención, que ha constituido una guía indispensable y una referencia obligada hasta mediados del siglo XX. Poleró considera la restauración como un arte que debe ser aprendido y que debe estar sujeto a continuo perfeccionamiento; no marca una barrera entre la pintura  y la restauración, sino que considera ésta última como una especialidad dentro del trabajo de pintor. Cuenta en sus Recuerdos de Antaño que en 1849 terminó de redactar el manuscrito de la obra que presentó al Director del Museo de Pintura, José de Madrazo y por su consejo decidió darlo a la imprenta. Suele decirse que gracias al buen nombre conseguido con la publicación de su Tratado, fue contratado en 1854 como Restaurador por el Museo del Prado, pero lo cierto es que en la publicación de 1853 ya figura como Individuo de la Sala de Restauración del Real Museo de Pinturas y esculturas de S.M. Es posible que fuera contratado en el tiempo que medió entre la lectura del manuscrito por Madrazo y su publicación.

Poleró recibe el encargo de realizar tareas tanto de restauración como de catalogación y organización de las obras del Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial, actividad que ejerció durante tres años  tiempo que aprovechó para redactar su Catálogo de los cuadros del Real Monasterio de San Lorenzo, llamado del Escorial, en el que se comprenden los del Real Palacio, Casino del  Príncipe y Capilla de la Fresneda (Madrid, 1857).

A pesar de alguna laguna en su contratación, probablemente en algún momento por falta de fondos, Poleró no deja su actividad en el Museo. En 1863 figura como tercer restaurador de pintura en el documento de la Nueva Planta de empleados del Museo y continuará en ese puesto hasta 1866, siendo director del Museo en esos años Federico Madrazo. Allí se ocupó de restaurar obras fundamentales de la pintura española, como el Caballero de la mano en el pecho de El Greco, tal como se recoge en el interesante documental "Fondo para un Caballero"

Como teórico del Arte publica en 1868 Breves observaciones sobre la utilidad y conveniencia de reunir en uno solo los dos museos de pintura de Madrid y sobre el verdadero estado de conservación de los cuadros que constituyen el Museo del Prado, obra en la que explora la posibilidad de unificar las colecciones estatales en un único y gran museo nacional presagio de una política museística que más tarde se convertiría en realidad. También publica en 1866 un Tratado sobre la Pintura, entre cuyas técnicas incluye la restauración; y como dibujante e historiador del Arte realiza una serie de dibujos con sus correspondientes descripciones y comentarios sobre Estatuas tumulares de personajes españoles de los siglos XIII al XVIIque se publica en 1902.

Algunas de las publicaciones de Vicente Poleró y Toledo

Se casa en 1859 con la alcoyana Camila García y Moltó (1833-1903), con quien tuvo tres hijas: Pilar, Consuelo y Concepción. Pasó los últimos años de su vida casi ciego y falleció en 1911. El diario La Época del viernes 24 de Febrero de ese año publica una necrológica firmada por Elías Tormo, que se duele del olvido en el que el pintor ha terminado sus días:

        "El día 12 del pasado mes de Enero falleció en Madrid D. Vicente Poleró, poco menos que olvidado de todos, a los ochenta y siete de edad, después de estar enfermo algún tiempo y ciego desde hacía algunos años. Con él ha descendido al sepulcro el último representante de toda una generación de patriotas artistas, enamorados románticos del pasado histórico de España".

Cuenta Tormo que Poleró "recorrió toda España, dibujando siempre, haciendo él solo la labor gráfica de catalogación de las riquezas arqueológicas de nuestra Edad Media, nunca estudiada hasta aquellos días, y hoy mismo todavía incompleta". (Una amplia muestra de sus dibujos puede verse en el Museo de la  Fundación Lázaro Galdiano). También viajó por diversas ciudades europeas para conocer su arte y su arquitectura: París (1867), Londres (1885) y por diversas ciudades de Bélgica, Alemania, Suiza e Italia. 

Los retratos de Vicente Poleró y su esposa Camila García en el Museo del Prado

Realmente la imagen de Vicente Poleró nos resulta conocida gracias al magnífico retrato realizado en 1873 por el que fue su jefe y amigo Federico de Madrazo y Kuntz, obra que se encuentra depositada en el Museo de Lugo, formando parte del denominado Prado Disperso. 
Vicente Poleró y Toledo por Federico Madrazo y Kuntz

La presencia de esta obra en las colecciones del Museo del Prado tiene su pequeña historia: En 1913 una de sus hijas, Consuelo Poleró García, que también se dedicó a la pintura, realizó "un donativo" al Museo de Arte Moderno, se trataba del retrato de su padre, Vicente Poleró realizado por Federico de Madrazo y del de su madre Camila García (Alcoy, c.1835 – Madrid, 1902), realizado en 1863 por Luis de Madrazo, hermano del anterior, también pintor y retratista.

Reseña de la Gaceta de Madrid de la R.O. aceptando el donativo hecho por doña Consuelo Poleró de Arenas de dos cuadros con destino al Museo de Arte Moderno de 16/04/1913 (Publicado en el nº 5 de la Revista "Por el Arte" de Mayo de 1913.

A pesar de tratarse de una donación conjunta del retrato de los dos miembros de la pareja, los caminos que han seguido ambas obras han sido diversos. Al no haberse cumplido la única condición impuesta por la donante de que en cada uno de los retratos figurara una inscripción en la que conste el nombre del pintor y el de los retratados, el Museo ha perdido la memoria de que el cuadro de Camila García, algo deteriorado, que se encuentra en su almacén, pintado por Luis de Madrazo, es el retrato de la mujer de Vicente Poleró.
Frente y trasera del Retrato de Camila García de Poleró de Luis de Madrazo 1863. MNP

Desde aquí instamos la restauración del retrato de Camila García y su incorporación a la Galería Online como pareja del retrato de su marido, en justa consideración a los muchos merecimientos del artista Vicente Poleró, que además ha sido un destacado protagonista de la historia del Museo del Prado.

VICENTE POLERÓ, Pintor

Como pintor su obra es escasa pero selecta, Vicente Poleró concurrió a las Exposiciones Nacionales de 1860 y 1867 en las que obtuvo sendas menciones. Sus obras más interesantes son las que representan interiores palaciegos con especial dedicación a su espacio arquitectónico, que mostraban su gran conocimiento de los escenarios en los que solía moverse para la realización de su actividad y sus estudios pictóricos. En ellos se mueven algunos personajes, generalmente identificables a pesar de su pequeño tamaño y al hecho de estar pintados con pocas pinceladas. Algunas de estas obras las conocemos por las fotografías que se conservan en el IPCE, ya que en la actualidad no se conoce su paradero.

Fotografías del IPCE de dos de las obras de V.Polero


SU OBRA EN LA EXPOSICIÓN GADITANA:
La cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro

La obra que se presenta en la exposición de Cádiz, es la única  que el Museo del Prado posee de este pintor y pertenece a este grupo de pinturas mencionadas de interiores arquitectónicos. En esta obra Poleró rinde homenaje a los grandes pintores que retrataron la corte española del Siglo XVII desde Felipe III hasta Carlos II, en especial a Velázquez y a Carreño de Miranda

A pesar de el carácter historicista que algunos le atribuyen, no parece ser la historia lo que más le importa sino el reflejo del legado artístico de los pintores de corte a través de la presencia de obras, perfectamente reconocibles, que evidencian su profundo dominio de las colecciones de pinturas entre las que se mueve gracias fundamentalmente a su trabajo en el Museo del Prado y en el Monasterio del Escorial.
Vicente Poleró, Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro

La obra, que se presenta tras una restauración realizada en 2013 por el Museo del Prado, muestra una de las estancias del Palacio del Buen Retiro  durante la regencia de doña Mariana de Austria, en la que podemos ver una jornada de despacho habitual en la corte. A la izquierda un grupo de personajes, uno sentado  tras una mesa y delante de ella dos frailes de pie en conversación. Al fondo una figura de pie que guarda la entrada al aposento y a la derecha el grupo formado por la madre del rey, Mariana de Austria como Regente sentada en conversación con el jesuita Juan Everardo Nithard su confesor y hombre de confianza, tras el cual, con la mano apoyada en el respaldo de su silla podemos ver a un joven Carlos II, algo mayor para parecer el niño de ocho años que era cuando Nithard fue expulsado de la corte. Tanto la madre como el hijo se inspiran en sendos retratos de Carreño de Miranda.
Carreño de Miranda: Carlos II y Mariana de Autria

Pero por encima de los personajes es la propia sala la que protagoniza la obra con una curiosa perspectiva que nos permite verla en todo su volumen, su techo decorado con un fresco, el suelo con sus baldosas y alfombras, sus muebles y las paredes con el conjunto de obras que se encuentran colgadas en ellas. 

De esta manera son perfectamente reconocibles sobre la puerta del fondo, los Retratos a caballo de Felipe III y su esposa Margarita de Austria, de Velázquez que se encontraban en el Salón de reinos del Palacio del Buen Retiro.

Diego Velázquez: Felipe III y Margarita de Austria

Bajo los cuales podemos ver los dos espejos decorados con las águilas heráldicas del Alcázar que suelen aparecer en los retratos de Carlos II de Carreño de Miranda, como el que se presenta en la Exposición. 

J.Carreño de Miranda Carlos II 1673 - MNP- Cádiz

Otra obra que, aunque vista de forma lateral es perfectamente reconocible es el famoso cuadro de Las Meninas, que aparece en el lateral izquierdo tras una gran mesa en la que el personaje sentado puede estar consultando documentos o quizás pudiera ser un escribiente. 
Diego Velázquez: Las meninas

Los Retratos en atuendo de cazador del cardenal-infante y de Baltasar Carlos niño de Velázquez se encuentran colgados en la pared de la derecha a ambos lados del bargueño que tiene encima un espejo, reproducen los que se encontraban en la Torre de la Parada. El tantas veces retratado Baltasar Carlos también se encuentra presente en la exposición de Cádiz en una obra de taller que representa al infante niño. 

Cardenal Infante y Baltasar Carlos , en traje de cazador de D. Veláquez

Curiosamente el Retrato de Baltasar Carlos que figura en la Exposición, atribuido al taller de Velázquez, muestra al infante, de la misma edad y disposición pero vestido de gala en lugar de cazador. 

La imagen de Felipe IV, cazador reproduce al pintado por Velázquez  se encuentra a la izquierda de las Meninas y el cardenal-infante don Fernando como vencedor en Nordlingen según la obra de Rubens se encuentra en la pared derecha entre dos escenas de caza.
Diego Veláquez: Felipe IV cazador, RubensEl Cardenal Infante
Del mismo modo distinguimos entre los cuadros colgados en la estancia algunas obras que representan escenas de animales, probablemente de los flamencos Snyders o Paul de Vos

Paul de VosToro rendido por perros y Fábula del perro y la presa. MNP.

Una segunda versión de la obra

De nuevo una fotografía del IPCE nos ha permitido saber que Vicente Poleró  hizo al menos otra versión de esta obra que presenta diferencias, tanto en relación con los personajes que se mueven en la estancia como de las obras que en ella aparecen colgadas.
Fotografía. Vicente Poleró, Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro. IPCE

Respecto a los personajes, en esta versión podemos ver en el grupo de la derecha a Mariana de Austria más joven que la de la versión anterior, acompañada por la infanta Margarita Teresa, en la edad en que fue pintada en Las meninas, y respecto a las obras colgadas en la sala podemos ver algunos interesantes cambios como la incorporación del Mercurio y Argos de Velázquez sobre la puerta de la pared izquierda o el san Antonio Abad y san Pablo, primer ermitaño, del mismo autor, en el centro de la fila superior de la pared derecha entre las escenas de animales. 

Pero de las diferentes pinturas de esta versión la que interesa en especial a este blog, se encuentra en primer término a la derecha, sobre el infante Baltasar Carlos cazador donde podemos ver claramente que el pintor ha reproducido el Felipe II de Sofonisba Anguissola, colocándola, como se merece, entre los grandes de la pintura.

Con esta tercera entrada doy por finalizada la crónica de la Exposición itinerante del Museo del Prado que con el título "Los Objetos hablan" estará abierta en Cádiz hasta el próximo mes de septiembre y de allí está programado que pase a Santa Cruz de Tenerife hasta enero de 2016 momento en que pasará a La Coruña.

lunes, 27 de julio de 2015

EL MÚSICO URBANO ASPA IDENTIFICADO A TRAVÉS DE UN OBJETO EN SU RETRATO

LOS OBJETOS HABLAN...

Alejandro Ferrant Fischermans: Retrato de Caballero

En la entrada anterior hemos hecho un pequeño recorrido por la exposición que el Museo del Prado ha abierto este verano en Cádiz: "Los objetos hablan. Las colecciones del Museo del Prado" y hemos podido comprobar que efectivamente los objetos que acompañan a un personaje retratado pueden constituir la pista necesaria para su ubicación, su datación o incluso su propia identificación. 

Entre las obras que se exhiben en la exposición se encuentra el Retrato de un caballero  realizado por Alejandro Ferrant y Fischermans que aparece acompañado de varios objetos: una escribanía de plata, una partitura y unos anteojos que cuelgan de un cordón de su cuello.

Aunque en la exposición se presenta una escribanía del mismo estilo y época de la que figura en el cuadro, en el Museo de Historia de Madrid se expone una de características mucho más parecidas a la pintada.
Escribanía en la exposición de Cádiz 
Escribanía del Museo de Historia de Madrid

Consultada la información del Museo sobre la identidad el personaje retratado, éste no asegura una identificación concreta:

Detalle de la Ficha de la obra en la Galería online

El Museo del Prado afirma que se trata de un músico, lo que parece acertado dado que a la derecha del personaje aparece la esquina de una partitura, y apunta la posibilidad de que se trate del célebre músico y compositor Pascual Emilio Arrieta (1823-1894), cuya imagen, bien conocida, en nada se parece al retrato comentado, lo que lleva a descartar la identificación propuesta, sin ningún género de duda.

Se da la circunstancia de que existe un retrato de este compositor pintado por Alejandro Ferrant. El IPCE dispone de una fotografía del mismo e informa que se encontraba en el Real Conservatorio de Música. No sabemos si se trata del mismo que en la actualidad se conserva en la Academia de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona.

           Imagen de Emilio Arrieta en el IPCE  y  Retrato de Pascual Emilio Arrieta de la Academia de Bellas Artes de San Jorge. (Imagen extraída de la Gran Enciclopedia Navarra)

A LA BÚSQUEDA DEL PERSONAJE

El pintor. Alejandro Ferrant y Fischermans

Nacido en Madrid el 9 de Septiembre de 1843 miembro de una familia de artistas, fue hijo del músico y dorador Alejandro Ferrant Llausas (1810-1852). A causa de la temprana muerte de su padre, Alejandro se inició en la pintura con su tío, también pintor, Luis Ferrant Llausás (1806-1868), que además pasará a ser su padrastro y tutor por el matrimonio de su madre, María Fischermans, con su tío Luis. Seguirá más tarde sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de la que obtendrá pensión para continuar su aprendizaje en Roma en la primera promoción de pintores de la Academia junto a otros jóvenes como su gran amigo Francisco Pradilla. Su primer premio en un certamen artístico nacional lo ganó con el retrato de su tío y maestro.

 Retrato del tío Luis por Alejandro Ferrant

Conocemos diversas imágenes del Alejandro Ferrant de niño pintadas por su tío.
Alejandro Ferrant pintado por su tío en 1856 (izq.) y 1858

Existen abundantes imágenes del pintor publicadas en la prensa de la época. La frecuencia con que aparecen son un indicativo de la popularidad que tuvo durante toda su vida.


Caricatura, Madrid Cómico 1884                        Fotografía, La Esfera 1917

Pintó principalmente temas religiosos e históricos, aunque también se dedicó al retrato, la pintura de género y la decorativa. Algunos especialistas consideran que sus acuarelas solo eran superadas por Fortuny. Fue director del Museo de Arte Moderno de Madrid. Murió el 20 de Enero de 1917.

El Objeto: Una Partitura

Parcialmente tapada por el brazo del personaje retratado, vemos una partitura en la que se puede leer claramente el título: "Jaculatoria; Bendita sea tu pureza" y a continuación el año de la composición: 1844. Mas abajo se pueden leer el nombre de los cuatro primeros instrumentos: Violín 1º, violín 2º, Flauta y Clari[nete]. Ello nos lleva a pensar que estamos ante un músico que está activo en 1844 y que compone piezas religiosas.

La búsqueda de partituras en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE da como resultado que al menos tres músicos de la época escriben alguna pieza que lleva como título "Jaculatoria: Bendita sea tu pureza".

Del primero, Cosme José de Benito (1829-1888) solo he podido obtener la información de que fue maestro de la Real Capilla del Escorial; del segundo llamado Eduardo López Juarranz (1844-1897) que es un músico militar cuya fecha de nacimiento le descarta como el compositor buscado; finalmente del tercero, el Maestro Urbano Aspa (1809-1884), se conocen al menos cinco de sus composiciones con la mencionada Jaculatoria.


Analizadas las cinco piezas comprobamos que solo en una de ellas, el Motete nº 7, el orden de los instrumentos que aparecen en la partitura es idéntico al que figura en la pintura con lo que en principio esta coincidencia convierte a Urbano Aspa en el personaje con más posibilidades de ser el retratado.




El Músico: Urbano Aspa y Arnao

Maestro y compositor de música religiosa, nacido en Sigüenza el 25 de Mayo de 1809 donde obtiene a los ocho años una plaza en el coro de infantes de la catedral en cuyo colegio continuó sus estudios. En 1833 es nombrado maestro de capilla, cargo que ejerció hasta 1842, año en que se traslada a Madrid donde continúa sus trabajos de composición y de dirección de orquesta, siendo también maestro de canto del Colegio de Niñas de Leganés. Escribió más de trescientas obras de carácter religioso. Los últimos años de su vida los pasa en la localidad castellana de Fuencaliente de Medinaceli (Soria), donde fallece en 1884 a los 75 años. 

Su imagen podemos conocerla por un grabado póstumo que apareció en 1886 en "La Ilustración española y americana", en el que podemos comprobar su parecido con el personaje retratado por Ferrant, aunque el grabado corresponde a los últimos años de su vida, mientras el retrato de Ferrant refleja un hombre todavía en su madurez.

Grabado póstumo de Urbano Aspa (1886) y Retrato pintado por Ferrant h. 1865-1870

Otro elemento a tener en cuenta es que el retrato se encontraba hasta  el año 2011 en el Teatro Real de Madrid, lo que incide en la cualidad de músico del personaje representado. A través de la Orden de 24 de marzo de 2011 se realiza Acta de levantamiento definitivo de depósito por lo que la obra vuelve al almacén del Museo.

A partir del conjunto de coincidencias mencionadas hasta ahora tendríamos un grado de certeza bastante aproximado respecto a la personalidad de la persona retratada. Para completar la información, solamente restaría por conocer en qué circunstancia fue realizado el retrato; la respuesta a este último interrogante estaría en el siguiente documento encontrado.

La confirmación. Un documento de la época

El escritor especializado en temas taurinos, Pascual Millán (h.1856-1906), autor de crónicas taurinas y de un gran número de libros dedicados al arte y la historia de los toros en España,  inicia la segunda parte de su Trilogía Taurina publicada en 1906, rememorando sus vivencias relacionadas con los personajes aquí tratados, lo que constituye la prueba definitiva que viene a asegurar, sin lugar a dudas, que la persona retratada por Alejandro Ferrant en la obra expuesta en Cádiz es el músico Urbano Aspa y Arnao, que pudo ser realizada entre 1865-1870.


              "Allá por el año 1865 vivía en la calle de la Aduana, en el inmueble de su propiedad, el concienzudo e inspirado compositor de música religiosa, D. Urbano Aspa. Ocupaba el último piso de la misma casa D. Luis Ferrant, excelente pintor de historia, como entonces decíamos- y padre político de Alejandro Ferrant, artista que andando el tiempo, había de ser una gloria de España.

               Las familias de ambos puede decirse que formaban una sola (tal era su amistad) y ya en casa del músico o bien en el estudio del pintor, nos reuníamos unos cuantos mozalbetes, que sólo nos separábamos a las horas de comer y dormir.

                 Éramos todos entusiastas de las bellas Artes, no perdíamos función en el real, ni concierto en los Campos Elíseos y sabíamos ce por be las obras que tenían entre manos Casado, Dominguez, Haes, Luis Madrazo, Mercadé, Palmaroli, Sans, Rosales, Bellver y Valmitjana, todos los cuales se las traían, como ahora decimos." 


Agradezco a mi hijo Emiliano Cano su colaboración en la tarea de investigación que nos ha llevado a conocer la identidad de la persona retratada.

Actualización 24 sept. 2015
El museo del Prado ha actualizado la ficha de esta obra en la Galería Online

sábado, 25 de julio de 2015

LOS OBJETOS HABLAN - EL PRADO ITINERANTE - CÁDIZ

El Museo del Prado ha abierto sus puertas este verano en la Casa Iberoamericana de Cádiz, con la exposición "Los objetos hablan. Colecciones del Museo del Prado", dando la posibilidad de disfrutar de un conjunto notable de obras, en su gran mayoría pinturas que van del siglo XVI hasta principios del XX, algunas de las cuales ni se han visto ni probablemente se verán en muchos años en la "casa madre". El conjunto de obras proceden en su mayoría de una exposición del mismo título realizada en otras localidades como Zaragoza y más recientemente en Tarragona. 

Joaquín Sorolla y Bastida: El pintor Antonio Gomar y Gomar, det. 

Organizada conjuntamente por el Museo del Prado, Cajasol y la Obra Social la Caixa, la muestra explora el significado de los objetos y su papel en la pintura europea de los últimos cinco siglos. En total se presentan 61 obras de las que algunas son objetos relacionados de algún modo con las pinturas expuestas. Las obras tienen un origen diverso, algunas forman parte de la exposición permanente, otras -la mayor parte- proceden de los almacenes del Museo y finalmente otras forman parte del denominado Prado Disperso por lo que se han incorporado a la exposición desde distintas instituciones en las que habitualmente se encuentran depositadas. El conjunto de obras, algunas de notable valor, es heterogéneo, sin otra conexión que el hecho de que en ellas aparecen representados objetos. 

A continuación se muestran algunas de las obras de más interés y aquellas en las que mejor se puede ver la relación con los objetos expuestos.

LA PINTURA MÁS VIAJERA

En primer lugar hay que destacar la presencia en Cádiz del Felipe II de Sofonisba Anguissola que, como he comentado en alguna ocasión, es probablemente la obra más viajera de la Colección. Hace ya muchos meses que está ausente de la Sala 56 del Museo pues encadena largos periodos de estancia en distintas exposiciones, lo que no deja de sorprender dada la importancia del personaje como elemento nuclear de la Sala en torno al cual giran todos los retratos que se exponen en la misma, por lo que su ausencia resta sentido a una de las pocas salas temáticas del Museo. 

Por otra parte su presencia tampoco responde a la filosofía que subyace en esta exposición itinerante que pretende dar a conocer obras que habitualmente no están expuestas. En la presentación institucional podemos leer: “Los objetos hablan” ofrece a sus visitantes la posibilidad de disfrutar de una cuidada selección de pinturas y también de objetos de artes decorativas, piezas de primer orden que tradicionalmente han quedado relegadas o ensombrecidas por las creaciones y los nombres de los principales pintores y escultores europeos". Es evidente que no es el caso del Felipe II de Sofonisba Anguissola que es una de las imágenes mas reproducidas de este rey que habitualmente puede verse colgada en el Museo. 

Sofonisba Anguissola: Retrato de Felipe II, 1565

Su lugar, como sucede habitualmente en sus ausencias, está ocupado por el magnífico Retrato del Doctor Pietro Manna pintado por Lucía Anguissola, hermana de Sofonisba, que aunque no concuerda temáticamente con el resto de obras que la rodean, al menos nos permite admirar esa obra singular que de otro modo estaría en el almacén. Sería, por otra parte una buena candidata para ser mostrada en estas exposiciones itinerantes pues sería la ocasión de muchas personas de poder conocerla.

De los objetos presentes en la exposición el más directamente relacionado con esta imagen es la Medalla conmemorativa del tercer matrimonio de Felipe II realizada por el italiano Giampaolo Poggini al servicio de la corte filipina desde 1557, con la efigies de Felipe II y la de Isabel de Valois en el reverso. 
Giampaolo Poggini: Felipe II de España e Isabel de Valois,1559

Relacionadas con este periodo y temática 

Se presentan otras pinturas entre las que cabe destacar El emperador Carlos V de Juan Pantoja de la Cruz; y del mismo autor, el Retrato de Isabel Clara Eugenia de finales del XVI que habitualmente se encuentra expuesto en el Monasterio de El Escorial; el Retrato de Agustín Profit, El Calabrés de autor anónimo, la magnífica Dama del Abanico atribuida a Sánchez Coello, o el Julián Romero y su santo patrono de El Greco .

J. Pantoja: Isabel Clara Eugenia.  Anónimo: A. Profit, el Calabrés;   S. Coello: La dama del abanico

Julián Romero y su santo patrono de El Greco .

UNA OBRA SINGULAR DE UN PINTOR GADITANO

Una de las obras más interesantes que se pueden admirar en la exposición de Cádiz es La cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro, perteneciente al denominado Prado Disperso que se encuentra depositada en el Museo de Bellas Artes de Asturias en Oviedo. Se trata de una obra de Vicente Poleró (1824-1911), en la que rinde homenaje a los grandes pintores que retrataron la corte española desde Felipe III hasta Carlos II. En ella se reconocen una serie de obras que que evidencian el gran conocimiento que el autor tenía de las pinturas gracias a su trabajo en el Museo del Prado. (Por su interés dedicaré una entrada específica a esta obra).

Vicente Poleró, Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro

ALGUNAS OBRAS RELACIONADAS CON OBJETOS EXPUESTOS

El retrato de Sorolla, la paleta de Rosales y el Autorretrato de Carlos Mª Esquivel

Entre los objetos que se exponen se encuentra la Paleta del Pintor Eduardo Rosales, enmarcada, que se relaciona con dos pinturas que incluyen este elemento por representar a sendos pintores; por una parte podemos ver el Retrato de Joaquín Sorolla en actitud de pintar realizado por el sevillano José Jiménez Aranda en 1901 y por otra parte el Autorretrato del también sevillano aunque afincado en Madrid, Carlos María Esquivel, de 1856.

Paleta de Rosales

        Autorretrato de C. Mª  Esquivel               J. Jiménez Aranda: Retrato de Sorolla

Un cuerpo de guardia y una armadura

La obra de Abraham Teniers, Un cuerpo de guardia, contiene diversos elementos de armaduras que el museo pone en relación con el cuerpo superior de una Armadura blanca de hierro del siglo XVIII, de autor anónimo.

A.Teniers: Un Cuerpo de guardia y Armadura blanca del S.XVIII


Antonio Ugarte y su esposa, María Antonia Larrazábal

En el doble retrato del matrimonio Ugarte de Vicente López Portaña podemos ver en traje de gala al político español Antonio Ugarte, que fue uno de los principales personajes de la camarilla de Fernando VII. Exiliado por causa de la revolución de 1820, a su vuelta a España tras la restauración del régimen absolutista fue nombrado secretario del Consejo de Estado, y poco después fue enviado como embajador a Cerdeña. 
Su mujer, María Antonia Larrazábal, sentada en un sillón tapizado de terciopelo verde luce un rico vestido de raso blanco y gasa bordado en plata, a la moda Imperio, sosteniendo en las manos los guantes y un abanico.

Dos objetos expuestos en una vitrina cercana se relacionan con esta obra: un Sombrero de Gala de Justo Gómez de 1861 que concuerda con el estilo del que aparece sobre la mesa que vemos a la derecha del cuadro y un Abanico Siglo XVIII con varillaje de marfil de autor anónimo, realizado en papel pintado y marfil de 30 cm de alto, pintado por ambas caras.
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V. López Portañá: Retrato del matrimonio Ugarte y Abanico Siglo XVIII -dos caras.

Retrato de caballero y Escribanía 

En el Retrato de Caballero realizado hacia 1875 por el retratista y pintor historicista Alejandro Ferrant y Fischermans (1843-1917) podemos observar sobre la mesa que se encuentra a su costado un juego de escritorio formado por dos tinteros y un recipiente para plumas sobre bandeja de plata, objetos que guardan relación con la Escribanía: juego de tres tinteros en bandeja de plata del Taller de los Martínez que se expone en la muestra, aunque he incorporado también la imagen de una escribanía casi idéntica expuesta en el Museo de Historia de Madrid.

Alejandro Ferrant: Retrato de Caballero con escribanía
 (Sobre la identidad del retratado ver entrada siguiente.)
Escribanía del Museo de Historia de Madrid
Escribanía de la Exposición MNP


Las Mesas

El capítulo dedicado a mesas y bodegones, es uno de los más representados en la muestra lo que no es de extrañar por la gran cantidad de objetos que incorporan. En total se presentan ocho obras de estas características, y ello sin contar con la gran mesa que constituye el elemento principal de la obra de Luis Tristán, La última Cena, obra recién restaurada que hemos podido ver colgada en el Museo durante el "año grequiano" ya que como sabemos Tristán es el principal discípulo toledano de Domenico Theotocopuli. La mesa, que aparece repleta de alimentos y utensilios, es toda una lección de bodegón de la época. Esta Cena ha sustituido a la de Bartolomé Carducho expuesta en Tarragona.

Luis Tristán: La Última Cena. h.1620

De los bodegones y mesas presentados, todos de gran calidad, realizados en los siglos XVII y XVIII, incorporo como ejemplo el Bodegón con jarra de cerveza y naranja de Willem Claesz Heda y taller.

Willem Claesz Heda: Bodegón con jarra de cerveza y naranja


OTRAS OBRAS PRESENTADAS

Es preciso señalar que las obras presentadas forman un conjunto itinerante más o menos estable de una gran calidad. Según la información suministrada, en esta exposición de Cádiz se han incorporado cuatro pinturas "en exclusiva". Se trata de El cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga de Goya, (posiblemente en sustitución de la duquesa de Abrantes del mismo autor expuesta en Tarragona), el Retrato de Martín Antonio Álvarez de Sotomayor y Soto-Flores, conde de Colomera de Agustín Esteve, la Inmaculada Concepción del sevillano Bartolomé Esteban Murillo y Vanitas de Pietro Negri. Se trata de obras que han sustituido a otras anteriormente expuestas, probablemente por razones prácticas, ya que no parecen tener ninguna relación especial con Cádiz, salvo la de Agustín Esteve en la que aparece representada una imagen de la bahía de Algeciras.

Agustín Esteve: Martín Antonio Álvarez de Sotomayor y Soto-Flores

Es curiosa la presencia de un importante número de obras referidas específicamente al mundo de la pintura, los pintores o sus estudios, como el Retrato del pintor Antonio Gomar y Gomar de Joaquín Sorolla, quien a su vez aparece retratado por José Jiménez Aranda, el Estudio del pintor de Ignacio León y Escosura, la escena costumbrista de El pintor carlista y su familia de Valeriano Domínguez Bécquer, el Autorretrato antes comentado de Carlos María Esquivel, y la magnífica obra La Vista y el Olfato de Jan Brueghel el Viejo, Seghers, y Balen

Ignacio León y Escosura: Estudio del pintor, 1888

Valeriano Domínguez. El pintor carlista y su familia

Según recogen los medios, la elección de Cádiz como sede se "debe en gran medida" al hecho de que el gaditano José Pedro Pérez-Llorca, padre de la Constitución, sea en la actualidad presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado.

Aunque se quedan en el tintero muchas e interesantes obras de la exposición, para terminar incorporo una deliciosa obra, Niña con muñeca, de Ignacio Pinazo Camarlench, que con Sorolla o Cecilio Plá forma parte del grupo más moderno de pintores expuestos.

Ignacio Pinazo: Niña con muñeca, 1885

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