martes, 25 de abril de 2017

TESOROS [PERDIDOS] DE LA HISPANIC SOCIETY OF AMERICA

Hasta el 10 de septiembre podremos ver en el Museo del Prado algunos de los tesoros de la Hispanic Society of América que han sido instalados, con acierto, en dos espacios diferenciados, aunque solo uno de ellos merecería en puridad el título de "Tesoros" a los que habría que calificar de "perdidos". 
Mapamundi de G. Vespucci, Sevilla 1526

Ver la sección de Tesoros [perdidos] de la Hispanic Society, que es la que se encuentra en la planta baja de la ampliación Jerónimos del Museo, produce sentimientos encontrados: la emoción, por una parte, de poder contemplar joyas únicas del patrimonio histórico-artístico español, y la tristeza de saber que muchas de ellas fueron adquiridas aprovechando épocas de penuria económica y cultural de nuestra reciente historia.
Píxide. Madinat-al-Zahra; Córdoba, h.966

Duelen de manera especial todas aquellas piezas que fueron vendidas por quienes no tenían titulo de propiedad sobre ellas, por lo que su adquisición, ya sea dentro como fuera de España supondría en todo caso un fraude de ley. Nadie puede vender lo que no es suyo y nadie debería comprarlo alegando ignorancia de la propiedad pues la propia naturaleza de los objetos proclama su origen y pertenencia al patrimonio español tanto civil como eclesiástico.

Custodia procesional. Cristóbal Becerril. Cuenca  S.XVI

La especialista Inmaculada Socias de la Universidad de Barcelona, de lectura obligada en materia de comercio del arte, en su artículo Archer Milton Huntington (1875-1955): Mecenazgo, coleccionismo y comercio del arte, refiere cómo el rico coleccionista americano había tejido una potente red de agentes de arte nacionales e internacionales que estaban a su servicio. La red no solo incluía agentes que se movían por los principales mercados de arte europeos y americanos, sino también a un importante numero de "agentes nacionales" de un amplio abanico profesional, formado por "marchantes profesionales, historiadores, archiveros, individuos vinculados a las Comisiones de Monumentos Históricos o a otras instituciones culturales, entidades que, sin duda, ofrecían una ventajosa y privilegiada atalaya para el comercio del arte". 

La especialista busca y analiza las causas que propiciaron e impulsaron la salida de numerosos objetos de arte fuera de nuestras fronteras a lo largo del siglo XIX y principios del XX, "en los fenómenos que sacudieron la sociedad española como fueron los conflictos bélicos, las desamortizaciones, la desestructuración económica y social del país, y una legislación laxa o insuficiente" en la materia. 
A.M. Huntington viajando por España en 1892

Sorprende, no obstante, que tras un lúcido análisis de las circunstancias mencionadas, la especialista considere que el fenómeno ha sido injustamente tildado de "expoliación" ... "porque una cosa es el expolio de bienes, es decir, la apropiación violenta de algo que pertenece a otra persona o institución y otra muy distinta es la compra-venta de objetos de arte en el mercado". Siento no poder estar de acuerdo en este punto con la Sra. Socias pues el concepto de "expoliación" no se circunscribe a la "apropiación violenta" ya que también se define como "apropiación con iniquidad" es decir con gran injusticia, en este caso la derivada de aprovecharse de circunstancias de penuria económica para realizar ventajosas transacciones comerciales. 

En todo caso hay que insistir en la distinción entre la faceta de comprador de obras artísticas del patrimonio histórico-artístico español (tesoros) y la adquisición de obras de artistas vivos de la época, encomiable desde todo punto de vista por su contribución a la proyección de la pintura española del momento.  

LA EXPOSICIÓN DE TESOROS

La colección de arte hispánico de Huntington refleja por una parte su deseo de reunir objetos artísticos que completaran periodos históricos, como si de un puzzle se tratara, incorporando todos aquellos que pudieran constituir referencias que faciliten el conocimiento y comprensión de los momentos elegidos de la historia. Por otra parte la colección trasluce su interés por las artes decorativas que se evidencia en la naturaleza de las piezas seleccionadas. 

La primera parte de la exposición en la planta baja, propone un recorrido cronológico y temático por la producción artística en España a través del tiempo, con piezas arqueológicas procedentes de yacimientos de la península, escultura romana, cerámicas espectaculares procedentes de Valencia y Toledo, vidrios, maravillosas piezas de ebanistería, forja, tejidos, joyas islámicas y cristianas medievales incluyendo vestiduras eclesiásticas. 


Dos platos de cerámica de Manises del S.XIV y XV 

El recorrido incluye una amplia muestra del arte en los territorios de influencia española, América Latina, y Filipinas, en general de arte colonial hasta el siglo XIX. 
Detalle del dibujo del Plano de México de Anselmo López. Mexico 1778


De la exquisita selección de pequeñas esculturas destacar el Matrimonio místico de Santa Catalina, realizado en terracota por Luisa Roldán, "La Roldana", o el San Martín a caballo, una talla en madera policromada de mediados del siglo XV.


Detalle de los desposorios de Santa Catalina de Luisa Roldán. Fines XVII

Particular relevancia tiene la presencia de grandes maestros de pintura española, no tanto por su número cuanto por su importancia y calidad: Valdés Leal, Morales, Zurbarán, el Greco, Velázquez o Goya.


El Greco. Retrato en miniatura de un hombre. H.1586-1590

En este grupo de pintores incluyen, con lógica, al flamenco Antonio Moro, ya que a pesar de su origen es considerado como el mejor representante del retrato español del siglo XVI (a pesar de ello el Museo del Prado ha desmontado recientemente la Sala 56, única que reflejaba íntegramente el retrato de ese periodo, para instalar a Antonio Moro en el ámbito de la pintura flamenca). 


Anthonis Mor. Fernando Álvarez de Toledo, tercer Duque de Alba, det. 1549

La exposición incorpora una muestra de la impresionante biblioteca que Huntington logró reunir, adquiriendo, entre otros, los fondos de la biblioteca del Marqués de Jerez de los Caballeros o los miles de volúmenes que compró al librero alemán Karl Hiersemann. En este apartado, destacamos un Libro de horas negro del siglo XV, de los que no existen más de media docena en el mundo. Éste y otros manuscritos, libros y documentos se muestran mediante un montaje que permite apreciarlos desde distintos ángulos.


Libro de horas negro: Horae beatae marie secundum usum curie romane h.1458


LA GALERÍA DE RETRATOS

Subiendo a la planta superior (Sala C) encontramos una amplia selección de la colección pintura española del siglo XIX y principios del XX de la Hispanic Society, formada en su mayor parte por pintores con los que el magnate mantuvo una relación personal.

Huntington organizó desde 1909 más de una docena de exposiciones en la Hispanic Society, entre las que destaca la de Joaquín Sorolla en 1909 para la que el pintor se trasladó a Estados Unidos con más de 300 obras, y en la que cosechó un inmenso éxito; poco después tuvo lugar la de Ignacio Zuloaga con treinta ocho telas, sin comparación ni en número ni estilo a la de Sorolla, que quedó ensombrecida por el éxito de la anterior.

La representación de ambos artistas en la actual exposición es proporcional a su presencia en la colección americana, amplísima en el caso de Sorolla y mucho más reducida en el caso de Zuloaga.

Autorretratos de Sorolla (1907)y Zuloaga (1908) presentes en la exposición

La galería de retratos de personajes de la cultura española está dominada por los retratos encargados a Sorolla, de los que catorce figuran en la exposición, donde algunos parecen haber sido realizados con cierta prisa.

Sorolla. Retratos de  Azcárate (1917), Pardo Bazán (1913), Juan Ramón Jiménez (1916) y Machado (1918).

La relación de Huntington con otros artistas de la época presentes en su colección también se encuentra reflejada en la exposición en la que podemos ver obras de algunos de ellos como López Mezquita, de quien se expone el interesante retrato del coleccionista; unas vistas de ciudades de Beruete, los autorretratos de Domingo Marqués e Ignacio Pinazo, y algunas obras de Anglada Camarasa, Zubiaurre, Ramón Casas,  Isidre NonellViladrich.

Detalle del Retrato de A.M. Huntington de 1926 de J.Mª López Mezquita, HSA

Para terminar haré mención al apartado "Madrazo" que ocupa un rincón de la Galería de Personajes de la Exposición, en el que se presenta un grupo de tres retratos vendidos al coleccionista por Raimundo de Madrazo. Sorprende que  el pintor se desprenda de obras pertenecientes a su ámbito familiar, incluyendo algunas de su cuñado Mariano Fortuny, aunque también le vende otras muchas como el Pedro Mocarte de Goya, la Sagrada Familia de El Greco, algunas de las vestiduras eclesiásticas que se exponen y una importante colección de textiles de la familia Fortuny.

De los retratos expuestos nos vamos a detener en el de Federico Madrazo pintado en París por su amigo Carlos Luis de Ribera. Esta obra forma "pareja" con el Retrato de Carlos Luis de Ribera pintado por Federico Madrazo, que muchos recordarán por ser la obra principal de la reciente exposición Efigies Amicorum del Museo del Prado.
Carlos Luis de Ribera. Retrato de Federico Madrazo. 1839 HSA

La historia de esta "pareja" de retratos se origina en París, en 1839, cuando Federico de Madrazo y Carlos Luis de Ribera, ambos con 24 años, estaban pensionados en París y deciden retratarse el uno al otro. En cada uno de los retratos está inscrito el nombre del representado, en letras capitales, la firma de quien lo pintó y la ciudad en la que se realizó, para que no hubiera duda de la personalidad de cada uno. El objetivo era participar con ambos retratos en la exposición de la Academia de Bellas Artes de Madrid, donde mostrarían la forma de hacer de las jóvenes promesas, que indudablemente contrastarían con el tipo de obras que se hacían en ese momento en España, en general de carácter clásico o anticuado.

Ello dio lugar a todo tipo de comparaciones entre ambos y en general la crítica, entonces como ahora, se ha decantado por considerar de más interés el pintado por Madrazo, relegando inmerecidamente la pintura de Ribera, que ahora tenemos la ocasión de poder observar con detenimiento. Es de suponer que a Madrazo le gustó mucho su retrato pues poco después hizo una copia del mismo, en la que únicamente cambia el color del chaleco, que se encuentra en el Museo de Goya en Castres (Fr).

Federico de Madrazo. Autorretrato, 1840 Museo de Goya, Castres

Para terminar, decir que entre las muchas otras obras que me hubiera gustado ver de la Hispanic Society se encuentra una pequeña obra anónima, aunque algunos especialistas consideran que pudo ser realizada por Isabel Sánchez Coello, se trata de La Familia de Felipe II, una obra llena de encanto y sensibilidad con la que cierro esta entrada.

La Familia de Felipe II. 1583-85; óleo sobre lienzo de 50 x 80 cm. HSA



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