miércoles, 16 de agosto de 2017

PAISAJISTAS EN LA ESCUELA DE CAMINOS

Hubo un tiempo que la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos consideró de interés impartir una asignatura de Pintura de Paisaje del Natural, lo que suponía introducir en un medio absolutamente técnico un aire de creatividad e inspiración, cosa que en la actualidad se mira como algo romántico y por ello inútil para la formación de esta ingeniería.

Carlos de Haes Paisaje de la ribera del Manzanares 1857 RABASF

Un breve repaso a la historia de la Escuela

La Escuela de Ingenieros de Caminos fue fundada en 1802 por impulso del canario Agustín de Betancourt (1758-1825) escindiéndose de la de Bellas Artes en la que había estado encuadrada para poder profundizar en materias más específicas y técnicas. Se conoció inicialmente como Escuela de Estudios de Hidráulica de la Inspección de Caminos y Canales y se instaló en el Palacio del Buen Retiro donde también se ubicaba el Real Gabinete de Máquinas.
Retrato en miniatura de Agustín Betancourt Molina.
Realizado por José Agustín Álvarez Rixo 

La carrera constaba de solo dos cursos teóricos, y los alumnos en esos primeros años se contaban por unidades: cinco alumnos en la primera promoción, tres en la segunda y otros tantos en la tercera. La vida de esta primera Escuela se vio truncada por la crisis económica y la guerra. Betancourt, frustrado por el estancamiento de sus planes, aceptó la oferta del zar de Rusia para trabajar en San Petersburgo, donde vivió dieciséis años, los últimos de su vida.

Primera ubicación de la Escuela. Real Sitio del Buen Retiro. 
Jardín del Caballo o de la Reina. Domingo Aguirre, 1778

José Agustín de Larramendi continuó al frente de la Inspección y de la Escuela que tuvo que cerrar definitivamente sus puertas en 1808, por la ocupación de las tropas francesas. Se da la circunstancia de que en el mismo recinto se encontraba la Fábrica de Porcelana de la China donde fue instalado el cuartel general francés que fue volado por las tropas inglesas con los daños consiguientes.

La Escuela no volverá a abrirse hasta el 1821 durante el trienio liberal, bajo la dirección de Francisco Javier Barra, comisario de Caminos, siendo profesores algunos de sus antiguos alumnos. La enseñanza se amplió a tres años. Pero tampoco en esta ocasión la experiencia fue duradera pues quedó suspendida tras la entrada del ejército francés al mando del duque de Angulema y la retirada del gobierno y las cortes a la isla de León.

No será hasta 1834 tras la muerte del rey, que la Escuela volverá a abrirse, ahora sí, definitivamente, en el centro de Madrid, en el edificio de la Aduana Vieja que se encontraba en la plazuela de La Leña, bajo el impulso de José Agustín Larramendi que retorna a la dirección y organiza la enseñanza en cinco cursos incorporando los Puertos a la titulación que hasta entonces había sido de Caminos y Canales.
Edificio de la Aduana Vieja en la plazuela de la Leña 
(Actual plaza Jacinto Benavente. Madrid)

Sin embargo, la Escuela no duró mucho tiempo en este emplazamiento debido a que el edificio resultaba pequeño para la realización de los nuevos planes de estudio. Por ello en 1847 se traslada a un palacio construido en el año 1798 por el arquitecto Manuel Martín Rodríguez (1740-1823), sobrino de Ventura Rodríguez, en la antigua calle del Turco (actual Marqués de Cubas), tristemente célebre por haber sido el escenario del asesinato del general Prim en 1870.

El edificio se encontraba en la esquina con la calle de la Greda (actual Los Madrazo), donde estuvo situado el Almacén de Cristales de La Granja aunque posteriormente tuvo diversos usos ya que albergó entre otros el Conservatorio de Artes y el Colegio de Sordomudos y Ciegos. En la actualidad el edificio, algo modificado, es la sede desde 1905 de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y es considerado Monumento de Interés Cultural.

Antigua Escuela de Caminos de la calle del Turco (actual Marqués de Cubas, 13) 

Actual Academia de Jurisprudencia y Legislación. Calle Marqués de Cubas, 13.

A pesar de que se llevaron a cabo diversos proyectos de ampliación para adaptar el espacio a los requerimientos de la Escuela, éste resultaba insuficiente, por lo que se decide la creación de una nueva en el denominado Cerrillo de San Blas, dentro de los terrenos del antiguo Palacio del Buen Retiro y junto al Observatorio Astronómico.

Antigua Escuela de Ingenieros de Caminos frente al Observatorio Astronómico

El nuevo edificio al que se accedía por el Paseo de Fernán Nuñez, entrando por la puerta del Ángel Caído del Parque del Retiro, en la calle Alfonso XII, que fue diseñado por Mariano Carderera Ponzán, (sobrino del pintor Valentín Carderera, arquitecto e ingeniero), abrió sus puertas en 1885 aunque no estuvo terminado hasta 1892. En la actualidad el edificio de Carderera, que aun subsiste, alberga la Escuela de Obras públicas.
Mariano Carderera y Ponzán por Maximino Peña. UPM. El edificio en la actualidad mantiene el emblema de la Escuela 

Allí estuvo  la Escuela en funcionamiento hasta los años 60 del pasado siglo en que se trasladará definitivamente al edificio actual de la Ciudad Universitaria realizado según proyecto de Luis Laorga y José López Zanón.
Fotografía de Luis Laorga y José López Zanón en 1960 
(Presentando el proyecto de la Universidad Laboral de la Coruña).  
ETSI Caminos, Canales y Puertos. Ciudad Universitaria


LA ASIGNATURA DIBUJO DE PAISAJE

El nuevo Plan de Enseñanza establecido a partir de 1834 incorpora, además de los dibujos lineal y topográfico, una asignatura de Dibujo de Paisaje que, aunque se decía de carácter extraordinario, se practicaba en los cinco cursos de la carrera y que alcanzó gran importancia debido a la categoría de los cuatro profesores que la impartieron: Genaro Pérez Villaamil, Fernando Ferrant Llausás, Leopoldo Brockmann y Carlos de Haes. 

Genaro Pérez Villaamil Duguet (1807-1854) 
El primer profesor de Paisaje del natural de la Escuela de Caminos será el pintor romántico Genaro Pérez Villaamil.
Retrato de Genaro Pérez Villaamil por Federico Madrazo. IPCE

Nacido en Ferrol en 1807, era hijo de un profesor que impartía las materias de Fortificación, Topografía y Dibujo del Colegio Militar de Santiago, en la que él mismo seguirá la carrera militar. A los dieciséis años es enviado a su primera acción de armas para luchar contra los "Cien Mil hijos de San Luis", que al mando el Duque de Angulema habían entrado en España a iniciativa de Fernando VII. Herido y cautivo en Cádiz, comienza estudios de pintura con gran éxito en la Academia de Bellas Artes de esta ciudad, siendo discípulo de José García. Una vez liberado, en 1830 es contratado junto con su hermano Juan, también pintor, para realizar los decorados del gran teatro de Puerto Rico en donde permanecen hasta 1833, fecha en la que regresan a España acompañando al barón de Cousir, para quien pinta acuarelas durante el viaje.

De vuelta en Sevilla entra en relación con el pintor y escenógrafo escocés David Roberts cuyo conocimiento será decisivo para la evolución estilística de Villaamil, cuya carrera dará un completo giro hacia el paisajismo romántico que va a caracterizar su obra desde entonces con un cierto carácter arqueológico y rasgos costumbristas: Paisajes con elementos arquitectónicos de aspecto medieval, algunos fantásticos pero la mayoría reales aunque embellecidos por su visión romántica.

G.P. Villaamil. Vista de la ciudad de Fraga y su puente colgante, 1850  MROM

También se considera de gran importancia para su pintura su relación con el pintor de tradición goyesca Eugenio Lucas Velázquez, autor de un discutido retrato suyo, aunque en este caso se trata de una influencia mutua que se plasmó en una amistosa competencia entre ambos. Existen varios ejemplos de los ejercicios de destreza que acostumbran a realizar en las sesiones nocturnas del Liceo Artístico y Literario de Madrid.

Torreón en ruinas, 1853 Museo Lázaro Galdiano de Madrid.
Izq. versión de Lucas Velázquez; dcha. versión de Pérez Villaamil

Pérez Villaamil se instala en Madrid en 1834 donde conoce a los románticos Espronceda, Patricio de la Escosura y Ventura de la Vega con quienes alterna en la tertulia de “El Parnasillo”. En 1838 ya figura como profesor "extraordinario" contratado por la Escuela de Caminos, encontrándose en un momento de reconocimiento general; recibe el nombramiento de pintor honorario de cámara y el de Caballero de la Orden de Isabel la Católica. Además, la Casa Real adquiere varias de sus obras para el Palacio de Oriente.

Su vinculación con la reina madre y con el sector más moderado del liberalismo lo llevarán al exilio en 1840, fecha en la que los progresistas deponen a la reina María Cristina de Borbón como regente situando en el puesto al general Espartero. Así, se ve obligado a abandonar Madrid dejando a su esposa, con la que se había casado el año anterior, y a su primer hijo. El exilio que durará hasta 1842, fecha de la caída de Espartero, será aprovechado por Pérez Villaamil para visitar París, donde publicará una colección de litografías en tres tomos con el nombre genérico de España Artística y Monumental en la que bajo su dirección varios colaboradores realizan una selección de edificios y paisajes, ofreciendo una visión pintoresca de la España de su época. La empresa fue costeada por el marqués de Remisa.


En 1845 obtendrá la primera Cátedra de Paisaje de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la que se le recordará por su escasa capacidad docente y lo caótico de sus clases. También se dedicó a la ilustración de libros y revistas, colaborando en el Semanario Pintoresco Español, en el Panorama matritense de Mesonero Romanos, o ilustrando las obras de José Zorrilla. Falleció en Madrid, a los 47 años el 5 de junio de 1854 a causa de una enfermedad pulmonar.

Fernando Ferrant Llausás (1810-1856)
Retrato de Fernando Ferrant Llausás. (Det.)
Pintado por su hermano Luis Ferrant en 1845 MROM

Aunque nacido en Palma de Mallorca donde su familia se refugia durante el periodo de la invasión francesa, procedía de Villafranca del Penedés de una familia de artesanos y artistas catalanes. Hacia 1820 la familia se traslada a Madrid. Tras una primera formación en el campo de la música, afición que cultivará toda su vida, Fernando Ferrant se iniciará en la pintura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y continuará su aprendizaje en Roma a donde se traslada en 1840 junto con su hermano Luis, gracias a la pensión que éste había recibido del infante Sebastián Gabriel de Borbón.  Allí permanecerá tres años, dos en compañía de su hermano y un tercero sólo tras la partida de éste a Nápoles como pintor de cámara. 

En 1843 vuelve a España, donde se da a conocer como pintor de paisajes en diversas exposiciones. En 1848, año de su matrimonio con la joven Natalia Boris escritora, poeta y cantante, entra a formar parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como académico de número en la vacante de Bartolomé Montalvo, tomando posesión de su plaza en un acto que por vez primera se realiza leyendo un discurso de ingreso. También es nombrado pintor de cámara y maestro de pintura del rey consorte Francisco de Asís, que era gran aficionado a la pintura, para quien pintó una serie de paisajes para su residencia en el palacio de Riofrío.

Sus obras se encuentran principalmente en las colecciones reales y un gran número de ellas en los almacenes del Museo de Bellas Artes de Tenerife a donde fueron legadas por sus hijos. El Museo del Prado posee uno de sus paisajes que en la actualidad se encuentra depositado en el Ministerio de Industria.

País agostado con una torada. 1854 MNP  Dep. Mº Industria

En 1854 Fernando Ferrant ocupa las vacantes producidas por la temprana muerte de Pérez Villaamil, tanto en el puesto de profesor de la asignatura de Paisaje de la Escuela de Caminos como en la Cátedra de Paisaje de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, aunque por poco tiempo ya que, al igual que su predecesor, muere joven en agosto de 1856 en la localidad de San Lorenzo del Escorial a la edad de 46 años, víctima de unas fiebres tifoideas.

La mayor parte de su obra se dedica al paisaje en el que, a partir de su estancia en Roma, aparece una cierta melancolía probablemente por influencia de los nazarenos alemanes, con los que coincide en la capital italiana. Su estilo avanza hacia un mayor naturalismo a pesar de mantener cierta dulzura derivada de la calidez de su paleta. Pinta del natural y probablemente hubiera podido evolucionar hacia un paisaje más realista si su carrera y su vida no hubieran acabado tempranamente. La mayoría de sus composiciones están claramente emparentadas con el romanticismo, lo que ha sido quizás la causa de su descrédito y olvido posterior que no hacen justicia a su obra.

Leopoldo Brockmann González-Losada (1829 - 1877)

Un ingeniero de caminos, fue el tercer profesor de Dibujo de Paisaje que tuvo la Escuela aunque de forma interina hasta que la plaza pudo ser cubierta por otro pintor. A pesar de ello es interesante conocer algo de su biografía. Perteneciente a una familia dedicada al comercio de vinos de Jerez, su padre Adolfo Brockmann era un marino alemán que en 1799 vino a España y se estableció en El Puerto de Santa María, marchando a Canarias durante la invasión francesa de 1808, donde se casó con María del Pino González-Losada. Terminada la guerra la familia retornaría al Puerto, donde nace Leopoldo en 1829.

En 1846, se traslada a Madrid para preparar su ingreso en la Escuela de Ingenieros de Caminos en la que tendrá por compañero de promoción y amigo de la vida al que luego será escritor y dramaturgo condecorado con el premio Nobel, José Echegaray con quien terminará la carrera en 1853. Juntos estudiarán en los locales de la calle Turco; era una promoción de 13 alumnos en la que José obtuvo el primer puesto y Leopoldo el segundo. Casi todo lo que sabemos de Brockmann ha llegado hasta nuestros días a través de los escritos de su amigo Echegaray

Siguiendo la costumbre de que los mejores alumnos se incorporen como docentes a la enseñanza Leopoldo pasó un breve periodo de tiempo como profesor de la Escuela de Caminos, donde enseñó Mecánica Racional y en 1856 se ocupó de la cátedra de Dibujo de paisaje de forma interina.

Leopoldo se casó en 1859 en Valladolid con Isabel Llanos Keats, hija del novelista Valentín de Llanos y Fanny Keats, hermana del poeta romántico británico John Keats.  Fue padre de la pintora Elena Brockmann.

En Italia realizó lo más importante de su labor profesional, la construcción del ferrocarril de Nápoles, y los ferrocarriles romanos por los que obtuvo la Cruz de Caballero de Pío IX y el nombramiento de conde de Brockmann. Tras unos años de prosperidad, contrajo la malaria y tuvo que abandonar su trabajo y volver a España, donde subsistió con encargos particulares diversos, luchando contra la enfermedad y tratando, inútilmente, de ser readmitido en el Cuerpo de Caminos. Fue nombrado director del ferrocarril de Jerez y Sanlúcar, hasta su terminación en 1877. En junio es readmitido como ingeniero del Estado pero no llega a ocupar el puesto ya que fallece en el viaje a Madrid, en la localidad de Marmolejo (Jaén) a los 48 años de edad.


Carlos de Haes y Fortuny (1826 - 1898)

Hijo de Teresa Fortuny y de Arnoldus Cornelius de Haes, hombre de negocios belga cuya bancarrota le llevó a instalarse en la ciudad de Málaga en 1835, Carlos era el mayor de siete hermanos. Recibió sus primeras enseñanzas artísticas del pintor canario Luis de la Cruz y Ríos (1776-1850), pero en 1850 vuelve a Bruselas, donde conoce a Joseph Quinaux (1822-1895) a través del cual entra en contacto con el paisajismo de las escuelas de Namur y Tervueren donde se puede decir que forjó su estilo.

Retrato de Carlos de Haes por Federico Madrazo y Kuntz 1867 MNP

En 1856 vuelve a España, presentando sus primeras obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Por la buena acogida que tuvo decide quedarse en Madrid donde vivirá hasta su muerte. Obtiene la nacionalidad española y un año después consigue por oposición la cátedra de paisaje de la madrileña Academia de Bellas Artes, que había quedado vacante tras la muerte de Fernando Ferrant a quien también sucede, en 1860, tras el paréntesis de Brockmann, como profesor de Paisaje de la Escuela de Ingenieros de Caminos.

El estilo de Haes constituyó casi una revolución en el género; apoyado siempre en el contacto directo con la naturaleza. Realizaba salidas al aire libre para hacer bocetos y apuntes que derivaban en una pintura mucho más realista que la de sus antecesores. Esta práctica la llevó a cabo a menudo con sus alumnos por los alrededores de Madrid. Realizó viajes por toda España y por Europa tomando apuntes que luego se convertían en pinturas de gran formato en su estudio.

Carlos de Haes. La Canal de Mancorbo en los Picos de Europa 1876 MNP

En 1875 Haes se casó con Inés Carrasco, un efímero matrimonio pues un año después, esposa e hija mueren de sobreparto. Él continuó con su actividad paisajística viajando acompañado de sus discípulos preferidos, en especial el ya maduro Aureliano de Beruete y el joven Jaime Morera, a quienes dejó la herencia de su trabajo en el sentido literal del término, todo el contenido de su estudio, bocetos, pinturas y grabados.

Haes murió, víctima de una pulmonía, a los setenta y dos años de edad. Gran parte de sus obras fueron donadas al recién inaugurado Museo de Arte Moderno de Madrid, ubicado entonces en el edificio de la Biblioteca Nacional. Tal era la importancia del artista que el Museo dispuso para él una sala exclusiva permanente.

Sala HAES del Museo de Arte Moderno 1898

La mayor parte de su extensa obra, más de cuatro mil cuadros y apuntes se puede ver en el Museo de Málaga, en el de Arte Jaime Morera, en Lérida y en el Museo del Prado.

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