miércoles, 4 de marzo de 2015

ESCULTURAS ANÓNIMAS DEL MUSEO DE HISTORIA DE MADRID ( I )

En la entrada anterior, hablando de las obras depositadas por el Museo del Prado en el de Historia de Madrid, mencionaba una serie de esculturas anónimas que se guardaban en el almacén del museo municipal que considero de suficiente interés para dedicarles esta nueva entrega. 

En concreto voy a referirme a tres de ellas (E520, 521 y 522) que muestran unas características comunes y forman parte de un grupo que se completa con una cuarta (E975) que se encuentra en el Museo del Prado,


E520                                                         E521

E522                                                            E975
Estas cuatro figuras de aspecto algo rústico ostentan un mismo escudo de tipo eclesiástico que puede verse en las cuatro peanas. El escudo propiamente dicho, de tipo español de base redondeada, está partido teniendo en el cuartel de la izquierda cuatro fajas horizontales y en el de la derecha ajedrezado o jaqueado de siete y tres.

En torno al escudo se sitúan los emblemas eclesiásticos que consisten en un capelo en la parte superior con guarnición de dos cordones entrelazados colgantes a cada lado del escudo, formando cinco borlas cada uno, una en la fila superior y dos en las dos inferiores y sobre el escudo una cruz travesada simple y trebolada.

Lo cierto es que el número de borlas -cinco a cada lado- no coincide con la tradición heráldica eclesiástica ya que estaría entre las tres borlas del abad y las seis que tiene el escudo de obispo a cada lado. Por su parte la cruz simple que asoma por encima del escudo podría corresponder a la categoría de obispo. El hecho de que no exista coincidencia con la heráldica al uso puede avalar una mayor antigüedad de la representación.


Dos de los personajes lucen en el pectoral sendas figuras de animales fantásticos con el mismo carácter rústico que el resto de la escultura. Uno de ellos tiene un grifo que tiene la mitad superior del cuerpo de águila, y inferior de león, en posición rampante que simboliza el ingenio y la grandeza y el otro ostenta un águila bicéfala o imperial que es una figura muy utilizada en heráldica que a veces representa los imperios de oriente y occidente y se dice que simboliza generosidad y magnanimidad.

Águila bicéfala

  Grifo 

El cuarto personaje es el que se conserva en el Museo del Prado, cuya numeración no es correlativa a los otros tres. Este muestra en el pectoral un dibujo inciso lineal de carácter vegetal que podría representar una especie de palma.

Las cuatro esculturas entraron en el Museo del Prado provenientes del Museo de la Trinidad. Allí, según la información del propio Museo, constaban como depósito de Francisco Enríquez y habrían pasado a ser propiedad del Museo por el paso del tiempo sin haber sido reclamadas en lo que se conoce como prescripción adquisitiva o usucapión. Es preciso señalar que para que esta institución cause efectos se necesita poseer las cosas con buena fe y justo título. Si la persona que realizó el depósito de las esculturas no era su dueño, no parece que pueda darse por existente ese "justo título" en el acto de depositar las esculturas, por lo que debería haberse documentado su procedencia.

El Museo da por hecho que el depositante fue el arquitecto granadino Francisco Enríquez y Ferrer (1811-1870) que desarrolló su carrera fundamentalmente en Granada, Madrid y Toledo. Fue académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue miembro de la Comisión Central de Monumentos en la que, desde 1848 hasta su muerte, se dedicó a informar sobre las restauraciones y reformas de iglesias y catedrales, entre ellas, la catedral de León, la sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo en la que dirigió los trabajos de restauración (1863), o la  iglesia de Santa María de la Redonda en Logroño.

En la información del Museo se sugiere que las cuatro esculturas podrían provenir del antiguo Palacio del Obispo de Logroño y que habrían sido recogidas por el arquitecto al que fue encargada la edificación de un nuevo Palacio Episcopal (1854) que, aunque llegó a proyectarse, finalmente no se llegó a realizar. Dado que las cuatro piezas depositadas ostentan el mismo escudo se considera que podría tratarse de obispos relacionados con la diócesis de Calahorra - La Calzada - Logroño, mencionando el nombre de Pedro de Portocarrero, que ocupó la sede entre 1589 y 1594, ya que su familia ostenta en su escudo el jaquelado de una de las particiones de los aquí mencionados.

Realmente esta sugerencia de que las imágenes pudieran proceder de algún monumento que fuera a desaparecer podría aplicarse a otros edificios y ciudades teniendo en cuenta que estamos en la época de la desamortización eclesiástica por la que se abandonaron y demolieron tantos monumentos. Francisco Enriquez Ferrer formó parte de la mencionada Comisión Central de Monumentos una de cuyas funciones era la supervisión de estos edificios abandonados, tarea que el mencionado arquitecto llevó a cabo sobre todo en Toledo, en donde también ocupó el puesto de maestro mayor de la Catedral Primada.

Creo que Toledo bien podría ser una ciudad en la que buscar la antigua ubicación de las cuatro figuras, teniendo en cuenta además que la sede primada estuvo ocupada por otro Portocarrero, el cardenal arzobispo Luis Manuel Fernández de Portocarrero (1635-1709) famoso por la leyenda de su lápida en la catedral. (Aconsejo la lectura del artículo  "Pulvis, cinis et nihil". El cardenal Portocarrero, del blog Manuelblas. Historia y personajes)

En todo caso más allá de la importancia artística que pudieran tener estas piezas, sería interesante la búsqueda de su origen pues serían de gran valor desde el punto de vista histórico en el contexto geográfico y político del que provengan. Desde luego donde no aportan valor e interés alguno es en el lugar en el que se encuentran en la actualidad, es decir, en los almacenes del Museo Municipal y del Museo del Prado, lejos de toda mirada y posibilidad de conocimiento.

Aprovecho la ocasión para reivindicar la posibilidad de visitar los almacenes de los Museos. Se trata de una iniciativa ya ensayada por algunas instituciones museísticas que debería ser generalizada.

Por mi parte espero que esta pequeña presentación sirva de aliciente a quienes tengan la oportunidad o el conocimiento y deseen continuar la búsqueda de información para encontrar el origen de estas figuras y poderlas ubicar en el lugar y momento histórico que les corresponda.

                                                         ...CONTINUARÁ

3 comentarios:

  1. Como plantearías hacer visitables por ejemplo los depósitos del Prado. En museos como el Lázaro Galdiano se puede hacer con mayor facilidad (y aun así no tienen abierto el depósito de pintura), pero en el Prado donde los peines se levantan hasta tres metros de altura, parece complicado. En la NG de Londres hace un tiempo esos "depósitos" visitables existían porque había unas salas en que tenían colgadas todas las obras del museo o casi todas, de una manera bastante saturada, pero que permitía poder observar casi todo. Ahora creo que han reducido bastante el número de obras expuestas, y han realizado un montaje más similar al de una sala convencional, aunque siguen colgando las obras más juntas que en el resto de la galería. Pero también es cierto que el número de obras en la NG es bastante menos que en el Prado.

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    1. Hola de nuevo, Boro, es verdad que el tamaño del almacén del Prado no le hace idóneo para ser visitado, pero si se podrían organizar visitas periódicas guiadas para ver algún periodo o momento concreto. La verdad es que últimamente me he dedicado a temas de escultura y tenía in mente el almacenaje de las esculturas del Museo de Historia de Madrid, que he podido visitar, en donde están todas las figuras envueltas en estanterías que no tienen la altura necesaria para ponerlas derechas. Aunque no puedo quejarme de la amabilidad de quienes me han permitido verlas, lo cierto es que las condiciones son precarias. Por el contrario he visto alguna imagen del almacén de esculturas del Prado bastante bien organizado y con las figuras a la vista, que podrían ser perfectamente visitables. Otra cuestión a revisar sería la de las instituciones que tienen depositadas obras del Prado y no consideran su exposición, ¿No deberían devolverlas?

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  2. Yo tuve la suerte de poder visitar los almacenes del Prado una vez cuando los renovaron tras la ampliación, y es cierto que la zona de las escultura está visible aunque en estanterías de considerable altura y varios pisos pero aptos para la visita. Los de pinturas los veo más difícil porque requeriría una reorganización de los mismos porque creo que no existe un criterio de agrupación de obras por escuelas o periodos, más bien por tamaño y ni eso se lleva a rajatabla (en el peine de las goteras había desde una obra bastante grande de Brueghel de Velours hasta pequeños pasteles enmarcados). Supongo que este sistema de organización permite rellenar huecos al margen de los numerosos movimientos que se producen en los depósitos para exposiciones o estudio de obras. De todos modos si estaría bien al menos una visita al mes (algo es algo) o poder disponer de un local amplia donde poder airear de vez en cuando las pinturas por temas o autores, como la sala rotativa del XIX, pero un poco más grande y con un sistema de exposición más denso, incluso en varias alturas.
    Sobre el tema de prestamos del Prado sin exponer, es raro y con poco sentido la verdad, en ese caso casi mejor que vuelvan al deposito de donde salieron que aunque con algún sobresalto como las goteras me parece que debe ser el mejor que hay y más por lo que comentas de el del Museo de Historia, aunque en el caso del Museo de Historio tal vez esperen a la apertura del crucero, ahí aun caben bastantes obras, aunque creo que se dijo que eran para arte sacro y no creo que las que muestras entren en la ecuación aunque tengan escudo clerical.
    Un saludo.

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